jueves, 17 de mayo de 2018

Muere a los 80 años Ramón Vila, el ángel de la guarda de los toreros durante más de tres décadas

CARLOS CRIVELL
Diario EL MUNDO de Sevilla

Ramón Vila Giménez (Sevilla, 1938) ha fallecido en Sevilla a los 80 años. Fue un sevillano de la Plaza de Amargura, criado en una ciudad de la postguerra en la que se forjó su amor por las tradiciones de la ciudad y sus gentes.

Estudiante de los Maristas, hijo mayor del cirujano Ramón Vila Arenas, eligió la carrera de Medicina. Finalizó sus estudios en 1962. Su padre ya estaba en aquellos años como ayudante del doctor Leal Castaños en la plaza de toros de Sevilla. Tras finalizar su carrera se especializó en Cirugía en el Hospital Virgen del Roció de Sevilla. Animado por el ejemplo paterno, Ramón Vila comenzó su andadura en plazas como las de Alcalá de Guadaira y Utrera, de la que llegó a ser jefe del equipo médico.

En 1972 falleció Don Antonio Leal Castaños. Ramón Vila Arenas se hizo cargo de la jefatura del equipo médico de la plaza de toros de Sevilla. Ese mismo año se convirtió en el primer ayudante de su padre en la plaza sevillana tras renunciar a su cargo en Utrera.

La figura de Paquirri está ligada de manera fundamental a la de Ramón Vila. En la temporada de 1978 accedió el facultativo al cargo de jefe del equipo médico. Ese año, el 21 de abril Paquirri resultó cogido de gravedad dos cornadas por un toro de Osborne. Fue su primer herido ya como responsable de la enfermería. De ahí surgió una amistad íntima que les unió toda la vida. Su nombre quedó inmortalizado por el propio Francisco Rivera cuando el 26 de septiembre de 1984 en Pozoblanco, herido de muerte, pidió que llamaran al doctor Vila. Como José pidió a Mascarell o Manolete a Jiménez Guinea.

Desde ese año de 1978 hasta el 2011, año de su jubilación, el doctor Vila se convirtió en un ángel para los toreros y en un personaje popular. Atendió cornadas de distinta gravedad a El Califa en 1979; al mismo Paquirri en 1980; Lucio Sandín en 1983; Manolín el cabestrero en 1984; Pepe Luis Vargas en 1987; Pepe Luis Vázquez en 1989, además de tres gravísimas en los años 90 como las de Luis Marscal, el banderillero Jesús Mrquez y el novillero Curro Sierra.

En el año 1992, año de la Expo en Sevilla, Ramón Vila vivió la gloria de ser el pregonero de la Feria taurina de Sevilla, junto con la pena intensa de ver morir a dos toreros en la plaza de toros. Manolo Montoliú murió en la misma plaza el 1 de mayo. El banderillero Soto Vargas falleció en la mesa del quirófano el 13 de septiembre del citado año.

La mayor preocupación de Ramón Vila fue el estado de las enfermerías y la formación de los médicos que asistían a las corridas. Defendió siempre la especialización de la Cirugía Taurina. En su cargo de presidente de la Sociedad Española de Cirugía Taurina trabajó para que en los Reglamentos taurinos se tuviera en cuenta la dotación de las enfermerías.

Fue, por añadidura, un personaje popular por su capacidad para comunicar, algo que le llevó a dictar conferencias por toda España. Como médico, además de los numerosos percances atendidos en su larga trayectoria, fue el facultativo de cabecera de la mayoría de los toreros de la zona cercana a Sevilla, que le consultaban siempre cualquier dolencia, pero no solo las de los propios toreros sino también las de sus familiares.

Siempre atendió como médico a todo el que se acercó para pedirle un consejo. Toda esta trayectoria médica y personal le granjeó amistades por todo el mundo, pero también numerosas distinciones en forma de homenajes.

Fiel a su cargo de cirujano taurino, en 1980 creó los Premios Doctor Vila Arenas a los mejores quites de la Feria de Sevilla. Cuando se jubiló en 1981 los premios pasaron a denominarse Doctores Vila. Se premia al quite artístico y al quite providencial. Ese acto de la entrega de esos trofeos es una lección de humanidad de Ramón Vila, que como buen aficionado gozaba del buen toreo en forma de quite de arte, pero gozaba especialmente cuando tenía que cantar las excelencia del quite providencial, el que le quitaba trabajo a los médicos de la plaza.

La muerte de Ramón Vila ha producido una honda consternación en el mundo de los toros y en la misma sociedad, ya que fue un médico popular.

Formación

Se licenció en Medicina y Cirugía, en la Facultad de Medicina de Sevilla en 1957.

Trayectoria profesional

Al acabar la carrera trabajó desde 1957 a 1961 como profesor de las clases prácticas en la Cátedra de Cirugía. Luego estuvo trabajando en el Departamento de Cirugía del Hospital Universitario “Virgen del Rocío”. Entre los años 1978 y 2001 fue jefe de sección de este hospital y coordinador del Área Quirúrgica desde 1998 a 2004.

Medico de la Maestranza

En 1965 inició las tarea profesional que le otorgaría mayor fama y prestigio cuando se incorporó al equipo médico de la enfermería de la plaza de toros de Sevilla, siendo su padre Ramón Vila Arenas el jefe de dicha enfermería.

En 1978 se convirtió por oposición en jefe del equipo médico de la Maestranza, donde permaneció hasta su jubilación en 2010.

Cargos médicos

Dado el cargo médico que ocupaba, la responsabilidad asumida y su prestigio como cirujano fue elegido presidente de la Sociedad Española de Cirugía Taurina durante 6 años.

Ha sido componente de la Junta consultiva Nacional del Consejo de Asuntos Taurinos de Andalucía.

Divulgación

Fue presidente de los Congresos Médicos Internacionales de los años 1982 y 1992, ambos celebrados en Sevilla.

Vivencias

A lo largo de su dilatada y exitosa carrera al frente de la enfermería de la plaza de toros de Sevilla, ha vivido momentos muy duros y, por fortuna, ha salvado la vida de muchos toreros.

Sin embargo, su nombre, traspasó fronteras cuando el 26 de septiembre de 1984, en Pozoblanco (Córdoba), Francisco Rivera «Paquirri», herido gravísimamente, pronunció aquellas palabras que dieron la vuelta al mundo: «¡que llamen a Ramón Vila!».

Por desgracia, el insigne galeno no pudo salvar la vida de su amigo porque la cornada era mortal de necesidad. Curiosamente Paquirri había sido el primer torero al que operó como cirujano jefe y de ahí venía la amistad que se tenían ambos.

Pero en el currículo de este prestigioso cirujano, hay que apuntar los nombres, por citar sólo los más recientes, de Pepe Luis Vargas, Jesús Cardeño, Curro Sierra, Luis Mariscal y Jesús Márquez, que vieron cómo sus manos les devolvían a la vida.

La temporada más fatídica que ha tenido fue la de 1992 cuando tuvo que asistir a dos toreros con cornadas mortales en la Maestranza, ambas habían ido directamente al corazón de los desafortunados, una la de Manolo Montoliú el 1 de mayo y otra la de Ramón Soto Vargas el 14 de septiembre.

La cornada más grave a la que hizo frente fue la del novillero Curro Sierra en junio de 2004, cuando un novillo le arrancó la unión de la iliaca con la femoral. Gracias a la presencia de cirujanos vasculares en el equipo pudo hacer un by-pass y salvar la vida y la pierna del joven novillero.

Publicaciones

Ramón Vila ha publicado un libro titulado “Cirugía Taurina, mito o realidad”, también ha publicado numeroso trabajos sobre su carrera profesional como cirujano taurino.

Jubilación

Ramón Vila ha sido cirujano jefe durante 33 años y se ha despedido cumplidos los 73 y lo hace entre el reconocimiento de la afición y el afecto agradecido de los toreros. Seguirá en el burladero, echando una mano si llega el caso. Por toda esta trayectoria Ramón Vila es una referencia en el mundo de la Cirugía Taurina española y mundial.

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