Tras su impactante presentación
en Madrid (una Puerta Grande que sólo la espada le privó de reeditar poco
después), disputa este jueves un combate de máxima expectación con El Juli.
MARÍA VALLEJO
@m_vallejo_
@m_vallejo_
Diario EL MUNDO de
Madrid
Ejercía El Juli de padrino en la confirmación de Ginés Marín
la tarde en la que el bisoño torero perdió el adjetivo. Pronto y en la mano,
que diría el inolvidado Antoñete, se montó Ginés sobre la excelsa condición de «Barberillo»
-de Alcurrucén- para descerrajar la Puerta Grande de un coso que se caía entre
oles de rendición. Y que a punto estuvo de volver a alzarlo en hombros veinte
días después. Cuando de nuevo desplegó el extremeño su arsenal de clasicismo
fresco ante un bravo cuvillo. La tizona atragantada dio al traste con la
apertura del portón. No así con la metamorfosis desatada por su desembarco
normando.
De la promesa lactante a la proyección palpable. Del runrún
a la esperanza sensata. De la guerrilla contra los jóvenes al combate con las
grandes figuras. Como el de este jueves. Padrino y confirmante vuelven a verse
las caras, mano a mano, en la Monumental de la Calle de Alcalá. La expectación,
desatada tras la cumbre julista de la pasada Feria de Abril, ansiosa por ver el
choque entre la frescura desafiante de Ginés y la estrenada dimensión de El
Juli en su veinte aniversario de alternativa, recorre los adoquines del Foro
como el último estallido del Kilauea.
El Ginés becerrista y soñador de la Escuela Taurina de
Badajoz nunca se hubiera imaginado que, en su segundo San Isidro como matador
de toros, se disputaría un mano a mano con el mandón del toreo actual.
"Desde luego que no", confesaba entre risas desde el retiro del
campo...
(...) Son cosas que uno ni se atreve a soñar. A lo mejor se
te pasan ligeramente por la cabeza, pero nunca llegas a verlas hechas realidad.
Aunque al final uno acaba recogiendo los frutos del sacrificio diario gracias a
tardes tan bonitas y especiales como ésta.
- ¿Qué la hace tan
especial?
El Juli ha visto mi carrera empezar desde la escuela
taurina. Él tiene su finca en Olivenza y yo me he criado taurinamente allí. De
hecho, mi debut con caballos fue con una novillada de su ganadería [El Freixo].
Creo que ha vivido mi carrera de cerca y ha visto mi crecimiento. Y poder
torear mano a mano con él en Madrid, con una máxima figura del toreo, es un honor,
un orgullo y una gran responsabilidad.
- Su segundo
compromiso este San Isidro será el próximo 6 de junio en la cotizada Corrida de
la Beneficencia.
Es una de esas tardes marcadas en el calendario taurino de
todo el año. Verme anunciado en un cartel tan especial, tan para figuras del
toreo, y en una plaza tan importante como Madrid, es porque ha habido méritos
para ello. Y eso me inunda de emoción.
- Madrid no es la
única plaza a la que viene anunciado en los carteles de figuras.
Se están viendo recompensados todos los triunfos del año
pasado y estoy entrando en las grandes ferias y en los carteles buenos en los
que a uno le gusta estar. Ahora sólo deseo mostrarme en esos escenarios que
tanto interés tienen y que tanta responsabilidad conllevan para los toreros.
- ¿Diría que Madrid
lanzó su carrera cuando apenas comenzaba?
Sin duda. Justo comentaba con mi apoderado que el año pasado
a estas alturas había corridas hechas pero no demasiadas. Estaba todo un poco a
la espera de Madrid y allí se relanzó todo. Mi carrera cambió. Pero está claro
que tengo que seguir refrendándolo cada tarde como lo seguí haciendo el año
pasado.
- ¿Qué siente un
joven que llega a Madrid a confirmar la alternativa cuando ve conquistado el
sueño de la Puerta Grande?
Una emoción, una alegría y una satisfacción enormes. Supongo
que eso es igual para todos los toreros. O quizá sea diferente cuando uno está
consagrado como figura a cuando está empezando. Yo sentí que el trabajo de toda
mi vida estaba dando sus frutos y que todo el esfuerzo merecía la pena.
- Veinte días más
tarde estuvo a punto de reeditar la Puerta Grande con la faena al toro «Sinvaina»,
con la repercusión que ello hubiera tenido. ¿Cuál fue su sensación al pinchar
aquel triunfo?
Estaba contento por volver a demostrar que era capaz de
repetir lo que había sucedido en la tarde de la confirmación. Pero tuve también
ese punto de nostalgia al no haber podido matar al toro y haber salido de nuevo
a hombros, que hubiera sido un gran lanzamiento. Me acuerdo muchos días de
haber pinchado aquel toro, pero gracias a Dios maté el que tenía que matar que
era el de la Puerta Grande.
- ¿Le pesa esa
dimensión a la hora de afrontar el regreso a Madrid?
El haber triunfado el año pasado me da más responsabilidad
porque me esperan a ese mismo nivel. Pero tengo por otra parte la tranquilidad
de saber que la afición de Madrid ha dado el visto bueno a mi concepto y que el
toreo que yo hago encaja en esa plaza.
- Dicen que no es
fácil entrar en Madrid...
Me acompañó ese punto necesario de suerte. Tuve un gran toro
que permitió que Madrid me viera expresarme por primera vez y otro con el que
demostrar que la Puerta Grande no había sido una casualidad. Aun así no es
fácil, pero aquello ya quedó en el olvido y tengo que seguir trabajándome tanto
el presente como el futuro.
- ¿Ese futuro es el
de ser figura del toreo?
Ser figura es algo muy subjetivo, pero hay que hacer muchos
méritos. Tienen que pasar muchas cosas en plazas importantes y en dos años de
alternativa es muy difícil ser figura del toreo. Tampoco es imposible. Pero no
tengo prisa. Sé que mi camino es por el que voy ahora y estoy seguro de que
llegará ese momento en el que se me podrá denominar sin duda figura del toreo.
Ojalá sea pronto.
Mientras tanto, Ginés Marín enfrenta este jueves el examen
de unos tendidos expectantes. Y de un Juli sin techo. Que se juega a una sola
tarde la continuación de su histórica de Sevilla en Madrid.
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