Rubén Pinar cuajó lo más sólido, Gómez
del Pilar lo dio todo y Venegas resolvió con la espada ante un muestrario de
mansedumbre montaraz. Infumable escalera de la inolvidada ganadera de Bilbao.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Foto: EFE
Madrid no había dormido celebrando la décimotercera Copa de
Europa. La orejona, le dicen. Que produce tanta manía como nombrar a la
selección de España como La Roja. O a San Isidro como el Mundial del Toreo.
Esperaba la ciudad resacosa al equipo que volvió a hacer historia en Kiev. El
Club de las 13, el Real Madrid que, como escribe Gistau, es el "favorito
de alguna deidad perversa que en cuanto lo ve en apuros baja al césped a ayudarlo
como hacía Atenea con Homero".
La afición taurina, no ajena, pero sí a lo suyo, esperaba
los toros de Dolores Aguirre, la inolvidada ganadera, la dama de hierro del
Bilbao. Para hacer honor a la vieja dureza de pedernal, apareció un toro
cargado de kilos y fealdad. Cabezón, bizco y basto hasta las pezuñas. Esas que
echó siempre por delante, agarrado al piso sobre ellas. Rubén Pinar sufrió los
frenazos con el capote. Así de salida la bronquedad. Una prueba más para la
curtida profesionalidad de Pinar. Que se dobló con él para intentar hacerlo. El
sónar del doloresaguirre encendido en
rojo. Sabedor de quien movía las telas. Un desarme sirvió para que RP se
enfibrara aún más. ¡Qué mérito!
Habitaba la aspereza de la embestida a derechas, la tardanza del cazador agazapado.
Tirar de la bestia como lo hacía el albaceteño de Tobarra cobraba una
importancia real. El toro se revolvía en los remates de pecho, rebañando con su
guadaña incierta. Un cambio de mano evitó el obligado con su punto de
inteligencia. La izquierda sirvió para taparle la visión periférica. En la cara
la muleta puesta. No había más que volverle a enseñar el camino que no quería.
En la diestra de nuevo. Para concluir el férreo esfuerzo. Que careció de
rubrica con la espada. Y, aún así, la plaza reconoció a Pinar con una justísima
ovación.
Como el toro anterior, pero más fino y guapo, de una armonía
seria, el pupilo de Aguirre se estrelló en el caballo. Y en el siguiente
encuentro repuchó y defendió. Había arrollado el capote de Venegas según se
puso y después no quería ni uno. En banderillas decía a los peones que
viniesen. Y provocaba las pasadas en falso. El torero de Jaén propuso una
ingenua pelea. Sin poderle en el principio de faena para, al menos, tratar de
domeñar las oleadas montaraces, los derrotes abruptos, los indómitos ataques.
Tiraba con todo por encima del palillo. El hombre se colocaba para torear como
si fuese bueno. Y no hubo modo. Porque no lo había. La eficacia con la espada
evitó males mayores.
Un manso de libro sembró el caos en varas. Un tío que huía
incluso de su sombra. Gómez del Pilar lo había esperado a portagayola. Y pasó
del torero con su abanta salida. Las banderillas negras se las ahorró el
presidente para mejor vez... Gómez se fajó en el prólogo de faena. Poderosos
doblones de lidia antigua. Aún así se fugó. Por diferentes terrenos la
encomiable apuesta torera. El toro se estiraba como para llevárselo todo
puesto. Locos arreones. La vista desparramada. Cuando tuvo a Del Pilar en el
punto de mira, le hizo hilo, lo persiguió, lo trajo a maltraer por la
izquierda. No perdió el ánimo nunca. Hasta que lo despenó. Un sufrimiento
recompensado.
De mal en peor fue la cosa. El impresentable cuarto
respondió como sus moruchas hechuras hacían presagiar. Alguna tibia protesta
sólo. No pegó ni una sola embestida. Rubén Pinar lo mató. Eso es todo.
Al paso salió el zancudo y armado quinto. Para continuar el
muestrario de tipos y mansedumbre. De caballo a caballo otra vez. David Adalid
se impuso con los palos. No humillaba el doloresaguirre.
Pasaba o se metía por dentro. Empeorando la situación. Encontró de nuevo
Venegas en la espada su más potente aliado.
A portagayola se postró otra vez Gómez del Pilar. Sólo que
ahora el toro salió con rectitud para librar la larga cambiada. El buey -¡vaya hermosura!- siguió luego a su
bola. La peña todavía pedía "verlo"
en el caballo. No es coña. Se arrancó como por error en el principio de faena
de Gómez. Y nunca más. Corrió a tumbarse en la puerta de toriles.
DOLORES AGUIRRE | Pinar, Venegas y Gómez del Pilar
Toros de Dolores Aguirre, de
distintintas hechuras y seriedades; impresentable el morucho 4º; mansos y
duros.
Rubén Pinar, de azul añil y oro. Dos pinchazos y
estocada perpendicular y atravesada (saludos). En el cuarto, pinchazo bajo y
estocada caída (silencio).
Venegas, de verde esperanza y oro. Estocada baja
(aplausos). En el quinto, estocada contraria y tendida (saludos).
Gómez del Pilar, de verde esperanza y oro. Estocada
rinconera (saludos). En el sexto, pinchazo hondo y descabello (silencio).
Se guardó un minuto de silencio por el matador de toros palentino Marcos de Celis.
Monumental de las Ventas. Domingo, 27 de mayo de 2018. Vigésima de
feria.
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