El mexicano corta una meritoria oreja a un manso de horribles hechuras y
se desquita del desentendimiento con el toro de mayor nota de la desigual
corrida de Alcurrucén.
Joselito Adame |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Fotos: EFE
Alcurrucén
desembarcó con toda su vitrina de Puertas Grandes. Que es como la galería de
Copas de Europa del Real Madrid. Y la cuerda de toros de bandera que la
sostiene. Desde aquel Cañego de Aparicio en el 94, pasando por los músicos de
célebre reata -Tamborilero, Guitarra y Musiquero de Rincón, El Cid y Rubén
Pinar (2005, 2006 y 2009)-, hasta Jabatillo, Malagueño, Barberillo y Licenciado
de Castella, David Mora, Ginés Marín y Juan del Álamo (2015, 2016 y 2017 por
partida doble). De las tres salidas a hombros de la última isidrada, dos fueron
con alcurrucenes. La corrida presente cargaba entera con los cinco años
cumplidos y un remiendo, el sexto, de Lozano Hermanos. No pasó entero el envío
de Alcurrucén entre criterios veterinarios y un accidente nocturno. Y quedó
desigualada.
Abrió plaza un toro
largo, ensillado, de amplia cara. La característica fría salida del encaste.
Remoloneó para acudir al caballo. Dos puyazos, uno muy trasero, lo sangraron a
modo. No dobló una mano y apretó en banderillas hacia los adentros. Curro Díaz
brindó por su noble fijeza. Aunque la humillación sólo se mantenía en el tramo
del embroque. La figura compuesta del jiennense, la muleta en uve, para
aprovechar en su derecha lo que descolgaba el toro. Ese instante. Cumplidas dos
rondas medidas, tropezó el torero y quedó a merced. La voltereta fue
estratosférica. Como si lo recogiese del suelo un bulldozer y lo catapultara.
Se levantó Díaz con el ánimo intacto y el cuerpo molido. Y siguió con su plan
diestro. Más planchada y pura la muleta al natural. Como suelta la muñeca.
Chispazos de medios pases. La estocada cayó baja y saludó una ovación.
Puntuó el
alcurrucén que hacía segundo. Girón, chorreado, bajo, fino de pitón. Notables
hechuras. Una pintura. Tanto celo en el caballo llevó a que cobrase tres
puyazos en uno. Sin salir del peto. Joselito Adame vio las posibilidades. Que
las entendiese todas fue otra cosa. Del inicio por estatuarios se desprendieron
un puñado de ricos adornos por bajo. El toro viajaba pronto, largo y
descolgado. Adame no le cogió el aire siempre. Ni el sitio para dejársela en la
cara. Un circular invertido con la obediente embestida más queda. Despidió la
arrítmica faena por manoletinas. Quizá faltó en la raza del toro el ritmo que
tampoco le dio. O la profundidad de los míticos de la casa. De esos del tranco
más horadando el ruedo. Aun así fue notable. Recogió el torero de México los
cuajados aplausos en el tercio como consuelo. Más unánime sonó la ovación para «Segoviano».
Ninguna como la que
escucharon Miguel Martín y Fernando Sánchez con los palos. La tarde entró en un
bache con el tercero y el cuarto. Echó el freno de mano el manso aquél y soltó
la cara con violento calambre éste. Fino, remiso y distraído uno, ancho y de
falso y áspero ataque el otro. Juan del Álamo y Curro Díaz carecieron de
opciones.
Cuando saltó el
quinto a la arena, se comprendió pronto que entró a última hora por alguna de
las bajas. Feas las hechuras de la bestia. Toro al carrer. Bou de las calles.
No quería trato con nadie. Volvía grupas y se volvía al revés. La faena de
Joselito derrochó fe. Paciencia y tenacidad. Hasta que no lo metió en la muleta
no cejó en su empeño. Sin quitársela de los ojos, cerca de chiqueros.
Embebiendo la mansedumbre. Palpitaba un mérito tremendo en todo aquello. En las
tres series de encelar y tirar de la osamenta cornuda. De esperarla y provocarla.
Y pasaba por allí. Embestir es otra historia. El "7" recriminaba
cosas. A saber qué. Un zambombazo con la espada tiró sin puntilla al manso.
Delantera la colocación. Sitio mortal el rincón. La oreja más trabajada de toda
la feria sembró la polémica. Avivada por los más reacios frente a la mayoría.
Que sintió el verdadero esfuerzo y lo recompensó en justicia.
Un toro redondo,
hondo y bastorro de Lozano Hermanos, de recogida cara, cerraba la tarde. Noblón
y templado pero sin chispa. De más a menos en su entrega. Del Álamo muleteó con
intensidad correlativa.
No aportará la
corrida a las vitrinas de Alcurrucén un nuevo galardón. Faltó mucho habiendo de
todo.
ALCURRUCÉN | Curro Díaz,
Adame y Del Álamo
Toros de Alcurrucén y uno de Lozano
Hermanos (6º), todos cinqueños, serios en su desigualdad; notable el 2º;
noble de corta humillación el 1º; manso el 5º; manejable y a menos el 6º;
desentendido el 3º; violento el 4º.
Curro Díaz, de azul pavo y oro. Estocada caída
(saludos). En el cuarto, pinchazo hondo y descabello (silencio).
Joselito Adame, de salmón y oro. Estocada delantera y
rinconera (leve petición y saludos). En el quinto, estocada delantera y
rinconera (oreja).
Juan del Álamo, de verde botella y oro. Estocada pasada y
rinconera (silencio). En el sexto, estocada y tres descabellos. Aviso
(silencio).
Monumental de las Ventas.
Sábado, 19 de mayo de 2018. Duodécima de feria. Casi lleno.
Juan del Álamo |
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