El
lorquino corta una oreja del quinto pero se queda a mitad de camino de la Puerta
Grande con un toro sobresaliente de la noble corrida de Puerto de San Lorenzo.
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL
MUNDO de Madrid
Foto: EFE
Begoña Villacís no imagina "un futuro en
Madrid sin su verbena, sus claveles, sus rosquillas, sus chulapas... Sin su
pradera". Igual sí sin toros puesto que, como Carmena en el programa de
fiestas, los omite en su tuit de isidra -¡ay, los isidros de Cañabate!-
aspirante a alcaldesa. A fin de cuentas, la empresa de Las Ventas también nos
omite los toros algunas tardes y nos da bueyes.
Hacia los gestores de Las Ventas precisamente se
dirigieron las pancartas del "7". Que reclamaba la rebaja incumplida
del 10 por ciento del IVA. Lo que venía rebajada era la fuerza del primer toro
de Puerto de San Lorenzo. Bajo y largo, abierto de cara. De suelta y blanda
movilidad. Rebrincada por la falta de poder. Todo fue de trámite para El Fandi.
Incluido su fuerte de las banderillas.
La tensión recorría los brazos de Paco Ureña. La
fibra y el ansia de gloria. Demasiada carga eléctrica en el quite por gaoneras
al toro de Fandila, que rodó ante la tralla. Todavía en el suyo trasmitía el
voltaje de la presión. En las barrocas verónicas. Y en el inicio de faena por
la derecha. El extraordinario y hondo pupilo de los Fraile pedía otro trato. La
expresión y la colocación de los pitones anunciaban su brava calidad. Ureña
soltó el cobre a 220 voltios y halló el suave pulso de su izquierda. Los
naturales fluyeron entonces largos, muy largos; la cualitativa embestida seguía
el trazo en los flecos. La hondura de aquellos muletazos ligados nacía de una
figura rota. Tan metidos los riñones, despatarrado y embraguetado, que la
estética ureñista frisaba lo antiestético. Una pureza extraña. Los pases de
pecho de pitón a rabo cerraron las dos series cenit de la faena. La siguiente
ronda, también zurda, no alcanzó la intensidad anterior. La esperanza sin
embargo se mantenía. Y continuó en su diestra de algún modo. Todo salpicado de
remates mirando al tendido. Los ayudados por alto cerraron al sobresaliente
Cuba II. Y en el tercio volvió al lorquino la tensión por el triunfo. Ese
pánico. Y pinchó y pinchó. La posibilidad de la oreja se evaporaba. Aunque ya
antes se respiraba la sensación de que a la obra le había faltado redondez. La
ovación compartida con el arrastre lo decía con elegancia.
López Simón no se entendió con otro ejemplar de
nota. Con ese punto acarnerado de San Lorenzo, las buenas y cuajadas hechuras
del cinqueño llevaban un éxito dentro. Simón empezó la faena en tercio del
"4" y enseguida se lo sacó a los medios. Aquel terreno fronterizo de la
segunda raya que Chenel pregonaba como ideal hubiera procedido más. El joven de
Barajas no transmitió nada desde su verticalidad escayolada. Ni por la mejor
mano del toro. Que fue la derecha.
La suerte le negó al Fandi toda opción con el
grandón cuarto, el otro cinqueño del envío salmantino. Un manso que andaba
(hasta de lado), que huía, que no se dejaba pegar (hasta que le echaron el
caballo encima) y tampoco torear. No quedó otra que abreviar.
Paco Ureña enredó al zancudo y bizco quinto en
verónicas de porte y vuelo en el mismo platillo. Fandi ejerció de director de
lidia para poner orden en varas. Desde la alzada del toro se hacía difícil la
humillación total. Pero respondió con noble fondo a todo lo que a su altura le
propuso Ureña. Mucho más armónico el torero ahora, puro sin estridencias, cabal
en la colocación. ¡Ay, si el orden de su lote se invierte! La plaza respondía a
la faena con una tibieza a fuego lento. Hasta que rugió en el tramo último. Las
manoletinas de despedida precedieron a un espadazo descomunal. A tumba abierta.
Del brutal volapié voló el matador en una terrorífica voltereta.
Afortunadamente incruenta. Fue bella la muerte y gloriosa la épica del trance.
La oreja cayó con toda su fuerza.
El alto sexto cerraba la buena corrida en
coherencia con la segunda mitad de la misma, más levantada del piso. Bondadoso
toro al que le faltaron finales. Y a la corrección de Simón, todo lo demás.
PUERTO DE SAN LORENZO | El Fandi, Ureña
y López Simón
Toros de Puerto de San Lorenzo, dos cinqueños (3º y 4º), serios en sus
diferentes hechuras, más altas en su segunda mitad; extraordinario el 2º; bueno
el 3º; rebrincado y sin poder el 1º; manso huido el 4º; noble sin terminar de
humillar el 5º; bondadoso sin finales el 6º.
El
Fandi, de grana y oro. Estocada
casi entera rinconera (silencio). En el cuarto, estocada tendida (silencio).
Paco
Ureña, de blanco y oro. Cinco pinchazos
y descabello. Aviso (saludos). En el quinto, gran estocada (oreja).
López
Simón, de canela y oro. Media
estocada y dos descabellos. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo, media
tendida y descabello. Aviso (silencio).
Monumental de las Ventas. Martes, 15 de mayo
de 2018. Octava de feria. 22.000 personas.
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