LUCAS PÉREZ
@lucasperezest
Diario EL MUNDO de
Madrid
Miguel Báez Litri y Rafi Camino formaron un dúo inseparable
en las plazas durante su etapa de novilleros. Hijos de grandes figuras del
toreo, su presencia en los ruedos revoluciono el escalafón inferior. Había
constantes llenos para verlos torear. En plena época de esplendor, recién
tomada la alternativa, ambos cruzaron el «charco» para hacer el paseíllo en
Lima. Su unión en el ruedo cristalizo en una amistad verdadera y única.
Prácticamente hacían todos los viajes juntos.
Y al ser los toreros de moda, a ambos les invitaron, tras
torear en Perú, a un baile de gala en Nueva York. «A cada uno nos dieron 3.000 dólares,
pero como nosotros no dominábamos el cambio empezamos a gastar sin control,
viendo que aquello no se terminaba». A la vuelta surgió un problema. Haciendo
escala en Miami, El Litri y Camino se encontraron solos en el aeropuerto y era
hora de buscar la puerta de embarque.
¿Cómo preguntar? Camino se armó de valor.
-Déjame a mí, Miki, que tú no tienes ni puta idea de inglés.
Rafa se dirigió a un empleado del aeropuerto.
-Excuse me,
please, where is the 23-F door?
La velocidad en la respuesta sorprendió a Rafa.
-¿Que te ha dicho?
-Ni idea, macho, ha hablado tan rápido que no me he
enterado, pero déjame que pregunte a otra persona. Repitió con otras tres
personas más, sin enterarse de donde estaba la puerta, hasta que El Litri,
harto, tomo cartas en el asunto, le quito la tarjeta de embarque y se dirigió a
una policía del aeropuerto en un perfecto y rotundo español:
-Oiga, ¿me puede decir donde cono esta esto?
-Claro, caballero, sigan de frente y al fondo a la derecha
-dio la casualidad de que la policía era de origen cubano. Y El Litri,
entonces, le devolvió la chulería a Camino:
-Rafa, a partir de ahora déjame hablar a mí porque está
claro que aquí el único que habla inglés soy yo.
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