LUCAS PÉREZ
Sirva este recopilatorio de anécdotas como homenaje a
Rodolfo Rodríquez, 'El Pana', fallecido el 3 de junio de 2016 después de 32
días hospitalizado a consecuencia de una cogida cuando recibía a un toro en la
plaza de Lerdo (México), que le provocó tetraplejia. Un recuerdo respetusoso al
último bohemio del toreo, a quien alguna vez llevó una sonrisa a los
aficionados por sus excentricidades dentro y fuera de la plaza.
EL PANA SE HACE ESPERAR
Serafín Marín jamás olvidará la tarde de su confirmación de
alternativa en la Monumental Plaza México. Fue el 7 de enero de 2007 y el
festejo suponía el regreso y supuesta despedida de Rodolfo Rodríguez 'El Pana'
a esta plaza después de muchos años sin hacer el paseíllo. Al llegar al patio
de cuadrillas, Serafín se dio cuenta de la categoría del personaje. «Estaba
como ausente, a su bola, fumando un puro en un mundo paralelo al de los demás.
Había pedido llegar hasta dentro de la plaza en una calesa acompañado de dos
lumis, pero no se lo permitieron», confiesa el torero catalán. Llegada la hora
de hacer el paseíllo y con todo el mundo liado en su capote de paseo, El Pana
permanecía ausente apoyado en una pared. Nadie se atrevía a decirle nada y así
pasaron unos minutos. Un cuarto de hora más allá del horario previsto y con el
público abroncando a los toreros, Serafín se dirigió a El Pana y, educadamente,
le dijo:
-Maestro, ¿empezamos? El público se está impacientando un
poco...
El Pana levantó la cabeza, miró fijamente a Serafín y le
dijo:
-Calla Serafín. No te pongas nervioso. Llevo siete años
esperando este momento, no creo que pase nada porque ellos me esperen ahora
diez minutos.
CHIRAC Y «SUS BOMBITAS»
A la sombra por diferentes delitos, Rodolfo Rodríguez 'El
Pana' siempre fue un hombre de carácter. Y de gestos. Algunos de los cuales
tuvieron como consecuencia duros castigos. Uno de los más llamativos tuvo lugar
en 1995, en la Monumental Plaza México, en una corrida de toros a la que
asistía el entonces presidente francés, Jacques Chirac. El Pana, en señal de
protesta por los experimentos nucleares en Mururoa, se lanzó al ruedo con un
cartel que decía: «Chirac, ya párale, cabrón, con tus bombitas», lo que
propició que el empresario de la Plaza México jurara no contratarlo más, aunque
después fuese perdonado.
EL BRINDIS A LAS PROSTITUTAS
El Pana ha sido uno de los toreros más particulares que ha
dado la tauromaquia. Genio y figura dentro y fuera del ruedo, el mexicano no ha
dejado a nadie indiferente en cada una de sus apariciones, que han hecho de él
un torero diferente. En el ocaso de su carrera, el torero anunció su despedida
de los ruedos en la Monumental de México la tarde del 7 de enero de 2007,
actuando junto a Serafín Marín y Raúl Rivera y con astados de la ganadería de
Garfias.
La sorpresa surgió cuando se acercó al micrófono del
callejón para brindar el último toro de su vida: «Quiero brindar este toro, el
último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas,
meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas, a todas aquellas que
saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando El Pana no era nadie, que me
dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, base de mis
soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. Va por ustedes».
El impacto de este brindis y su posterior triunfo le hicieron
reconsiderar su decisión de retirarse de los ruedos, y El Pana revivió por
momentos etapas del esplendor perdido que le llevaron incluso a viajar a España
para torear un mano a mano con Morante de la Puebla en el Palacio Vistalegre en
febrero del año siguiente. Su éxito fue tal la tarde del famoso brindis que
hasta el presidente Felipe Calderón pidió disculpas por no haber asistido a
aquel festejo.
UN PURO EN EL PASEÍLLO
El Pana fue vetado durante años en México, lo que retrasó su
alternativa hasta el 18 de marzo de 1979. Aceptado finalmente tal como era y
superados mil y un problemas con la justicia y con el alcohol, El Pana revivió,
tras un amago de despedida que se convirtió en un triunfo (con el brindis a las
prostitutas ya contado) y en un renacer.
Y esa especie de vuelta a la vida le llevó a jugársela en el
ruedo, donde siempre soñó perderla. «Siempre he creído que El Pana va a morir
en el ruedo. Y lo deseo, mucho más que morir borracho atropellado por un carro.
No hay nada más bello que morir en la plaza, como Manolete», vaticinó años
antes de su tragedia. Por eso, su presencia en el ruedo se la ha tomado El Pana
siempre con gran naturalidad. Y por ello también no se privaba ni en el ruedo
de uno de sus grandes placeres: fumar puros.
El 6 de enero de 2008 se produjo un esperado mano a mano en
la Monumental de México, un duelo de genios entre Morante y El Pana. El
mexicano invitó al español a un habano, que el segundo aceptó de inmediato.
Y los dos hicieron el paseíllo con el puro en la mano. Aquel
paseíllo había dado lugar a muchos rumores que decían que El Pana despreciaría
a Morante durante el mismo, al haber acordado con la banda de la plaza hacer
sonar un pasodoble en su honor para acaparar así el protagonismo. Pero lo que
no sabía El Pana es que aquello había llegado a oídos de Morante, que a través
de su mozo de espadas se había llevado una silla, para, si el mexicano
realizaba el 'show', sacarla y sentarse en el centro del ruedo a modo de
desplante: «Cuando termines, seguimos».
Al final el duelo de egos se quedó en combate nulo y el mano
a mano se trasladó a España, al Palacio Vistalegre, donde se planteó un
problema. Al ser plaza cubierta, la normativa no permitía fumar, por lo que
advirtieron a los toreros que el numerito del puro no lo podían repetir. Esto
no desanimó a El Pana: «Cuando uno va a torear no sabe si va a volver vivo a
casa, así que me siento como un condenado a muerte al que se le concede una
última voluntad». Finalmente, ambos hicieron el paseíllo con el puro... apagado.
Anécdotas extraídas del libro
'300 anécdotas taurinas', del que La Esfera de los libros acaba de editar la
segunda edición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario