LUCAS PÉREZ
@lucasperezest
Diario EL MUNDO de
Madrid
En febrero de 2008, El Conde y Antonio Barrera
protagonizaron un incidente en la plaza de toros de Autlán de la Grana, en
México. La buena relación de ambos las primeras veces que el sevillano había
cruzado el charco (incluso El Conde cedía su casa a Barrera) se había
convertido en tensión en los últimos años. Diversos problemas habían terminado
con la amistad del principio.
Consciente de la fuerte rivalidad entre ambos, el público
acudió a la plaza de toros llamado por el morbo de verlos en un mismo cartel.
Barrera cortó las dos orejas a su primero y El Conde no hizo nada. En su
segundo, el sevillano pidió el cambio de tercio tras el primer puyazo para que
El Conde no pudiera realizar su correspondiente quite. Esto sentó mal al
mexicano, que salió sin importarle el cambio y quitó al toro de su compañero.
Tras el reproche del español llegaron los insultos del
mexicano y la cosa terminó mal. Se desató una batalla campal sobre el ruedo,
con Barrera y El Conde a golpe limpio. Tuvieron que ser separados por sus
compañeros. Una vez restablecida la calma, Barrera le cortó los máximos trofeos
al toro. Obligado al triunfo, El Conde regaló el sobrero, al que indultó, y
ambos salieron a hombros de la plaza, tras lo cual llegó la reconciliación en
el hotel. El espectáculo gustó tanto en México que los empresarios de aquellas
plazas no dudaron en contratarles juntos durante bastantes tardes. Fue una
rivalidad que nació bajo sospecha de montaje de aquella originaria pelea.
Teatro o no, Barrera asegura que la pelea fue real. Los
puñetazos salieron rentables.
PADILLA, CON DÓLARES EN EL CALCETÍN
Pero no queda ahí la cosa, ya que la pelea guarda una
intrahistoria. Esa tarde, por temor a ser robado en el hotel mientras toreaba,
Antonio Barrera le dejó a Juan José Padilla un buen puñado de dólares para que
los llevara encima. Padilla, vestido de calle, iba a presenciar la corrida en
directo. Y decidió meterse los billetes en el calcetín para no perderlos y
estar seguro de que no se los robara nadie. Cuando sucedió el incidente entre
Barrera y El Conde, Padilla se lanzó al ruedo para separarlos.
Y, sin dudarlo, agarró al sevillano como si fuera un pelele.
- «Yo me di cuenta que mis pies no tocaban el suelo y empecé
a patalear como un niño. De repente, Padilla me habla al oído e instantes
después me quedo inmóvil y me tranquilizo».
La gente no entendía cómo Padilla había podido calmar de esa
forma a un torero fuera de sí que quería irse hacia El Conde para seguir la
pelea. ¿Qué le dijo Padilla a Barrera para que se quedara inmóvil al instante?
-«Muy sencillo. Me dijo: "Antonio, o te estás quieto, o
se me caen tus dólares"».
Anécdotas
extraídas del libro '300 anécdotas taurinas', del que La Esfera de los libros
acaba de editar la segunda edición.
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