viernes, 11 de mayo de 2018

FERIA DE SAN ISIDRO - HISTORIAS CURIOSAS DEL TOREO (IV): Fortes y el brasero

LUCAS PÉREZ
@lucasperezest 

Uno de los protagonistas de la tarde de hoy es Saúl Jiménez Fortes [hoy sólo Fortes en los carteles], un torero que sabe bien de la dureza de la profesión, habiendo superado dos de las cornadas más graves y aparatosas [ambas en el cuello] que se recuerdan en los últimos tiempos.

Muy disciplinado siempre en lo relativo a su profesión, afirma su círculo más cercano que cuando se quita el vestido de torear se convierte en un hombre de lo más despistado. Precisamente un despiste estuvo a punto de costarle un disgusto casi tan serio como los muchos que ha tenido que superar en una plaza.

Un día de 2012, después de un entrenamiento duro en el campo, Saúl llegó cansadísimo a casa. Se tumbó en el sofá y se puso a ver la tele calentándose con un brasero. Estaba cantado: el cansancio pudo con el torero, que pronto se quedó dormido con el brasero encendido. El calor iba subiendo y Jiménez Fortes continuaba dormido. Cuando se quiso dar cuenta, sufría quemaduras de segundo grado en buena parte de las piernas. Un ejemplo más del desorbitado punto en el que el torero sitúa su umbral del dolor. El susto, tremendo, pudo haber terminado en tragedia. Y para colmo toreaba unos días después en Sevilla.

Los médicos le aconsejaron entonces un mes de baja, pues tenían que hacerle injertos de piel en las zonas quemadas. Pero él se negó e hizo el paseíllo con grandes gasas bajo el traje de luces, que aliviaron, durante dos horas, los dolores causados por las quemaduras del brasero.

Anécdotas extraídas del libro '300 anécdotas taurinas', del que La Esfera de los libros acaba de editar la segunda edición.

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