El
extremeño rompe su silencio, abre las puertas de su casa a APLAUSOS y concede
una amplia entrevista en vísperas de su doble actuación en Madrid.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Y al final habló Talavante. En Aplausos nos
sentimos reconocidos. Sentados en el poyete de un cortijo decimonónico de
respetuosa restauración. Recompensa y gozo para el torero. Remanso de paz y
reflexión. La sombra de una trepadora alivia los rigores del sol. Los campos
llanos de Olivenza al frente y a sus pies. Un cigarro. Otro. Calada honda y
palabra pausada. Relajado. Amigos y toros son el argumento de la jornada. Hemos
olvidado la coacción de la grabadora. Charlamos simplemente.
-¿Qué es el
valor?
-El valor es tener dentro algo que decir y no ser
capaz de aguantártelo.
-¿Por qué
no querías hablar?
-Por dos cosas. Una, por no dejar preso mi toreo
de las palabras; y la segunda, para que mi texto no influya en aquello que el
aficionado siente cuando me ve torear.
Una pausa, una calada, otra, serenidad, silencio
apenas roto por el gorjeo de los pájaros.
-Han sido tiempos de mi vida en los que he buscado
la tranquilidad con los medios y he intentando centrarme lo más posible en mi
estilo. Era algo íntimo.
-¿Sin interés
estratégico, sin planeamientos, sin política mediática de por medio? Parecía
que…
-Nada. Lo niego. Convencimiento puro. El toreo
debe producirse sin ataduras, libre, ni siquiera la opinión de quien lo ejecute
debe tener importancia.
“No quiero dejar preso mi toreo de las palabras ni
que mi texto influya en aquello que el aficionado siente cuando me ve torear.
El toreo debe producirse sin ataduras, libre, ni siquiera la opinión de quien
lo ejecute debe tener importancia”
-Viéndote
aquí, en este ambiente, anunciado en los carteles principales de las ferias,
con tus amigos… te adivino un tipo feliz.
-La felicidad la asocio con la tranquilidad, con
la serenidad, también con la alegría y las tres sensaciones las experimento
normalmente en un día y aunque los hay de más estrés, esas sensaciones están
ahí.
-¿Feliz y
melancólico?
-Soy así. Un punto melancólico, quizás. Transmito
eso y no puedo escapar de ello.
-¿Serías
capaz de sonreír en la plaza por conveniencia, por oficio?
-¡Hombre!... si riéndome pudiese torear mejor
reiría, pero no creo que me ayudase mucho.
Y a la pregunta de qué le arrancaría una sonrisa
le sigue una risa abierta, una carcajada que vale por una exacta respuesta que
rompe cualquier formalidad de la entrevista.
-Que sepas que siempre tengo una sonrisa preparada
para arrancarse.
“Está claro que con la izquierda puedo mucho, aunque la
derecha poco a poco la estoy llevando al sitio de la izquierda pero si me sale
un toro con dificultades comienzo con la izquierda. Con el vuelo suelto me
encuentro más natural…”
-¿A
propósito, miedo y felicidad pueden convivir?
-Sí. Te diré que incluso estoy feliz por tener
miedo. Compañeros que no están en activo y otros toreros que torean menos dicen
que un torero necesita de esos miedos para sentirse vivo. Estar vivo es un
motivo para ser feliz…
-Alejandro ralentiza sus reflexiones, parece
masticar las ideas… Hace una pausa y continúa.
-El miedo te hace vivir, el miedo te da motivos
para ser feliz... Vivo porque hay motivos y razones para ello y el miedo es el
conducto de todos esos motivos.
-¿Cómo se
te manifiesta el miedo… Te agria el carácter?
-Sí. Me lo agria mucho conmigo mismo. Yo llegué a
pensar que era una persona insegura y no digo que no lo sea pero las
inseguridades no son otra cosa que los miedos. Esa forma de reaccionar son los
miedos simplemente, esa persona no eres tú.
-Quieres
decir que no eres un tipo agrio aunque en algún momento pueda parecerlo.
-Eso mismo. En esos momentos me doy cuenta, vuelvo
a respirar y vuelvo a calmarme. Vuelvo a ser yo.
Las carcajadas anteriores han sido apenas una
tregua. Es Talavante. Como recién descendido de un cuadro de El Greco. Serio. Ensimismado.
Misterioso. Longitudinal.. Atractivo. Periodísticamente, claro. Es Ramos y es
Benzema. Es hierro y es seda. Se es como se torea. O al revés. Tanto monta. ¿Es
pose o es auténtico?... se preguntaban, nos preguntábamos muchas veces. Es así.
Es Talavante. Tipo entrañable para quienes le tratan. Un ídolo en campo propio
con un matiz: la fiebre del campo propio se extiende. Es mucho y aún se cree,
lo creo firmemente, podría ser más. Es de esos toreros que será lo que quiera
ser.
-¿Te gusta
la competencia?
-No. Si compito, pierdo. Conozco mis límites.
“¿Innovador?... Me estimula tener un folio en
blanco y poder llenarlo. Eso es un privilegio. Poder estimular el sentimiento
de alguien que te está viendo porque no esperaba aquello me divierte”
-Pero tu
mundo es muy competitivo.
-Ya. Sí… Pero si compito, pierdo. Si juego una
partida de cartas y juego para ganarte, pierdo.
-Pero en la
plaza…
-Lo mismo. Si alguna vez he salido para competir
con alguien, he perdido. Tiene una explicación. Yo no juzgo a nadie, pero con
frecuencia tengo el defecto de juzgarme a mí mismo. Si de alguna manera puedo
estar en la pelea es compitiendo con mi reflejo, conmigo. Lo mejor que puedo
hacer por mí en esas situaciones es meterme con mis defectos. La suerte es que
yo los conozco.
-¿Y tienes
muchos?
-¡Joder si tengo!… Y aparecen más y más, aparecen
y aparecen…
-¿Entonces
por dónde encuentras el camino de la superación?
-Por la razón que te hace vivir, que es torear. Te
dices que si llevo toda la vida haciendo esto, si tomé la decisión de ser
torero antes de tener uso de razón, está claro que esa es la razón de mi vida,
torear. Y quiero torear cada vez mejor. Lo hago por eso, ni siquiera lo hago
por mí. Yo sé que nunca voy a torear como me gustaría, siempre voy a estar acercándome,
acercándome, acercándome… Es una pelea íntima.
-Ese estado
de búsqueda y no lograrlo puede parecer frustrante.
-No, porque la experiencia te dice que acercarse
es mucho.
-¿Te
divierte la profesión?
-La profesión, no. Me divierte el lenguaje,
entenderlo es muy divertido, te enseña a interpretar.
-Tú eres un
innovador. Diría que eres de los que creas tendencia. Recordemos: aquel natural
eterno de Sevilla que se apresuraron a intentar todos, la arrucina -tan en
desuso que muchos tuvieron que ir a la hemeroteca para recordar su nombre-, el
parar los toros con el envés del capote, los arranques de faena…
-El pase cambiado por la espalda de rodillas lo
hice yo primero.
“Solo pienso en cuajar momentos y toros. Si me anuncio veinte
tardes al año sé que soy capaz de concentrar otras tantas tardes como la de
Sevilla, salir cincuenta tardes así es muy difícil pero lo voy a intentar”
-Innovador
pues.
-Sí.
-Te
estimula.
-Me estimula tener un folio en blanco y poder
llenarlo. Eso es un privilegio. Poder estimular el sentimiento de alguien que
te está viendo porque no esperaba aquello en ese momento o incluso ser capaz de
pulir no una suerte si no un conjunto de suertes y presentárselas al público y
que el público se emocione, me divierte mucho. Ves a la gente contenta y eso me
gusta.
-¿Y
estarías más cerca de la épica o de la mística?
-No sé. No me gusta estar cerca de ná. Me gusta
estar en el espacio.
-En la
mística pues.
-Dilo como quieras.
-¿Crees en
la solidaridad gremial, en el toro se puede ser compañero y amigo?
-Sí creo en ella, pero el arte, la concepción
artística que tenemos en esta profesión, es un ejercicio muy individual. Tan
individual que ni siquiera lo puedes compartir con tu familia. También es
cierto que la gente con la que mejor me he entendido la he conocido dentro del
toro. Eso sucede porque compartes algo. El toro es una pasión, en realidad una
manera de vivir.
-A gente
que no ha sido necesariamente figura del toreo te refieres.
-No. O sí. A compañeros con los que no tienes
amistad, coincides en la plaza y te entiendes muy rápido porque estás hablando
entre toreros. Aunque no lo conocieses de nada te entenderías rápido.
LA OPINIÓN MÁS PURA
-¿Tú tienes
una buena opinión del mundo del toro más allá del concepto puro y estricto del
toreo?... Como entidad comercial, como mundillo de negocio, me refiero. Muchas
veces renegamos de él.
-Las opiniones mutan… Me daría miedo darte una
opinión que dentro de unos años tuviese que rectificar pero yo creo que, como
en todo, hay cosas que mejorar. Eso, visto de manera constructiva, puede ser
algo positivo para la gente que está dentro de él. Significa que hay margen de
mejora. Yo formo parte de esto y por tanto mi opinión no es importante, la que
importa es la opinión del aficionado.
-Pero
vosotros los profesionales…
-Un profesional puede tener más conocimientos que
un aficionado, pero el aficionado siempre te va a decir lo que ha sentido. El
profesional como tal tiene intereses y a mí los intereses siempre me han
sentado muy malamente. La opinión más pura es la del aficionado que está libre
de todo eso.
-¿Cómo
explicarías todo el trasiego que has tenido en tus administraciones?... Has
estado con los más independientes y con los más establecidos, con los menos
contaminados y con los más implicados… con los de abajo y con los de más abajo.
-Todos me dejaron algo dentro siendo todos muy
diferentes, con personalidades muy distintas. Mi maestro fue Antonio
(Corbacho)…
-Hubo un
momento en que estabas tensionado con él.
-No es momento de hablar de eso. Aquello se acabó
y se acabó todo, pero él es mi maestro. Él es quien me abrió las puertas. Sus
conocimientos disciplinarios y de entrenamiento siguen siendo todos los días mi
juez. Eso es un motivo que me genera mucha felicidad. Con el tiempo, igual que
las opiniones van mutando, sus consejos van abarcando más y más cosas. Lo que
entendía cuando me lo decía no tiene nada que ver con lo que soy capaz de
entender ahora. Él fue mi maestro incluso cuando lo dejé con él. Cuando las
cosas se torcieron noté mucho su ausencia a pesar de tener la enorme suerte de
encontrarme con Manuel (Chopera) que me dio un cariño y una compañía tremenda.
-Hubo
otros.
-Sí, claro. Después de aquello comencé el camino
de búsqueda hacia adentro y pensé que Curro Vázquez era una persona de la que
podía aprender muchas cosas. Me hubiese gustado estar más tiempo con él, pero
las cosas se dieron así.
-Punto y
seguido.
-Luego llegó otra época muy bonita junto a don
Alberto Bailleres, en la que recibir el cariño de forma muy directa de José
Antonio Morante fue un elemento de aprendizaje tremendo del que estoy
orgulloso. Ahora estoy con la persona con la que he querido estar siempre. A
Toño (Matilla) como profesional le conocía desde hace mucho tiempo y aunque el
tema administrativo no tiene que ver con lo que pasa en la plaza, estoy muy a
gusto con él.
-Morante se
volcó mucho contigo, dices.
-Es que yo he sido un torero con mucha suerte. En
este caso te puedo decir que he podido aprender mucho cerca de él. Cuando
comencé a querer ser torero como quien dice, él estaba en Olivenza cortándole
un rabo a un toro de Fuente Ymbro y esa admiración me ha permitido aprender
muchas cosas. Dentro de que seamos radicalmente distintos me identifico mucho
con su manera de interpretar el toreo.
“Un profesional puede tener más conocimientos que un
aficionado, pero el aficionado siempre te va a decir lo que ha sentido. El
profesional como tal tiene intereses y a mí los intereses siempre me han
sentado muy malamente”
-¿Con José
Tomás también tuviste mucha relación?
-No tanta, pero le vi mucho en el campo.
-¿Y verlo
es suficiente?
-A mí no me gusta tanto hablar de toros como ver
toros. Viendo ya puedo asimilar.
En una de las paredes del palco de la placita, por
arriba de la tronera, hay una galería de fotos monumentales de toreros
monumentales que claman a los cuatro vientos la devoción artística del dueño.
Joselito, Belmonte, Paula, Romero, Ordóñez, Camino, Viti, El Cordobés,
Manzanares, Ojeda, Joselito, José Tomás, Morante… y no sé si me olvido de
alguno más. Ninguna de él.
-Es que me tengo muy visto -bromea-.
Talavante ha mantenido una evolución artística que
ha ido añadiéndole matices a su toreo, que le ha hecho más atractivo y desde
luego más personal. Ya nadie habla de parecidos con nadie, al contrario. Cuando
se refiere a su primera época, el propio torero habla de un estilo basado en el
poder y lo explica.
-En el poder entra sobre todo el valor. El poder
resume acciones en las que no se piensan las cosas, yo me lanzaba al toreo sin
haberlo pensado. Ahora creo que me lanzo pero también que soy capaz de
desnudarme delante del toro, me expreso tal y como soy y cada vez mejor. Cada
vez me voy conociendo más y eso me empuja hacia aquello que te hace sentir más,
gira hacia el corazón.
-Antes eras
más músculo y ahora más sentimiento.
-Seguro. Si has nacido con condiciones toreras en
un principio abusas incluso de esa capacidad, pero para comunicar se necesita
de otras cosas.
-¿Actualmente
qué te estimula más en la plaza?
-Acercarme a cuajar una faena o un momento de la
lidia que suponga dar un paso más allá en la reunión con el toro. Hay valores
en mi toreo de ahora que antes no tenía ni contemplaba, por ejemplo el respeto
a las distancias del toro. Antes con el poder no lo veía, pero ahora lo veo,
soy capaz de apreciar cuándo estoy respetando la distancia para que se mantenga
la sensación de que allí hay un toro y que no está agotado, que es una
sensación que corta el ritmo de la faena.
“Yo no toreo por dinero. La pasta es más importante por el
respeto que le dan los demás que por el respeto que le da uno mismo”
-Borrada la
corta distancia, pues.
-No. Me gusta también, pero cuando el toro te pide
que acortes las distancias. Si lo pide la acortas, porque eso es medir las
distancias. Las distancias son fundamentales para el toreo. A ese tipo de cosas
yo no le daba cariño y ahora me parecen muy importantes.
-¿Y las
alturas?
-Lo mismo, igual. Las distancias serían el espacio
medido en horizontal y las alturas, en vertical. Van combinadas, no se podrían
separar una de otra.
-Hablemos
de la temporada. ¿Cómo quieres que sea, acaso de torear mucho o eres partidario
en este caso de la contención?
-Ese es uno de mis retos. La manera de torear que
quiero es muy difícil de expresar cincuenta tardes. A día de hoy me parece muy
complicado, pero sí puedo hacer ese toreo muchas tardes. Físicamente me
encuentro muy bien, combino experiencia con juventud, y sí, puedo hacerlo
muchas tardes, pero...
-¿Cómo
gobernamos eso?
-Yo sólo pienso en cuajar momentos y toros. No sé
las veces que podré hacerlo pero lo voy a intentar conseguir en el mayor número
de tardes posible. De hecho voy a intentar hacerlo en todas las que estoy
anunciado. Sé que eso es imposible pero con eso ya cuento. Te digo más…
-Dime.
-Si me anuncio veinte tardes al año sé que soy
capaz de concentrar otras tantas tardes como la de Sevilla, salir cincuenta
tardes así es muy difícil pero lo voy a intentar.
-Me habías
dicho que Bilbao te hace una ilusión especial.
-Sí. Mucha ilusión. Es uno de los retos de mi
carrera. Tengo la esperanza de que como me ha pasado con Castellón, donde en
principio no se dieron las cosas, acabe siendo una de mis plazas.
-¿Hay
química con las plazas?
-Desde luego. En un sentido y en otro. Pero la
química cambia en una tarde. El son y el compás pueden cambiar en un instante.
Y hay que creer esa teoría porque, si no, no cambiaría nunca.
-Y en esta
historia tan bonita y tan romántica que estamos analizando parece que no haya
lugar a la pasta.
-Yo no toreo por dinero. Eso seguro. Si no,
llegado a este límite de mi vida, sólo torearía en la plaza. No buscaría cosas
en el campo, pero la pasta es más importante por el respeto que le dan los
demás que por el respeto que le da uno mismo.
EL CUELLO DE LOS TOROS
-Hablemos
del toro. Qué es lo primero que les ves.
-El cuello. En cuanto aparece por chiqueros sé si
tiene cuello o si no tiene. En el gesto de correr hacia el burladero es cuando
alarga el cuello y se ve. Si no tiene ya sabes que al final del muletazo le va
a costar más empujar la muleta.
-¿Y te
condiciona mucho, eres del primer golpe o un toro es capaz de convencerte poco
a poco?
-Ser ganadero me ha permitido comprender al
ganadero, ya sé lo difícil que es que un toro embista. Ahora les perdono más
cosas a los toros. Les doy más crédito, de la misma forma que en mi casa no
sale una vaca que me guste.
-La
condición de ganadero me decías antes que entraba en contradicción con la
condición de torero.
-Pues sí, porque un torero le tiene que perdonar
muchos matices al toro y el ganadero al toro no le debe perdonar nada.
“Tengo facilidad para el toreo pero no tengo facilidad para
comunicar algo que no me guste. Y si no me gusta no te lo voy a poner encima de
la mesa, prefiero no darte de comer”
Previo a la entrevista hubo tentadero. Una
exhibición. Lujo en las embestidas del novillo colorado y lujo en las
respuestas del ganadero torero.
-¿Cuál es
tu arma Alejandro?... Yo decía que las muñecas pero, ¿cuál más?
-Está claro que con la izquierda puedo mucho.
-¿Más que
con la derecha?
-Sí, aunque la derecha poco a poco la estoy
llevando al sitio de la izquierda, pero si me sale un toro con dificultades
comienzo con la izquierda, con eso te lo digo todo. Con el vuelo suelto me
encuentro más natural…
-Pues
quitémosle la espada a la derecha.
-La derecha me gusta con espada. Sin espada por
sistema no me gusta. Las cosas deben ser como son.
-¿Improvisas
en la plaza?
-Sí. Pero hay días clave que tienes cosas que
contar, que vas a la plaza con las cosas claras y no tienes necesidad.
-¿Puedes
mentir en la plaza?
-Creo que no. No busco mentir.
-Eso podría
interpretarse como profesionalidad.
-Yo soy profesional. Yo tengo facilidad para el
toreo pero no tengo facilidad para comunicar algo que no me guste. Y si no me
gusta no te lo voy a poner encima de la mesa, prefiero no darte de comer.
-Con el
capote has mejorado.
-De pequeño toreaba bien y al principio de matador
perdí un poco el compás pero lo he ido recuperando. A veces me veo sobrado y
eso no me ayuda, pero claro que mejoro.
-Y si
cuajas un toro lo aseguras con la espada, eso lo hemos visto recientemente.
-Yo lo aseguro.
-¿Lo matas
seguro quieres decir?
-Seguro que le hago la suerte bien y haciéndole la
suerte bien es más seguro que lo mate bien.
-En Sevilla
te pegó un tragantón fuerte.
-En la faena me había avisado, me había soltado la
cara, pero lo quise matar bien y lo maté. Cuando me atrapó ya le había hecho la
suerte y estaba muerto. A veces me pasa. Ese es el riesgo. Me pasó también el
año pasado en Zaragoza y en Sevilla… Sé que entrando así me pueden dar pero si
lo he cuajado asumo ese reto. Yo he sufrido mucho con la espada. Los pinchaba.
Y tengo que reconocer que los públicos me supieron esperar en ese tiempo. Ahora
lo único que me da confianza es hacer la suerte muy pura y, como lo sé, cuando
me he gustado en un toro intento rematarlo.
-El toreo
es curvo.
-Y para atrás. Y de arriba para abajo. No puede
terminar por arriba, eso nunca.
-Y no me gustaría tampoco acabar nunca esta charla
pero los tiempos y los espacios tienen su medida. Algún día… habrá continuidad.
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