martes, 15 de mayo de 2018

LOS ENCUENTROS DE JOSÉ LUIS BENLLOCH - Talavante, a corazón abierto

El extremeño rompe su silencio, abre las puertas de su casa a APLAUSOS y concede una amplia entrevista en vísperas de su doble actuación en Madrid.
JOSÉ LUIS BENLLOCH

Y al final habló Talavante. En Aplausos nos sentimos reconocidos. Sentados en el poyete de un cortijo decimonónico de respetuosa restauración. Recompensa y gozo para el torero. Remanso de paz y reflexión. La sombra de una trepadora alivia los rigores del sol. Los campos llanos de Olivenza al frente y a sus pies. Un cigarro. Otro. Calada honda y palabra pausada. Relajado. Amigos y toros son el argumento de la jornada. Hemos olvidado la coacción de la grabadora. Charlamos simplemente.


-¿Qué es el valor?
-El valor es tener dentro algo que decir y no ser capaz de aguantártelo.

-¿Por qué no querías hablar?
-Por dos cosas. Una, por no dejar preso mi toreo de las palabras; y la segunda, para que mi texto no influya en aquello que el aficionado siente cuando me ve torear.

Una pausa, una calada, otra, serenidad, silencio apenas roto por el gorjeo de los pájaros.
-Han sido tiempos de mi vida en los que he buscado la tranquilidad con los medios y he intentando centrarme lo más posible en mi estilo. Era algo íntimo.

-¿Sin interés estratégico, sin planeamientos, sin política mediática de por medio? Parecía que…
-Nada. Lo niego. Convencimiento puro. El toreo debe producirse sin ataduras, libre, ni siquiera la opinión de quien lo ejecute debe tener importancia.

“No quiero dejar preso mi toreo de las palabras ni que mi texto influya en aquello que el aficionado siente cuando me ve torear. El toreo debe producirse sin ataduras, libre, ni siquiera la opinión de quien lo ejecute debe tener importancia”

-Viéndote aquí, en este ambiente, anunciado en los carteles principales de las ferias, con tus amigos… te adivino un tipo feliz.
-La felicidad la asocio con la tranquilidad, con la serenidad, también con la alegría y las tres sensaciones las experimento normalmente en un día y aunque los hay de más estrés, esas sensaciones están ahí.

-¿Feliz y melancólico?
-Soy así. Un punto melancólico, quizás. Transmito eso y no puedo escapar de ello.

-¿Serías capaz de sonreír en la plaza por conveniencia, por oficio?
-¡Hombre!... si riéndome pudiese torear mejor reiría, pero no creo que me ayudase mucho.

Y a la pregunta de qué le arrancaría una sonrisa le sigue una risa abierta, una carcajada que vale por una exacta respuesta que rompe cualquier formalidad de la entrevista.
-Que sepas que siempre tengo una sonrisa preparada para arrancarse.

“Está claro que con la izquierda puedo mucho, aunque la derecha poco a poco la estoy llevando al sitio de la izquierda pero si me sale un toro con dificultades comienzo con la izquierda. Con el vuelo suelto me encuentro más natural…”

-¿A propósito, miedo y felicidad pueden convivir?
-Sí. Te diré que incluso estoy feliz por tener miedo. Compañeros que no están en activo y otros toreros que torean menos dicen que un torero necesita de esos miedos para sentirse vivo. Estar vivo es un motivo para ser feliz…

-Alejandro ralentiza sus reflexiones, parece masticar las ideas… Hace una pausa y continúa.
-El miedo te hace vivir, el miedo te da motivos para ser feliz... Vivo porque hay motivos y razones para ello y el miedo es el conducto de todos esos motivos.

-¿Cómo se te manifiesta el miedo… Te agria el carácter?
-Sí. Me lo agria mucho conmigo mismo. Yo llegué a pensar que era una persona insegura y no digo que no lo sea pero las inseguridades no son otra cosa que los miedos. Esa forma de reaccionar son los miedos simplemente, esa persona no eres tú.

-Quieres decir que no eres un tipo agrio aunque en algún momento pueda parecerlo.
-Eso mismo. En esos momentos me doy cuenta, vuelvo a respirar y vuelvo a calmarme. Vuelvo a ser yo.

 

Las carcajadas anteriores han sido apenas una tregua. Es Talavante. Como recién descendido de un cuadro de El Greco. Serio. Ensimismado. Misterioso. Longitudinal.. Atractivo. Periodísticamente, claro. Es Ramos y es Benzema. Es hierro y es seda. Se es como se torea. O al revés. Tanto monta. ¿Es pose o es auténtico?... se preguntaban, nos preguntábamos muchas veces. Es así. Es Talavante. Tipo entrañable para quienes le tratan. Un ídolo en campo propio con un matiz: la fiebre del campo propio se extiende. Es mucho y aún se cree, lo creo firmemente, podría ser más. Es de esos toreros que será lo que quiera ser.

-¿Te gusta la competencia?
-No. Si compito, pierdo. Conozco mis límites.

“¿Innovador?... Me estimula tener un folio en blanco y poder llenarlo. Eso es un privilegio. Poder estimular el sentimiento de alguien que te está viendo porque no esperaba aquello me divierte”

-Pero tu mundo es muy competitivo.
-Ya. Sí… Pero si compito, pierdo. Si juego una partida de cartas y juego para ganarte, pierdo.

-Pero en la plaza…
-Lo mismo. Si alguna vez he salido para competir con alguien, he perdido. Tiene una explicación. Yo no juzgo a nadie, pero con frecuencia tengo el defecto de juzgarme a mí mismo. Si de alguna manera puedo estar en la pelea es compitiendo con mi reflejo, conmigo. Lo mejor que puedo hacer por mí en esas situaciones es meterme con mis defectos. La suerte es que yo los conozco.

-¿Y tienes muchos?
-¡Joder si tengo!… Y aparecen más y más, aparecen y aparecen…

-¿Entonces por dónde encuentras el camino de la superación?
-Por la razón que te hace vivir, que es torear. Te dices que si llevo toda la vida haciendo esto, si tomé la decisión de ser torero antes de tener uso de razón, está claro que esa es la razón de mi vida, torear. Y quiero torear cada vez mejor. Lo hago por eso, ni siquiera lo hago por mí. Yo sé que nunca voy a torear como me gustaría, siempre voy a estar acercándome, acercándome, acercándome… Es una pelea íntima.

-Ese estado de búsqueda y no lograrlo puede parecer frustrante.
-No, porque la experiencia te dice que acercarse es mucho.

-¿Te divierte la profesión?
-La profesión, no. Me divierte el lenguaje, entenderlo es muy divertido, te enseña a interpretar.

-Tú eres un innovador. Diría que eres de los que creas tendencia. Recordemos: aquel natural eterno de Sevilla que se apresuraron a intentar todos, la arrucina -tan en desuso que muchos tuvieron que ir a la hemeroteca para recordar su nombre-, el parar los toros con el envés del capote, los arranques de faena…
-El pase cambiado por la espalda de rodillas lo hice yo primero.

“Solo pienso en cuajar momentos y toros. Si me anuncio veinte tardes al año sé que soy capaz de concentrar otras tantas tardes como la de Sevilla, salir cincuenta tardes así es muy difícil pero lo voy a intentar”

-Innovador pues.
-Sí.

-Te estimula.
-Me estimula tener un folio en blanco y poder llenarlo. Eso es un privilegio. Poder estimular el sentimiento de alguien que te está viendo porque no esperaba aquello en ese momento o incluso ser capaz de pulir no una suerte si no un conjunto de suertes y presentárselas al público y que el público se emocione, me divierte mucho. Ves a la gente contenta y eso me gusta.

-¿Y estarías más cerca de la épica o de la mística?
-No sé. No me gusta estar cerca de ná. Me gusta estar en el espacio.

-En la mística pues.
-Dilo como quieras.

-¿Crees en la solidaridad gremial, en el toro se puede ser compañero y amigo?
-Sí creo en ella, pero el arte, la concepción artística que tenemos en esta profesión, es un ejercicio muy individual. Tan individual que ni siquiera lo puedes compartir con tu familia. También es cierto que la gente con la que mejor me he entendido la he conocido dentro del toro. Eso sucede porque compartes algo. El toro es una pasión, en realidad una manera de vivir.

-A gente que no ha sido necesariamente figura del toreo te refieres.
-No. O sí. A compañeros con los que no tienes amistad, coincides en la plaza y te entiendes muy rápido porque estás hablando entre toreros. Aunque no lo conocieses de nada te entenderías rápido.

LA OPINIÓN MÁS PURA

-¿Tú tienes una buena opinión del mundo del toro más allá del concepto puro y estricto del toreo?... Como entidad comercial, como mundillo de negocio, me refiero. Muchas veces renegamos de él.
-Las opiniones mutan… Me daría miedo darte una opinión que dentro de unos años tuviese que rectificar pero yo creo que, como en todo, hay cosas que mejorar. Eso, visto de manera constructiva, puede ser algo positivo para la gente que está dentro de él. Significa que hay margen de mejora. Yo formo parte de esto y por tanto mi opinión no es importante, la que importa es la opinión del aficionado.

-Pero vosotros los profesionales…
-Un profesional puede tener más conocimientos que un aficionado, pero el aficionado siempre te va a decir lo que ha sentido. El profesional como tal tiene intereses y a mí los intereses siempre me han sentado muy malamente. La opinión más pura es la del aficionado que está libre de todo eso.

-¿Cómo explicarías todo el trasiego que has tenido en tus administraciones?... Has estado con los más independientes y con los más establecidos, con los menos contaminados y con los más implicados… con los de abajo y con los de más abajo.
-Todos me dejaron algo dentro siendo todos muy diferentes, con personalidades muy distintas. Mi maestro fue Antonio (Corbacho)…

-Hubo un momento en que estabas tensionado con él.
-No es momento de hablar de eso. Aquello se acabó y se acabó todo, pero él es mi maestro. Él es quien me abrió las puertas. Sus conocimientos disciplinarios y de entrenamiento siguen siendo todos los días mi juez. Eso es un motivo que me genera mucha felicidad. Con el tiempo, igual que las opiniones van mutando, sus consejos van abarcando más y más cosas. Lo que entendía cuando me lo decía no tiene nada que ver con lo que soy capaz de entender ahora. Él fue mi maestro incluso cuando lo dejé con él. Cuando las cosas se torcieron noté mucho su ausencia a pesar de tener la enorme suerte de encontrarme con Manuel (Chopera) que me dio un cariño y una compañía tremenda.

-Hubo otros.
-Sí, claro. Después de aquello comencé el camino de búsqueda hacia adentro y pensé que Curro Vázquez era una persona de la que podía aprender muchas cosas. Me hubiese gustado estar más tiempo con él, pero las cosas se dieron así.

-Punto y seguido.
-Luego llegó otra época muy bonita junto a don Alberto Bailleres, en la que recibir el cariño de forma muy directa de José Antonio Morante fue un elemento de aprendizaje tremendo del que estoy orgulloso. Ahora estoy con la persona con la que he querido estar siempre. A Toño (Matilla) como profesional le conocía desde hace mucho tiempo y aunque el tema administrativo no tiene que ver con lo que pasa en la plaza, estoy muy a gusto con él.

-Morante se volcó mucho contigo, dices.
-Es que yo he sido un torero con mucha suerte. En este caso te puedo decir que he podido aprender mucho cerca de él. Cuando comencé a querer ser torero como quien dice, él estaba en Olivenza cortándole un rabo a un toro de Fuente Ymbro y esa admiración me ha permitido aprender muchas cosas. Dentro de que seamos radicalmente distintos me identifico mucho con su manera de interpretar el toreo.

“Un profesional puede tener más conocimientos que un aficionado, pero el aficionado siempre te va a decir lo que ha sentido. El profesional como tal tiene intereses y a mí los intereses siempre me han sentado muy malamente”

-¿Con José Tomás también tuviste mucha relación?
-No tanta, pero le vi mucho en el campo.

-¿Y verlo es suficiente?
-A mí no me gusta tanto hablar de toros como ver toros. Viendo ya puedo asimilar.

En una de las paredes del palco de la placita, por arriba de la tronera, hay una galería de fotos monumentales de toreros monumentales que claman a los cuatro vientos la devoción artística del dueño. Joselito, Belmonte, Paula, Romero, Ordóñez, Camino, Viti, El Cordobés, Manzanares, Ojeda, Joselito, José Tomás, Morante… y no sé si me olvido de alguno más. Ninguna de él.

-Es que me tengo muy visto -bromea-.

Talavante ha mantenido una evolución artística que ha ido añadiéndole matices a su toreo, que le ha hecho más atractivo y desde luego más personal. Ya nadie habla de parecidos con nadie, al contrario. Cuando se refiere a su primera época, el propio torero habla de un estilo basado en el poder y lo explica.

-En el poder entra sobre todo el valor. El poder resume acciones en las que no se piensan las cosas, yo me lanzaba al toreo sin haberlo pensado. Ahora creo que me lanzo pero también que soy capaz de desnudarme delante del toro, me expreso tal y como soy y cada vez mejor. Cada vez me voy conociendo más y eso me empuja hacia aquello que te hace sentir más, gira hacia el corazón.

-Antes eras más músculo y ahora más sentimiento.
-Seguro. Si has nacido con condiciones toreras en un principio abusas incluso de esa capacidad, pero para comunicar se necesita de otras cosas.

-¿Actualmente qué te estimula más en la plaza?
-Acercarme a cuajar una faena o un momento de la lidia que suponga dar un paso más allá en la reunión con el toro. Hay valores en mi toreo de ahora que antes no tenía ni contemplaba, por ejemplo el respeto a las distancias del toro. Antes con el poder no lo veía, pero ahora lo veo, soy capaz de apreciar cuándo estoy respetando la distancia para que se mantenga la sensación de que allí hay un toro y que no está agotado, que es una sensación que corta el ritmo de la faena.

“Yo no toreo por dinero. La pasta es más importante por el respeto que le dan los demás que por el respeto que le da uno mismo”

-Borrada la corta distancia, pues.
-No. Me gusta también, pero cuando el toro te pide que acortes las distancias. Si lo pide la acortas, porque eso es medir las distancias. Las distancias son fundamentales para el toreo. A ese tipo de cosas yo no le daba cariño y ahora me parecen muy importantes.

-¿Y las alturas?
-Lo mismo, igual. Las distancias serían el espacio medido en horizontal y las alturas, en vertical. Van combinadas, no se podrían separar una de otra.

-Hablemos de la temporada. ¿Cómo quieres que sea, acaso de torear mucho o eres partidario en este caso de la contención?
-Ese es uno de mis retos. La manera de torear que quiero es muy difícil de expresar cincuenta tardes. A día de hoy me parece muy complicado, pero sí puedo hacer ese toreo muchas tardes. Físicamente me encuentro muy bien, combino experiencia con juventud, y sí, puedo hacerlo muchas tardes, pero...

-¿Cómo gobernamos eso?
-Yo sólo pienso en cuajar momentos y toros. No sé las veces que podré hacerlo pero lo voy a intentar conseguir en el mayor número de tardes posible. De hecho voy a intentar hacerlo en todas las que estoy anunciado. Sé que eso es imposible pero con eso ya cuento. Te digo más…

-Dime.
-Si me anuncio veinte tardes al año sé que soy capaz de concentrar otras tantas tardes como la de Sevilla, salir cincuenta tardes así es muy difícil pero lo voy a intentar.

-Me habías dicho que Bilbao te hace una ilusión especial.
-Sí. Mucha ilusión. Es uno de los retos de mi carrera. Tengo la esperanza de que como me ha pasado con Castellón, donde en principio no se dieron las cosas, acabe siendo una de mis plazas.

-¿Hay química con las plazas?
-Desde luego. En un sentido y en otro. Pero la química cambia en una tarde. El son y el compás pueden cambiar en un instante. Y hay que creer esa teoría porque, si no, no cambiaría nunca.

-Y en esta historia tan bonita y tan romántica que estamos analizando parece que no haya lugar a la pasta.
-Yo no toreo por dinero. Eso seguro. Si no, llegado a este límite de mi vida, sólo torearía en la plaza. No buscaría cosas en el campo, pero la pasta es más importante por el respeto que le dan los demás que por el respeto que le da uno mismo.

EL CUELLO DE LOS TOROS

-Hablemos del toro. Qué es lo primero que les ves.
-El cuello. En cuanto aparece por chiqueros sé si tiene cuello o si no tiene. En el gesto de correr hacia el burladero es cuando alarga el cuello y se ve. Si no tiene ya sabes que al final del muletazo le va a costar más empujar la muleta.

-¿Y te condiciona mucho, eres del primer golpe o un toro es capaz de convencerte poco a poco?
-Ser ganadero me ha permitido comprender al ganadero, ya sé lo difícil que es que un toro embista. Ahora les perdono más cosas a los toros. Les doy más crédito, de la misma forma que en mi casa no sale una vaca que me guste.

-La condición de ganadero me decías antes que entraba en contradicción con la condición de torero.
-Pues sí, porque un torero le tiene que perdonar muchos matices al toro y el ganadero al toro no le debe perdonar nada.

“Tengo facilidad para el toreo pero no tengo facilidad para comunicar algo que no me guste. Y si no me gusta no te lo voy a poner encima de la mesa, prefiero no darte de comer”

Previo a la entrevista hubo tentadero. Una exhibición. Lujo en las embestidas del novillo colorado y lujo en las respuestas del ganadero torero.

-¿Cuál es tu arma Alejandro?... Yo decía que las muñecas pero, ¿cuál más?
-Está claro que con la izquierda puedo mucho.

-¿Más que con la derecha?
-Sí, aunque la derecha poco a poco la estoy llevando al sitio de la izquierda, pero si me sale un toro con dificultades comienzo con la izquierda, con eso te lo digo todo. Con el vuelo suelto me encuentro más natural…

-Pues quitémosle la espada a la derecha.
-La derecha me gusta con espada. Sin espada por sistema no me gusta. Las cosas deben ser como son.

-¿Improvisas en la plaza?
-Sí. Pero hay días clave que tienes cosas que contar, que vas a la plaza con las cosas claras y no tienes necesidad.

-¿Puedes mentir en la plaza?
-Creo que no. No busco mentir.

-Eso podría interpretarse como profesionalidad.
-Yo soy profesional. Yo tengo facilidad para el toreo pero no tengo facilidad para comunicar algo que no me guste. Y si no me gusta no te lo voy a poner encima de la mesa, prefiero no darte de comer.

-Con el capote has mejorado.
-De pequeño toreaba bien y al principio de matador perdí un poco el compás pero lo he ido recuperando. A veces me veo sobrado y eso no me ayuda, pero claro que mejoro.

-Y si cuajas un toro lo aseguras con la espada, eso lo hemos visto recientemente.
-Yo lo aseguro.

-¿Lo matas seguro quieres decir?
-Seguro que le hago la suerte bien y haciéndole la suerte bien es más seguro que lo mate bien.

-En Sevilla te pegó un tragantón fuerte.
-En la faena me había avisado, me había soltado la cara, pero lo quise matar bien y lo maté. Cuando me atrapó ya le había hecho la suerte y estaba muerto. A veces me pasa. Ese es el riesgo. Me pasó también el año pasado en Zaragoza y en Sevilla… Sé que entrando así me pueden dar pero si lo he cuajado asumo ese reto. Yo he sufrido mucho con la espada. Los pinchaba. Y tengo que reconocer que los públicos me supieron esperar en ese tiempo. Ahora lo único que me da confianza es hacer la suerte muy pura y, como lo sé, cuando me he gustado en un toro intento rematarlo.

-El toreo es curvo.
-Y para atrás. Y de arriba para abajo. No puede terminar por arriba, eso nunca.

-Y no me gustaría tampoco acabar nunca esta charla pero los tiempos y los espacios tienen su medida. Algún día… habrá continuidad.

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