Que
Aguado, Lorenzo, Román… etcétera, etcétera pudiesen abrir cartel en los días
importantes con las figuras acababa con la excusa de las figuras y abría a los
chicos una cantidad de puestos que ahora ocupan veteranos y toreros de menos
proyección
La incorporación de los nuevos valores a las
ferias sigue siendo un drama, en realidad un caballo de batalla indomable al
que nadie le pone la cabezada. Ni el cambio del novillo al toro por mucho que
el novillo actual sea más toro que nunca; ni la comprensión del gran público
que a la hora de elegir cartel los quiere cuajados y famosos y cuanto más
mejor, sin que se sepa cómo pueden llegar a eso si no torean; ni la obsesión,
secular por cierto, de los grandes matadores en no abrir cartel, ahí reside el
problemón; ni mucho menos la estrategia tan general entre las figuras de
amontonarse en un mismo cartel para asegurar el tirón taquillero y repartirse
responsabilidades en la materia, les facilita el camino de acceso, de tal forma
que cada temporada, cada día, aun habiendo una conciencia general del problema,
es más difícil la incorporación de jóvenes a los días, carteles, ferias y
divisas en los que se podría acelerar su consolidación técnica y popular.
Si se
inventan confirmaciones donde nunca hubo, por qué no se normaliza que los
jóvenes puedan abrir cartel.
Ahora mismo triunfan, el caso último puede ser el
de Pablo Aguado en Sevilla, lo mento por ser el último precisamente, pero hay
muchos, triunfan, despiertan ilusiones y pasan directamente a una lista de las
de espera y desespera, pendientes de un milagro que no llega o de la
consideración puntual de alguna figura, o de una carambola o en el mejor de los
casos se les reserva un puesto en los días de menos asistencia en las ferias y
con las divisas menos propicias. Así que salen pocos y a los que salen los
congelamos a la espera de otro milagro. Milagro es valer, milagro es salir y
milagro es que te puedas descongelar. Mucho milagro para época tan agnóstica.
El problema es de tal dimensión, requiere de tanta
urgencia, que merece medidas de lo más drásticas y valientes. Y entre esas
medidas flota en el ambiente una muy sencilla y se antoja que eficaz a la hora
de desatascar ese embudo, que Santiago López, que sufrió el problema en carne
propia en sus tiempos de apoderado de nuevos valores, defiende con un fervor al
que no tengo empacho en sumarme. Se refiere a una demora en el tema de la
antigüedad de los carteles. Que no tendría que ser definitiva, con que valiese
en los dos o tres primeros años de alternativa sería suficiente. Que Aguado,
Lorenzo, Román… etcétera, etcétera pudiesen abrir cartel en los días
importantes con las figuras acababa con la excusa de las figuras y abría a los
chicos una cantidad de puestos que ahora ocupan veteranos y toreros de menos
proyección.
La
medida no socavaría la esencia de la Fiesta. Sucedía con la Piquer, con Mohamed
Ali, con los Beatles… La realidad exige el coraje de probarlo.
La medida no socavaría de ninguna manera la
esencia de la Fiesta, ni los fundamentos de la lidia, dos, tres años, esa sería
la mora y después cada cual a su puesto; la medida nos pondría a la altura de
los grandes espectáculos del mundo, incluidos los más tradicionales en los que
abren cartel los meritorios, teloneros les dicen, y luego aparecen las figuras.
Sucedía con la Piquer, con Mohamed Ali, con los Beatles, con todos los más
grandes del mundo en todo el mundo y sigue sucediendo… La idea vale la pena, la
realidad exige el coraje de probarlo. Digo más, si el día de la alternativa se
trastoca el orden de antigüedad y lo asumimos, si nos hemos inventado con ese
mismo motivo confirmaciones donde nunca las hubo, por qué no podemos ir un poco
más allá. Sean prácticos, prueben, el riesgo de acertar vale la pena. Cualquier
cosa antes de mantener congelados a los chicos a la espera de otro milagro. / José Luis Benlloch – Redacción APLAUSOS
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