Posada de Maravillas con las orejas del que cerró plaza en la novillada de apertura de la Feria de San Fermín 2013. Foto: EFE |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
PAMPLONA.- El
tren de macuteros y 'guiris' aterrizó
en una Pamplona calurosa, despejada y limpia con casi una hora de retraso. La
novillada esperaba al final de la tarde azulada, camino de la noche. En azules,
los vestidos de los toreros resumían todos los matices del cielo durante el
día. Más de mañana el terno de Rafael
Cerro, en tonos de atardecida el de Javier
Antón y crepuscular el de Posada,
«azul noche» en círculos gays.
Antón debutaba en
Pamplona como sus compañeros pero con el aliciente y el aliento de ser de la
tierra. De la plaza se quiso escapar su novillo de El Parralejo en un salto
hípico al callejón. Su bravura tamizada de clase borró, por las dos manos, la
falta accidental, digamos. Javier Antón,
preparado y fuerte como para descargar un barco, se dejó el brazo atrás en la
suerte final.
Cerro también
luce definidas hechuras atléticas. Se hizo presente en un quite por saltilleras en el novillo de su
compañero y saludó al suyo con un farol
de rodillas y verónicas ganadoras
a los medios. Una larga remató la presentación. El burraquito humillaba una barbaridad pero le faltaba un puntito en
su noble fragilidad. Rafael Cerro se
halla muy hecho, técnicamente sobrado y dispuesto siempre a darlo todo, que es
cuantitativamente mucho en faenas tan largas. Faltó la muerte de una estocada
rotunda para redondear la pañolada al alza.
Pasa el tiempo que da pánico. El hermoso debut sanferminero
de Ambel Posada parecía ayer, y ayer
el que debutaba ya era su hermano pequeño, Posada de Maravillas. Al pequeño le
tocó el utrero mayor. La seriedad no suele desaparecer por mucho que le des en
el caballo. A lo sumo se para, que fue lo que pasó con el torito que no se
comía a nadie ni Posada que se
dejaba. El espadazo puso un tupido velo.
Javier Antón
volvió a tener en su mano la calidad del pitón izquierdo del cuarto. O sea, el
lote. El calor del paisanaje puso lo demás hasta la oreja.
El quinto de El Parralejo era un tío. Y de
principio en capotes no hacía nada bueno ni claro. O eso parecía. La firmeza de
Rafael Cerro no dio lugar a la duda
en la muleta. Obedeció el toro con su aquél y su potencia especialmente por la
convincente izquierda de Cerro, muy
atado al piso y profundo tanto al natural
como en las dobladas de coda. Pero con la espada naufraga. O como decía Conchita Cintrón: a quien no hace la
cruz se lo lleva el diablo. Grave cuestión técnica; valor hay. Como en Madrid
en la clasificación de abril, rozó los tres avisos.
Al altón y colorado
sexto, Posada le dibujó sus cosas de
apertura. Cuando poco a poco, el nieto de Juan
se fue dando cuenta de que exigiendo al novillo abajo le soltaba menos la cara
y respondía mejor subió muchos enteros. Así llegaron la belleza del toreo al
natural y los pases de pecho a la hombrera contraria. Volvió la luz de
Olivenza. Otro sabor. Es certero Posada de Maravillas con el acero.
La gente se volcó con la estocada; el presidente accedió a las dos orejas. Que
le sirvan para afianzarse y crecer. Paladeó la gloria su sonrisa.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Sábado, 5 de julio de 2013. Primera de feria.
Unas 10.000 personas.
Novillos de El Parralejo,
bien presentados, muy hechos 3º y 5º; de clase superior el 1º; noble y
humillador el 2 a falta de un punto más; sin maldad el parado 3º; de notable
pitón izquierdo el 4º; de fuerte embestida el 5º; a más el altón y buen 6º a
izquierdas.
Javier Antón, de azul pavo y oro. Tres pinchazos y
estocada delantera y atravesada. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo y
media estocada (oreja).
Rafael Cerro, de azul cielo y oro. Estocada muy
atravesada y dos descabellos. Aviso (petición y vuelta). En el quinto, dos
pinchazos, media atravesada que escupe y varios descabellos. Dos avisos
(saludos).
Posada de Maravillas, de azul añil y oro. Estocada (silencio).
En el sexto, estocada rinconera (dos orejas). Salió a hombros.
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