miércoles, 10 de julio de 2013

CUARTA CORRIDA – FERIA DE SAN FERMÍN: Ocasión para Talavante, sin fortuna un Juli guerrero

No redondea Alejandro con el mejor toro de la corrida de Victoriano del Río. Esfuerzo y entrega de Julián con dos toros deslucidos: rajado el uno, reservón el otro. Morante pasa

BARQUERITO

SE RESISTIÓ FRENADO el toro que rompió plaza y se jalearon a modo cuatro lances de Morante más estirados que propiamente compuestos. Enseguida se trastocó el argumento: el toro se rompió en un puyazo de meter los riñones hasta vaciarse y, sin dolerse, se encogió desde entonces. Aire, por tanto, de toro reservón. A Morante no le convenció el panorama y decidió despachar por la vía rápida. No pasó con la espada, se escupió el acero tres veces, poca puntería con el verduguillo. Se le enfadaron los fieles y los infieles.

Bien armado y puesto, como la corrida entera, el segundo, de bello porte, descarado, abierto de cuerna, vino al capote pronto. El Juli lo fijó con ocho lances y media que dejaron al toro en la boca de riego. Lances como muletazos: de más poder que vuelo. La diligencia clásica de El Juli en la lidia. Apretó el toro en la primera vara, El Juli hizo a Salvador Núñez medir la segunda y, tras ella, quitó por chicuelinas, tres, de manos bajas y arcaico son –solo se envolvió El Juli a toro pasado, y con mucha gracia-, y una espléndida larga que el toro cobró con pegajoso celo.

Estuvo a punto de salir desarmado El Juli, que recuperó casi a la fuerza el capote, pero al mismo tiempo se estaba desmonterando para pedir el cambio de tercio. Tardos los reflejos del palco y del piquero: el toro acabó en el peto y cobrando. Lo pagó más tarde. Pronto y fijo, arreó en banderillas, pero en son celoso. El Juli estaba esperando avíos en la barrera y tuvo que salir a cortar cuando el toro persiguió a Alvarito Montes.

Un brindis emotivo y secreto: a don Carlos Val Carreres, eminente cirujano, jefe médico de la plaza de toros de Zaragoza. Un médico totémico para los toreros. A sus sabias manos se encomendó El Juli el pasado mes de mayo para sanar de la grave cornada que le pegó en Sevilla el pasado abril un toro de Victoriano del Río. Un cinqueño con el hierro de Toros de Cortés. Honores al brindis: dos muletazos de cata y El Juli a la distancia para, a favor de querencia, citar de largo con descaro. No se arrancó el toro, hubo que ir acortando terrenos para convencerlo y ni así. Dos viajes, un renuncio –del toro, no del torero- en el tercero y la sorpresa de encontrarse de pronto El Juli sin enemigo ni oponente. El toro se empezó a apoyar en las manos a la defensiva, se rajó de golpe –se iba de engaño antes de tomarlo y buscaba las tablas- y hasta desarmó a Julián tirando una coz a la muleta. Un pinchazo a paso de banderillas y una estocada.

El tercero, un serio «Diamante» de 565 kilos, fue el mejor de los seis. Talavante se dejó ir en cuatro lances limpios y una media tan recortada y escueta que fue más cuarto que media. Se picó corrido y en la puerta en una primera vara somera. Un picotazo igual de somero luego. Eso fue todo. Se quedó el toro crudo y se vino arriba después de banderillas. Firme y suelto Talavante en el mismo platillo tras una apertura por estatuarios redondeada con muletazos improvisados a pies juntos del repertorio mexicano. Una notable tanda con la zurda, ligada, traída hacia dentro: noble el toro en toques y enganches. No tan metido en la muleta, la punteó por la mano derecha.

Muchos bríos del toro; aliento de Talavante, pero la cosa empezó a pesar de ahí en adelante. Las pausas –oxígeno para el torero- dieron al toro todavía más vida de la que tenía, no más gana de pelea. Así que la segunda parte fue donde quiso el toro y Talavante se arrepentiría. Se esfumó el invento tras tanto esfuerzo. Un pinchazo, a toro arrancado una entera soltando el engaño, dos descabellos. ¡Ay…!

Hacía un calor de plomo. Abarrotada la plaza, se agotaría el hielo o se fundiría. Morante salió por el cuarto a desquitarse, pretendió torear de capa con asiento pero claudicó el toro, suelto de varas, blandito y descoordinado tras enterrar los pitones y cobrar un volatín demoledor. Para el desguace. Cauteloso, parsimonioso, Morante aguantó inmutable un derrote que fue como un croché en la mandíbula. Dos o tres topetazos. Y se acabó: cuatro pinchazos y media.

Ese cuarto dio en básculas 590 kilos. El quinto, 595. El Juli al aparato. Suelto y sin fijeza de salida, el toro se dolió en una larga vara primera, sangró lo preciso en la segunda, cortó en banderillas. El Juli brindó al público. Y lo mismo que con el toro de Val Carreres, honores al brindis, porque no fue faena de esconderse pese al recelo reservón del toro, que no metió en serio cara ni riñones. Ni una sola vez. Punteaba protestando. En los medios, El Juli estuvo al ataque desde “el minuto uno” como ahora se dice. Muy laborioso. Resolución de Julián, claudicaciones del toro. Dos molinetes, dos péndulos de homenaje a Paco Ojeda, una trenza. Una fanfarria del alto sol tocaba música napolitana. Se acabó el toro, que esperó tras la igualada. Tres pinchazos, media, dos descabellos.

Gesto de frustración de El Juli. La tercera corrida de Victoriano del Río que mataba este año. En la de Sevilla, sangre, sudor y lágrimas. En la de Nimes, un mes después, un toro inválido y otro puesto por delante. Y en Pamplona, las zurrapas de la botella.

El sexto fue del hierro de Toros de Cortés, sangre Lisardo y no Domecq, y eso se notó en todo: en remate y en talante. Un par de puyazos traseros y lesivos. Toro con un punto de agresividad, pero pronto y entregado. Con un punto correoso. Más firme que entregado o inspirado Talavante. Cuando se cansó, en seguida, se fue por la espada. Era, sobre el papel, la corrida estelar de sanfermines. No lo fue a la hora de la verdad. Suele pasar.

Postdata para los íntimos.- El calor se pasa con caldo de carne bien migado y muy caliente. Y la sed. El champán escuece en la lengua.

Un columnista muy agudo del Diario de Noticias. Miguel Izu, ha acuñado la idea de la "burbuja sanferminera" para definir la inflación en el oasis de Pamplona. Los ingenieros que todavía no están en Alemania trabajan de vendedores de refrescos en la plaza de toros. Serán mejores técnicos que vendedores de gaseosos y gaseosas. No paran de moverse. Llevan el precio de cada refresco grabado en la espalda de la chaquetilla blanca de camareros. Pero no espejo retrovisor.

Habría que prohibir fumar en los toros igual que en los bares, en los cines, en los hospitales, en los trenes, en los aviones, en las bodas y en los bautizos. Fumar puros. ¿Y Morante?

"Un calor de óle", decía una pariente lejana que pasaba los veranos en Riaño, provincia de León, antes de que la presa se tragara el pueblo. En el Hostal Pajín, donde hacía ya frío de manta doble a mediados de julio. El verano duraba dos semanas. El invierno, siete meses. La primavera llegaba tropezada siempre. El Puerto de San Glorio se cerraba por nieves a partir de octubre. La retama de mayo era un milagro. De Riaño salió una familia de cerveceros que hizo fortuna en Madrid con ayuda de unos pescaderos maragatos. De Astorga. Hay un matador de toros natural de Astorga: Julio Norte, ya retirado. Norte era apodo. Julio, no.

Se han debido de marchar del hotel, después del encierro de esta mañana, los seis daneses que paraban en las primeras habitaciones de mi planta de hotel de Burlada. Uno de los daneses era groenlandés. Con sus rasgos esquimales. Un esquimal corriendo los toros en Estafeta. Los he visto a los seis almorzar en el Etxabe, calle Mayor, con apetito formidable: magras, huevos, salsa de tomate, vino. Y rebañar con pan las salsas y la yema. ¡Lo que hace el hambre en el norte de Europa!

Muchos forasteros dejan las zapatillas en las escaleras del hotel al marcharse. No sé si es costumbre de los peregrinos de Compostela o de los corredores de ocasión. Las sacan de noche al pasillo porque las suelas arrastran todas las bacterias de la Navarrería. A los groenlandeses no les importa madrugar para ir a correr toros, según mis investigaciones.

Dinamarca ha dado extraordinarios lingüistas: Jespersen, Rasmudsen, Hjelmslev. Creo que fue Rasmudsen quien codificó la gramática innui. La gramática es puro romanticismo. El libro más ingenioso que tengo leído este año es "El cuervo blanco", del colombiano Fernando Vallejo, que trata de la vida de Rufino José Cuervo, el memorable gramático colombiano que hace un siglo codifícó el régimen preposicional de la lengua española. Sven Skyskord, catedrático que fue de Lenguas Romances en la Universidad de Copenhague en los años 70 y hasta su prematura muerte, se sabía el Cuervo de memoria. Los gramáticos daneses, oh...!

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Victoriano del Río. El sexto, con el hierro de Toros de Cortés. Corrida hermosa, de impecable presentación. El sexto, de línea diferente a los demás, fue el mejor rematado. Bueno el tercero; con son vibrante el sexto. De pobre juego los demás: reservón el primero; rajado el segundo; atorado tras volatín el cuarto; sin entrega ni corazón el quinto.
Morante de la Puebla, de marino y blancos y platas, pitos en los dos.
El Juli, de carmesí y oro, ovación y silencio.
Alejandro Talavante, de rosa y oro, saludos y silencio.
Miércoles, 10 de Julio de 2013. Pamplona. 6ª de abono. Lleno. Muy caluroso, casi bochorno.

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