Fue empresario de Cali y ganadero
ALBERTO LOPERA
Después de soportar con mucha dignidad y resignación por varios años su
delicada salud, falleció este jueves en horas de la mañana Eduardo Estela
Garrido, ganadero de reses bravas y ex-presidente de la fundación Plaza de
Toros de Cali.
Al momento de su fallecimiento contaba con 82 años de edad, la mitad de
ellos, vividos intensamente en torno a la fiesta Brava en su ciudad de Cali.
Hijo de quien fuera uno de los fundadores de la plaza de Cañaveralejo y de los
primeros ganaderos de toros bravos, don José María Estela, de quien
heredó su afición y señorío.
Queremos transcribir un hermoso elogio del ganadero fallecido, escrito
por el colega Guillermo Rodríguez Muñoz.
«Falleció esta mañana en
Cali Don Eduardo Estela Garrido a los 82 años. Soportó con dignidad y espíritu
cristiano una severa enfermedad con la atención de los médicos y de su familia.
Caleño, hijo de uno de los
patriarcas de la ganadería del occidente de Colombia, José María Estela, estuvo
siempre vinculado a la crianza del toro bravo, una de sus pasiones. Así que
parte de lo que fue Ambaló y luego "Puerta de Hierro " fundada por él
tiene su impronta. La Dehesa de su padre tiene origen Juan Pedro y en alguna ocasión
en Cañaveralejo se lidio con el hierro real, pues esa ganadería en España tuvo
a lo largo de su historia propietarios como el Rey Fernando.
Se casó con Doña Aida su
soporte material y espiritual, tuvo cuatro hijos que le sobreviven y nietos que
aseguran la pervivencia de este sueño que es ver la lidia de un toro bravo. Se
graduó como administrador de empresas, y aplicó esas enseñanzas universitarias
al manejo de las dehesas en medio de las complejas turbulencias sociales que
rodean a esa vasta, rica pero convulsa región del occidente del país.
Fue presidente de la plaza
de toros, de la extinguida fundación plaza de toros de Cali y el curso de lo
que ha sido ese Coso en el devenir de la fiesta en Colombia y América tiene su
personal sello.
La vida, ese curso de
existencia que los humanos cruzamos vadeando dificultades, sin sabores,
angustias pero también alegrías, aciertos y yerros rondaron la vida de Don
Eduardo. El tiempo le dará la razón en muchos de sus emprendimientos taurinos y
sabrá ser benevolente con las carencias. No es tiempo ni hora para juzgar a
nadie y menos cuando un hombre de su estirpe ha entregado su alma al señor. En
la parte final de su vida quiso zanjar diferencias con quienes se situaron al
otro lado de la práctica social y llegó a un acuerdo con el Estado sobre las
tierras del Cauca donde se levantó la ganadería de Ambaló como demostración de
su espíritu conciliador.
Su familia sabe la congoja
que nos aflige y solo podemos enviar a los suyos nuestras condolencias. La
familia, tal como ha vivido, desea unas honras fúnebres en la intimidad. Todos nuestros
respetos a esa decisión». / MUNDOTORO.COM
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