ANDRÉ VIARD
MONT DE MARSAN.- El diestro español Rafael
Rubio "Rafaelillo" cortó
una oreja de mucho peso, que pudieron ser dos si el cicatero "palco"
no le hubiera ninguneado una segunda, pedida por amplia mayoría de la plaza hoy
en el cierre de la feria de Mont de Marsan (Francia).
Al negarle a "Rafaelillo" la segunda oreja pedida con fuerza por el
público después de una faena vibrante a un toro premiado con una vuelta
generosa, el palco se cargó la última cita "torista"
de la feria de Mont de Marsan. Robleño lo intentó todo con sus tres oponentes,
pero tuvo pocas opciones.
A "Rafaelillo"
le tocó el lote de más posibilidades. Su buen primero, que se movió bien en el
capote antes de colársele dos veces, cumplió en tres varas aunque tardeó más de
la cuenta, esperó mucho y cortó en banderillas. "Rompió" de verdad el toro en la primera serie de
derechazos, bajando mucho la mano el murciano, y entregándose de verdad el
animal. Aguantó la seria mirada el torero en la segunda tanda de derechazos, y
en la tercera el toro se le coló.
"Rafaelillo" cogió entonces la mano
izquierda, donde en la primera tanda el toro volvió a entregarse por abajo, con
ritmo y codicia, llevándole muy bien el torero en muletazos largos. Se empleo
menos el toro en la segunda tanda, lo cual no impidió que el torero le bajara
la mano y tirara de él con mucho mérito. Finalizó su faena con naturales de
frente, muy jaleados, y después de una estocada entera y muerte espectacular,
el público pidió con mucha fuerza las dos orejas. El palco dio solo una y, para
sorpresa general, la vuelta al toro. Este incidente desanimó visiblemente al
público, que, de ahí en adelante, no pareció metido en la corrida.
"Rafaelillo" estuvo a punto de cortar una oreja del buen quinto, que había brindado
al "Fundi", y que duro lo
justo para haberle permitido abrir la puerta grande, y al que mató de un
estoconazo, tirándose a morir o a matar, pensando seguramente en esa oreja que
le había negado la tacañería del palco. Curiosamente no hubo petición, pero si
una vuelta de clamor.
Su segundo, la típica "alimaña" propia de este encaste, muy bien picado por Esquivel,
no le permitió nada, colándose por el pitón izquierdo, y embistiendo derecho al
bulto por el otro. Aún sin salir en hombros, “Rafaelillo” justificó plenamente su entrada en este mano a mano
sustituyendo a Javier Castaño herido.
Con el lote menos propicio, Fernando Robleño
evidenció la calidad de su toreo aunque ninguno de sus tres oponentes tuvo
condición para cuajar una faena de nivel. El primero se lastimó contra un
burladero y solo aguanto la faena gracias al mimo del torero que le templo
perfectamente sobre el pitón derecho, apurando hasta su última gota de bravura.
El cuarto, que cumplía seis años en
septiembre, embistió sin mucho celo y sin humillar. Intento alegrarle el torero
de diversas maneras, toreando a la voz, andándole de forma hermosa entre
muletazo y muletazo, recordando a los aficionados ya mayores ese toreo
pinturero de Antonio Bienvenida para torear al paso, y acabo con una serie de
naturales de frente muy ortodoxos dados de uno en uno. La espada cayó baja.
El último no se empleó en ningún momento y si
fue bravo en dos buenas varas de David Prados, le faltó raza para seguir la
muleta más allá de dos buenas tandas por el pitón derecho. Faena larga, el
torero intentándolo todo nuevamente, pero no había opción. Pinchazos y entera
baja. / EFE
FICHA
DEL FESTEJO
Toros de José Escolar, tres más en Buendía y tres más asaltillados
y de juego variado. Bravo y humillador el primero, que a la postre fue el
mejor; de buena condición también el segundo, que desafortunadamente se
estrelló contra un burladero, lo que le impidió desarrollar su buen fondo;
menos toro pero codicioso y pegajoso el tercero; cumpliendo sin más el cuarto;
chico pero de bonito el quinto, bravo sin poder y que humilló bien tres tandas;
bravo pero falto de raza el último.
Rafael Rubio "Rafaelillo", que sustituía a Javier
Castaño, oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo, con gran
bronca a la presidencia, silencio y vuelta al ruedo.
Fernando Robleño, ovación, palmas y palmas.
La plaza se llenó.
La plaza se llenó.
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