miércoles, 24 de julio de 2013

FERIA DE SANTIAGO EN SANTANDER – SEGUNDA CORRIDA: Arrebata Morante de la Puebla; triunfa Juan del Álamo

ZABALA DE LA SERNA

Aunque se anunciaba como corrida de toros, el primero de Juan Pedro Domecq era un caballo. Alto, montado, largo como un mulo... Como fue. Morante de salida le pegó unas verónicas con su porte especialmente por el izquierdo. A compás. El juampedro entre que se quiso quitar el palo y se lo quitó se llevó un puyazo en orden. No volvió a embestir. Entre las rayas todo lo más en el inicio por alto y un trincherazo portentoso. De ahí no salió, se encogió y se retrajo muy apoyado en las manos. José Antonio Morante por la cara le anduvo con brevedad.

Un toro bajo de Parladé apuntó en el capote compuesto de amplio vuelo y de empaque de José María Manzanares. Una vara sin empleo y rectificada y quedó el toro para Curro Javier, que no terminó de hacerse con él en su caminar. Tras las ya clásicas probaturas de Manzanares de inicio de faena, se le vino por dentro dos veces al presentar la muleta abiertamente. No volvería a suceder con los toques al ojo contrario, la embestida en el pico y más allá. Lejos de la excelencia y la clase el toro escarbador; muy lejos de todo Manzanares. Un tirón por la izquierda y el toro por los suelos. No era cuestión de fuerza, sino de temple, la ausencia del mismo, la desarmonía, el sitio perdido, un desarme... A una tanda de naturales respondió el juampedro de Parladé en cuanto no se le maltrató. Por la derecha, o para fuera el viaje o para el cuello el torero. Mal no, lo siguiente. Vulgar como el toro.

Juan del Álamo recibió al ligero tercero con una larga cambiada y lo lanceó en el estilo de Madrid en la tarde de la granizada, el mejor toreo con el capote de todo San Isidro. La media tuvo su aquel por el desmayo. Ni sangre le hizo en el caballo. Muy al aire del juampedro se lo dejó venir sobre la mano derecha, pues sin aire el toro no respiraba. Como se demostró en la siguiente tanda encajada y exigente: ahí se acabó el toro. Le quiso dar salida con una espaldina y se le quedó debajo. Lo volteó con la suerte de empalarlo entre las piernas. En el suelo fue la paliza. Salió Manzanares a cuerpo limpio; Morante tardíamente con el suyo. Se rajó el toro a plomo. Hasta echarse. Ni los rodillazos le levantaron el ánimo.

Morante tocó a rebato con el cuarto, un toro que de salida se quedaba por debajo en el capote cortito. También en el quite que José Antonio de la Puebla intentó. Pero descalzo el torero la faena alcanzó cumbres de torería inenarrables. Sin que el toro se emplease del todo ni humillase ídem de lo mismo. Sobre la mano derecha el arrebato fue haciéndolo romper hasta una cuarta tanda prodigio de empaque, gusto, pecho y mentón, y una alada resolución con un cambio de mano por la espalda y un molinete invertido de sabor, sabor. De ahí en adelante la faena ganó en poso sobre la mano izquierda. Una delicia. El palillo cogido por el centro, la muleta muerta, el cuerpo y la embestida hacia delante. Tres luego superiores y un pase de pecho ligado inolvidable. El alma puesta. De las rayas ya hacia dentro, tres ayudados por alto que firmaría Rafael el Gallo. Una locura. Un cambio de mano por delante. Y dificultades para cuadrarlo. Muchas hasta el aviso. Pero Morante no quería tirar por la ventana lo hecho. Tanta torería añeja que gana según avanza el siglo XXI. Un pinchazo. Y una estocada contraria mortal. Otro aviso inoportuno con el toro muerto. Una oreja que es más que eso.

No pasó nada con Manzanares y el montado, basto y cada vez más quedado quinto. De ir y venir cada vez a menos. Más de lo mismo. Y sin espada, que era su as en la manga.

Del Álamo brindó a las dos figuras que componían el cartel, que será el más abierto cartel de los últimos tiempos entre la élite cerrada. El juampedro tuvo muy buen inicio sobre la mano derecha especialmente, pero no así por la contraria cuando ya acusó el desgaste en demasía. Juan de Salamanca se lanzó en tromba al ataque y el arrimón. Fervorosa e inteligente juventud. Lista ambición. Media estocada tendida. Suficiente. Dos orejas a la esperanza. Y el futuro.

FICHA DEL FESTEJO
Toros de Juan Pedro Domecq y uno de Parladé (2º), muy desiguales de presentación; un mulo el acaballado 1º; obediente y vulgar el bajo 2º; sin fondo ninguno el rajado y ligero 3º; bueno sin romper ni terminar de humillar el 4º; basto y montado el quedo 5º; noble y entregado por el derecho el 6º sin final.
Morante de la Puebla, de negro y oro. Pinchazo hondo en buen sitio (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada contraria. Dos avisos (oreja).
José María Manzanares, de azul marino y oro. Media estocada tendida y dos descabellos. Aviso (saludos). En el quinto, pinchazo, media estocada y tres descabellos (silencio).
Juan del Álamo, de azul cielo y oro. Pinchazo y estocada corta delantera (saludos). En el sexto, media estocada tendida (dos orejas). Salió a hombros.
Plaza de Cuatro Caminos. Miércoles, 24 de julio de 2013. Cuarta de feria. Lleno aparente.

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