ALEX GÓMEZ SALINAS
SANTIAGO DE CALI.- No recuerdo con certeza cuando conocí a don Eduardo Estela Garrido,
pero lo que si recuerdo claramente fue su gentileza cada vez que lo requerí
para asuntos profesionales, siendo yo aún muy joven lo entrevisté para una
investigación académica acerca de las transmisiones radiales de la Temporada Taurina
en Cañaveralejo y desde ese momento
nunca tuve de su parte una actitud que me hubiese desconcertado.
Entres la últimas entrevistas que me concedió
hay una muy especial que le realizamos
en su oficina y a la limón con el colega Guillermo “El Memo” Cárdenas una tarde de diciembre en la que aparte de la situaciones propias de la Fundación
Plaza de Toros de Cali, la cual presidió hasta el momento de su liquidación,
abordamos temas personales, entre otros su infancia, su juventud siempre
marcadas por el mundo del toro, la afición heredada de don José María Estela,
la relación con sus padres, con su esposa doña Aida y con sus hijos, la
vida de ganadero y empresario… mas que una entrevista fue una charla en la que
nos dejo ver su calidez y en la que entre sus anécdotas de tanto tiempo y las ocurrente preguntas del Memo no paramos de reír.
Tras su sensible fallecimiento esta semana en
la capital Vallecaucana sin duda recordar a don Eduardo es recapitular
una época que marcó la fiesta brava en la querida Cali, época de llenos,de
abonos agotados en marzo, de toros bravos, de salidas a hombros, de ferias de
luces, de éxitos, de “feria sin toros no
es feria” de esa pasión taurina que hoy anhelamos.
Entre las anécdotas que recordaba estaban las
dificultades que se presentaban en contrataciones con las figuras, las tres
veces que en las temporadas mas recientes
José María Manzanares hijo se le cayó de los carteles cuando ya estaba
anunciado, el día en que ante un inconveniente con El Juli tuvieron que decirle que si no toreaba esa corrida no
había mas remedio que hacerlo detener por incumplimiento de contrato, o la
tarde en que un alcalde en Duitama vetó su ganadería.
Finalmente en este breve remembranza de don Eduardo
Estela debo resaltar un aspecto que me marcó en mi relación con él la cual
se caracterizó por el respeto mutuo desde la posición que cada uno ocupaba,
desde la primera vez percibí que sin importar que fuese un joven con ganas de entrar
a un mundo muy cerrado para ese entonces siempre atendía con especial atención a quien le veía
algún conocimiento y se interesaba por el mundo del toro, es decir, sabía
reconocer quien realmente tenía afición, fruto de ello guardare como un tesoro los libros de los Cincuenta
años de la Plaza de toros de Cañaveralejo
y de los cuarenta años de la Fundación Plaza de Toros de Cali los cuales me
obsequió porque según él era un regalo
por esa afición y porque ya había hecho meritos para tenerlos en mi biblioteca.
Nuestras condolencias para doña Aida y toda su familia y gracias don Eduardo, porque definitivamente: hay tardes que no que no se olvidan.
Nuestras condolencias para doña Aida y toda su familia y gracias don Eduardo, porque definitivamente: hay tardes que no que no se olvidan.
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