El toreo sin toro, pero el
torero de la Puebla encandila a la mayoría en una faena figurada. Un toro bravo,
de Victoriano del Río, y otro de menos a más.
BARQUERITO
Foto: EFE
JUNTOS PERO NO
revueltos Morante y Talavante.
Mano a mano o lo que fuera. Morante se había alistado en el frente de
combate con tres toros de Juan Pedro
Domecq. Guapo el primero, pero más frágil que bello. A Morante se le durmieron hasta las
uñas en dos de los seis o siete lances de recibo. Supremo compás. El toro tomó
la mitad de ellos a paso de caracol. Cloroformo en los vuelos del capote hasta
que en el remate antológico de media enroscada el toro dijo “ya vale, Morante…”. Exangüe el toro a
los cinco muletazos: abierto de manos y cuartos traseros, intentos de
rebrincarse, los bofes fuera, la mirada en las tablas. Algunos pitos de fondo.
Palmas cuando Morante se fue a
cambiar de espada. Un prudente pinchazo, una estocada honda.
En los turnos pares, toros de Victoriano del Río. No era corrida
de menú, sino a la carta. Sacó buen son el segundo. Despacio y acoplado Talavante
de capa en el recibo: lances en línea. Señales equívocas de flojera del toro,
que se soltaba y, corrido, tomó un puyazo con más ganas que poder. En la
segunda vara se repitió la jugada. Pero con más poder. Fue toro con celo por el
peto y, como suele suceder en esos casos, algo distraído en apariencia. Hizo
hilo con Fernando Plaza en banderillas, se dolió de ellas, atacó
también. No estaba muerto, ni de pachanga. Morante cortó en el tercer par con un capotazo que no pareció
nada pero tuvo su secreto.
Un calor amazónico. Cientos de abanicos
batidos a la vez. Para calentar el ambiente, sin pruebas, Talavante ligó
sin rectificar una primera madeja de muletazos en tablas. Firmeza, buenos
brazos. Y a los medios. Una tanda con la zurda, la banda se arrancó con el “Cielo Andaluz”, de Marquina. ¡Qué bonito! Arriba el toro. Y la gente.
Arrancado Talavante. Impetuosos los muletazos, no tan templados. Mejor
son de toro y torero con la diestra, un cambio
de mano, el de pecho y un
patinazo con caída de Talavante inerme. Solo el ay, el uy. Le empezó a costar al toro, que en corto protestaba.
Y un final de alarde: ni mondeñinas,
ni manoletinas, pero se les
parecieron a unas y otras tres muletazos por alto despegaditos. Una entera
tendida. ¿Había partido?
Partido tal vez. No toro. Un tercer juampedro colorado, bien comido, gran
culata. Morante le sacó los brazos y le bajó las manos. En las propias
se apoyaba el toro, que adelantaba por la derecha. Los dos lances de firma
fueron por la siniestra. Un desarme por abusar. El capote de Morante vino a quedarse en el ruedo,
guarecido bajo el estribo. Cosas que pasan. Tanto el calor que amenazó
tormenta. Gotas de vapor. Las ocho y media. Siete caricias de Morante con la muleta. Se paró el
toro como un fardo de paja. Una pitada. Y se acabó. Un pinchazo, otro, una
corta y fuera. Señores, ¡a merendar!
Un cuarto toro de inocultable mansedumbre: los
andares, el porte, la manera de no querer. De carreta con aspecto de carretón.
Una faena paripé de Talavante. Cite desde los medios, ni caso.
Recorriendo plaza, pero no siempre encontrando toro. Muletazos a suerte
descargada, solo medios viajes. Al fin encontró el toro refugio en tablas y se
aculó en ellas. No hubo ni intercambio de golpes. Media estocada atravesada,
tres descabello, parecía que iba a rodar el toro, pues no, tres descabellos
más. Match nulo.
El último de los tres juampedros, colorado, bonito, tuvo poquita gracia. Ni siquiera el
capote de Morante le provocó.
Suelto de ese capote y suelto también de dos varas no tan clementes. Sin rumbo,
suelto todavía, se encontró en la puerta al otro caballo. Hola y adiós. Un
problema de falta de fijeza, raro en casa de Juan Pedro. Trastornos del
calor. No estaba dispuesto a aburrirse Morante.
Tanteo entre rayas. Con la zurda, uno cambiado muy bello y otro apuntado, casi
un piropo. Mosca la gente. “¡Arrímate!”.
No era el problema ése. Se medio remangó Morante.
Medio fue y vino el toro, suelto por sistema, la cara arriba, ganas de rajarse.
La sorpresa de algún muletazo gaseoso, un molinete
del Gallo, otro de Bienvenida.
Escarba que te escarba –el toro- y un aquí te pillo aquí te mato de Morante que la gente vivió como la
faena fantástica. No lo era. Hubo que figurárselo. Ni joya ni baratija, ni oro
ni latón. Un camelito. ¿Y entonces? El toreo sin toro. Otra cosa. El “Nerva” en el tocadiscos, con su solo de
trompeta. Y Morante,
aflamencado pero casi a destajo. Coces del toro cuando dejaba de escarbar. Un
aviso antes de cuadrar Morante.
Una estocada caída. Casi el delirio.
Deslumbrado por lo focos, el sexto, buen
elemento, abrochadito, echó las manos por delante, casi un derribo de
latiguillo hasta escapar suelto, desconcertado Talavante, que sintió al
toro incierto y falto de fijeza, porque lo cegarían las luces. Distraído,
desganado, casi topando, pajuna nobleza. En los medios Talavante en un
intento formal. Tres muletazos largos con la zurda. Música: el “Morenito de Valencia”, que murió tan
lejos de aquí. Pausas, treguas, gestos. Golosas miradas del toro a tablas, pero
tomaba el señuelo dócil, y como si embistiera. Fácil Talavante, seguro y
entregado también. Sedicentes bernadinas,
dos muletazos lentísimos y el gran susto: tropezón de Talavante, de
pronto a merced del toro y entre sus manos. Librado por los pelos, cojeando, Alejandro
atacó a toro arrancado. Una entera contraria, trasera y tendida.
Postdata para los íntimos.- Qué calores los de julio, luna
menguante.
FICHA
DEL FESTEJO
Tres toros -1º, 3º y 5º- de Juan Pedro Domecq y
tres -2º, 4º y 6º- de Victoriano del Río. Corrida de desigual remate.
Salvo el segundo, encastado y venido arriba, corrida de muy pobre condición.
Noblitos y mansitos los tres juampedros; manso con ganas el cuarto victoriano;
noble el sexto, deslumbrado, de menos a más.
Mano a mano. Morante de la Puebla, de purpura y
oro, silencio, silencio y una oreja protestada tras un aviso. Alejandro
Talavante, de caña y oro, una oreja, silencio y oreja tras un aviso.
Sobresaliente, inédito, Jeremy Banti.
Sábado, 27 de julio de 2013. Valencia. 5ª de la Feria de Julio. Casi tres cuartos de plaza. Bochornazo. Por tercer día consecutivo, un minuto de silencio en señal de luto. El paseíllo, con tres minutos de retraso.
Sábado, 27 de julio de 2013. Valencia. 5ª de la Feria de Julio. Casi tres cuartos de plaza. Bochornazo. Por tercer día consecutivo, un minuto de silencio en señal de luto. El paseíllo, con tres minutos de retraso.
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