La gala despunta en verano a
la espera de la alternativa en Nimes, buscando «ser diferente».
ALEYDA BAZ
Diario La Razon de España
Dejó su Nimes natal para formarse en Sevilla,
en casa de los Peralta. En septiembre, volverá a la ciudad que la vio
nacer para demostrar, alternativa mediante, quién es y qué ha conseguido en
este tiempo. Y lo hará como rejoneadora. Con sus caballos. «Un elemento clave del toreo y que merecen
el mismo protagonismo», subraya Léa Vicens. En todas las plazas
que pisa deja su huella femenina: fina, dulce y elegante. Pero ella sabe que,
además, debe mostrar capacidad y dominio para lograr el triunfo en esa prueba
de fuego del doctorado, que simbólicamente recibirá de Ángel Peralta. Su
gran mentor.
–En su agenda, el 14 de septiembre está
marcado en rojo: Paco Ojeda, Diego Ventura y Léa Vicens.
Sí, será
un día muy especial. Único. Ambos son importantísimos en el mundo taurino. Cada
uno en su época. Con una disciplina y técnica diferente, pero los dos han
marcado el toreo. Es un orgullo torear con ellos y estoy contentísima.
–Y el escenario será Nimes. La plaza que la
ha visto crecer y en la que, además, ha desempeñado varias labores.
Primero,
el Coliseo me vio arriba, en el tendido, cuando trabajé como acomodadora.
Luego, en el ruedo, pero de alguacililla. Y ahora, será como rejoneadora. Ese
día va a ser importantísimo, fundamental en mi carrera. Pero creo que voy
preparada. Tengo muchos festejos antes, que me servirán para perfeccionar todo
lo aprendido y para adquirir oficio de cara a la alternativa. Y estoy tranquila,
porque todo aquel que trabaja con constancia, no debe estresarse en días así.
Sólo debe hacer las cosas bien.
–Torear en la plaza de su ciudad, ¿qué
significa? ¿Más o menos exigencia?
Más
exigencia, sin duda. Porque me esperan. Bien es verdad que me conocen desde
hace muchos años y soy la niña de la ciudad. Pero también, formo parte de un
cartel de figuras y debo estar a la altura.
–Máximas expectativas creadas.
Claro.
Espero, además del triunfo, la admiración de mi ciudad y salir satisfecha conmigo
misma. Me encantaría salir a hombros, pero voy con la intención de disfrutar y
hacer las cosas bien. No tengo que demostrar nada, pero quiero que digan que
soy diferente, que no soy una más.
–Además, será Ángel Peralta quien le dé
simbólicamente la alternativa. Su maestro y la persona que apostó por usted.
Don
Ángel fue el único que depositó su confianza en mí desde el primer día y me dio
la oportunidad, al menos, de intentarlo. Es una persona muy especial. Un modelo
para el rejoneo, pero sobre todo una persona muy rica intelectualmente dentro y
fuera de los ruedos.
–¿Cómo fue ese primer contacto con su
mentor?
Hice una
prueba para jinete, en su finca, y me seleccionaron. En aquel momento, estaba
estudiando y no me parecía bien dejarlo todo para dedicarme a la doma. Por eso,
le propuse que, si me dejaba rejonear, sí me quedaba. Así, empecé a comprar los
primeros potritos, a probarlos... Y siempre me apoyaron, sin poner ningún
inconveniente a estar en su casa.
–Lo que tiene claro es que debe poseer una
buena técnica como jinete.
Ser un
buen jinete es uno de los pilares del rejoneo. Para el concepto que tengo del
toreo a caballo, debes tener una buena base de equitación. Un torero que no
sabe montar a caballo, ni puede realizar una labor estética, artística; ni
puede mostrar un estilo propio en el ruedo e intentar resolver las dificultades
que puedan surgir.
–En su caso, conoce a la perfección esas
trabas que le puede ocasionar el caballo.
Sí,
porque mi cuadra la he hecho yo al completo. La satisfacción más grande que
tengo ahora mismo es ver cómo mis potros han pasado de ser salvajes a estar
casi todos toreando. Eso sí, tenían una identidad ya, venían del hierro de
Peralta, pero me llena de alegría saber que los he formado yo. No soy ninguna
niña de papá a la que le compran el pack de caballos ya domados. Mis caballos
son como mis niños: los conozco perfectamente, son como mi familia.
–¿Tiene algún «niño bonito»?
Tengo
muchos caballos importantes para mi toreo. Pero, quizás, los más espectaculares
son «Gacela» y «Bético», porque van siempre de frente al toro, con temple.
También se lucen al quiebro y a dos pistas.
–Hablan de su elegancia, feminidad, de una
intuición innata para el rejoneo...
Me da un
poco de vergüenza escuchar y hablar de mis cualidades. Es más fácil reconocer
mis defectos que mis virtudes. En definitiva, lo que busco es que el toreo se
vea limpio, bonito, fluido, estético. Es un arte y debe tener una línea a
seguir que estructure la faena. Personalmente, no me gustan los tirones,
prefiero la suavidad para hacer creer al público que es fácil torear a caballo.
Así, con esa dulzura, creas un sentimiento de armonía en tu labor.
–Desde su presentación en público, ¿cómo ha
sido su evolución?
Muy
rápida, exponencial. La carrera es lenta, pero si haces las cosas bien, se
aprecian los resultados rápido.
–Una mujer dentro del mundo del toro.
¿Todavía existe el machismo?
No veo
diferencia entre un hombre y una mujer toreando. Ser mujer ni me ha hecho daño
ni me ha servido para tener un camino más fácil. Para lograr lo propuesto, es
cuestión de trabajo, más que de sexo.
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