El extremeño, máximo triunfador
de lo que va de San Isidro tras cortar tres orejas, regresa a Madrid en su
primera corrida de Adolfo Martín.
A hombros se lo llevaron de Madrid en su última tarde. A
hombros camino de la calle de Alcalá después de cortar tres orejas en la
corrida más redonda de lo que llevamos de feria. El martes vuelve. Y lo hace
para verse las caras en la Monumental con la corrida de Adolfo Martín. Un
cartelazo con Ferrera y Urdiales. Hablamos de eso y de todo ese engranaje del
mundo del toro: la grandeza y las miserias.
–¿Se logra dormir la
noche después de abrir la Puerta Grande de Madrid?
Más o menos. Se te vienen muchos recuerdos, las sensaciones,
está todo muy fresco. Desde el primer momento, cuando acabé la corrida, fui
consciente de que esa tarde de Madrid había sido la soñada.
–¿Qué fue distinto?
Quizá poder mostrarme con libertad, seguridad, confianza,
sin el atenazamiento y la presión de otras tardes.
–¿Tanto impone
Madrid?
Madrid nos infunde tanto respeto, como pasa con Sevilla, con
Bilbao, que hace que a veces no nos podamos expresar como queremos, o al menos
a mí me ha ocurrido en muchas ocasiones. Siento que cada vez tengo más
capacidad, o más suerte, o más bagaje para llevar las cosas mejor... Dios me
tenía preparado este día.
–¿Sintió en la plaza
que lo que tenía entre manos era grande?
Era consciente. A veces ves que tienes un toro de triunfo y
le atacas más de la cuenta, por las ideas preconcebidas que tenemos. El otro
día me libré de todo y fue la clave.
–Se rompieron algunos
tópicos de los triunfos de Madrid. Ni fue un toro de cara o cruz ni tampoco
hubo un sólo momento de angustia.
La faena se vivió con mucha intensidad y quizá sí se
desmitificaron cosas que se hayan podido atribuir a Madrid. Esas circunstancias
externas, un toro con movilidad o algún factor llamativo... Pero la realidad,
es que tuvo mucha clase el toro, hubo muletazos muy lentos y lo que en Madrid
nunca pasa desapercibida es la entrega.
–Pero a veces esa
entrega no conecta.
Hay veces que uno está pasando un quinario y efectivamente
no llega al tendido. Por eso, entregarme con el toro, encajarme, hundirme en mí
y sentir cómo eso llegaba fue maravilloso.
–Antes decía que Dios
le tenía preparada esta tarde.
Sí, hay cosas que están en manos de uno, como la
preparación, el entrenamiento, pero hay cosas que están en manos de Dios y fue
una de esas tardes. Hubo factores que estaban predestinados para mí.
–¿Como cuáles?
Como que el primer toro embistiera y que el segundo fuera
tan diferente pero me dejara dar otra versión y poder redondear.
–En cambio, la
ansiada y soñada salida a hombros rozó la barbarie.
Pues sí. Ojalá todos los años pueda pasar por una paliza
así, pero la verdad es que está alejada de la Puerta Grande que uno sueña y
desea con todas sus fuerzas.
–Fue hasta agresiva.
En realidad hubo una multitud que la vivió con respeto y
pasión, que es la afición de Madrid y algunos, que son los que tenía alrededor,
siete u ocho, que provocaron momentos difíciles e incluso peligrosos, no sólo a
mí sino a la gente que estaba alrededor. Notaba una agresividad que era muy
llamativa, una cosa es querer arrancar adornos del vestido, pero hay cosas que
son impensables porque están cosidos y recosidos. Por eso hubo momentos en los
que casi caí al suelo y tampoco aflojaron.
–Con lo que cuesta
ganarse la Puerta Grande...
Eso es lo ingrato. Que he pasado por la Puerta Grande que
tanto he soñado y que uno espera sin haberla disfrutado. Cuando salí en 2008 no
tengo ese recuerdo.
–¿Pero firmaba volver
a sufrirla sin ir más lejos el martes?
Ya lo creo que lo firmaba.
–Miró para arriba al
salir por la Puerta Grande. ¿Por qué?
Porque de siempre había leído que cuando cruzas la Puerta
Grande y miras para arriba la sensación es parecida a estar en el cielo, a
estar cerca de Dios. Es lo que uno sueña.
–¿El martes comienza
el contador de cero?
Lo hecho hecho está, pero es una nueva cita, un nuevo reto,
otros toros. También creo que Madrid ha valorado mi forma de plantear este San
Isidro. Quise anunciarme con las corridas de Victorino, Adolfo Martín y
Victoriano. La de victorino no pudo ser y quedó con dos.
–¿Qué espera de la
corrida de Adolfo?
Tengo mucha fe en la ganadería y en la corrida. Creo que
pueden salir toros importantes.
–¿Ha visto la
corrida?
No, no hago un esfuerzo por ir a verlas. Si voy a tentar y
están en el cercado de al lado, pues bueno, pero nada más.
–Pero sí ha tentado
en casa de Adolfo.
Sí, y fue un tentadero importante. Se acercó de lleno a la
idea que tenía, a las sensaciones. Salieron vacas con embestidas muy profundas.
–¿Y piensa en el toro
malo?
Bueno... espero que tenga ese fondo de la ganadería para
buscarle las vueltas y plantarle cara.
–¿Están las cosas más
difíciles que hace cuatro o cinco años?
Se han reducido los festejos y las ferias de arriba abajo. Y
eso hace que suba el nivel de exigencia, más teniendo en cuenta que el factor
sorpresa es cada vez menor. Toreamos mucho y estamos muy vistos, por eso hay
que estar en una constante búsqueda de tu propia evolución para tener la
capacidad de sorprender. El nivel de dificultad ha crecido por el desgaste del
artista.
–¿Cómo está su
carrera a punto de la década de alternativa?
Del uno al diez no sabría puntuar. He pasado por momentos
buenos, malos, otros muy duros y en otros me he estancado. Pero creo que la
evolución, de la mano de Fernando Cepeda ha sido buena.
–¿Pesa el precio de
la independencia?
Tiene su recompensa. Cien veces que naciera cien veces que
lo volvería a hacer y eso sólo te lo puede decir quien lo conoce de verdad.
Conseguir tus objetivos con la única verdad de la muleta y la espada... Cuesta
más pero la satisfacción también es mucho mayor.
–En su posición,
¿Madrid supone tanto?
Sí, siempre. Hay que reivindicar, reforzar, poner las cosas
en su sitio. Si no, no tendría sentido anunciarte y se enfocaría esta plaza de
otra manera. En las plazas como Madrid o Sevilla es donde los toreros queremos
plasmar nuestros sueños, cuando uno cuaja una vaca o un toro en el campo, se te
vienen a la cabeza los grandes escenarios, la Champions League.
–El miedo será
entonces proporcional a esa importancia.
Sí, es inevitable, nunca acabas de conocer la plaza por
muchas tardes que torees y por muy preparado que estés siempre piensas que te
ha faltado un poquito. Por eso hay un porcentaje de duda, de si estaré... Y ahí
es donde entran las dudas, los temores, el pensar que pueda ser una tarde
importante o un fracaso.
–¿Y un fracaso
también tiene tanta repercusión?
Me ha pasado algún San Isidro de esos de no ocurrir nada, ni
bien ni mal y aún sabiendo que no ha estado en mi mano, he estado las tres o
cuatro siguientes corridas como ausente, que no encuentras el ritmo, no eres
tú. Es tal la desilusión, que queda un vacío enorme.
–¿Cómo se convive con
esa presión?
Nosotros mismos la hemos desmitificado. Si la comparamos con
otros espectáculos. Un torero es capaz de llegar la noche antes a las dos de la
mañana y afrontar la responsabilidad del día siguiente, jugarse la vida y dar
el nivel... Sin días previos encerrado concentrado, por ejemplo.
–O ya se ve como
normal que un torero aguante herido en la plaza.
Nosotros tenemos la culpa en el sentido bueno por el amor
propio. La cornada de David Mora si llega a ser en otra plaza no quiero pensar
qué podría haber pasado y quiere reaparecer. Es algo que va en nuestra
condición de torero, pero a veces pasamos situaciones inhumanas y nosotros
mismos le quitamos el mérito, porque enseguida estamos ahí de nuevo.
–¿Siente un miedo
diferente al anunciarse con la corrida de Adolfo?
La incertidumbre de la tarde es diferente, tengo más dudas.
–¿Cómo ve la
situación de la Fiesta?
Yo la veo con optimismo. Cuando dicen que no hay afición,
creo que no se considera la situación del país. Si ha afectado a todos los
negocios, ¿no nos vamos a resentir nosotros? He visto también campos de fútbol
con poca gente y por eso no escucho a nadie decir que el fútbol se acaba. Eso
sí, se ha hecho poquísimo para contrarrestar la situación, casi nada por la
promoción, la oferta para fomentar esa afluencia de público.
–No le voy a
preguntar por su ausencia de Sevilla, pero sí si habrá reconciliación para el
año que viene.
No lo sé. Faltan casi doce meses y lo único que importa
ahora es el presente. Toda mi carrera me he fijado los objetivos día a día y no
quiero pensar en otra cosa.
–¿Cree que esos
pulsos son necesarios, beneficiosos o dañinos para la Fiesta?
Depende de la situación. Era insostenible. No ha beneficiado
ni al toreo ni a la ciudad, se ha notado en los hoteles y en los alrededores de
la plaza. Mucha gente piensa en lo malas que son las figuras, pero para decir
que no a una plaza como la de Sevilla hay motivos de peso. Y uno de ellos es la
dignidad. Si no en la vida valdría todo. ¿O es que vale todo? Nosotros hemos
sido los malos, pero hasta el día de hoy no hemos sabido nada de los
maestrantes.
–¿Existe el G5 o es
una unión puntual?
No existe como tampoco existió el G10, así nos denominó una
parte de la Prensa. Pensamos igual en muchos puntos, como fueron los derechos
de imagen y en este caso creímos que era insostenible y la gota que colmó el
vaso fueron las declaraciones en las que enviaba a José Tomás a Senegal, decía
que las figuras estábamos en la parra o cuestionaba a profesionales como Juan
Diego, Fundi o Gómez Escorial.
–¿Le dio pena que el
G10 desapareciera?
Me dio pena porque el mensaje y las ideas que tenían se
encargaron una vez más por parte de algunas empresas de manipularlos. Se
quedaron muchas cosas por el camino.
–¿Cree que el futuro
de la Fiesta pasa por la unión?
Sería importantísimo, pero no interesa. Interesa que la
Fiesta quede sin control y ese río revuelto sigue siendo beneficio de alguno.
–¿A quién se refiere?
A algunos taurinos que llevan mucho tiempo, que hacen y
deshacen, que están pero no están y que pueden hacer muchas cosas importantes.
–En las elecciones
europeas, «Podemos» se ha hecho con cinco escaños y en su programa lleva la
abolición de la Tauromaquia.
Y precisamente por eso deberíamos estar unidos. Pero así el
control es más difícil.
–¿Qué espera de la
temporada?
Espero sensaciones y que Dios me dé salud.
El martes, segundo paseíllo y gesta con la de Adolfo Martín
Tres orejas y una Puerta Grande después, Miguel Ángel Perera
sólo ha escrito la mitad de su paso por este San Isidro 2014. El torero pacense
todavía tiene que hacer el paseíllo este martes. De vuelta al lugar de los
hechos para medirse a un encierro de Adolfo Martín, divisa con la que ayer tomó
contacto por primera vez en Cáceres en un mano a mano con Ferrera. Perera echó
la moneda al aire en invierno y quiso apostar fuerte. Pidió matar los encierros
del citado Adolfo y de Victorino Martín.
Después de duras negociaciones, al final, el órdago quedó en
un envite con todas las de la ley, reforzado tras la salida a hombros del
pasado viernes. El torero extremeño, además, tendrá como compañeros de cartel a
dos consumados especialistas con los cárdenos de procedencia Marqués de
Albaserrada: su paisano Antonio Ferrera, que viene de conquistar Sevilla la
pasada Feria de Abril, y el riojano Diego Urdiales, que gustó mucho el pasado 2
de mayo. PATRICIA NAVARRO – Diario La Razón de Madrid
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