lunes, 5 de mayo de 2014

Apoteosis de Valenzuela en el cierre de feria

Cuatro orejas y rabo en San Felipe este domingo 
Valenzuela, un torero que pide “a gritos” las oportunidades que el caduco concepto del empresariado taurino venezolano le ha negado. Foto: José León
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz

Tarde de completa entrega la que ha demostrado, sin dejar escapar ninguna opción al triunfo, por parte del diestro valenciano Eduardo Valenzuela, en el que fue el cierre de la Feria de Mayo, en la ciudad de San Felipe. El coleta en mención ha desorejado el par de astados en dos trasteos de variado repertorio y en especial, ambas rematadas con el acero, lo que a la postre le ha valido el ser considerado como el máximo triunfador del serial. 

Abrió festejo el veterano espada Javier Cardozo, quien se ha jactado de dejar los mejores momentos de su actuación sobre la mano izquierda, en series de largo trazo que lamentablemente fueron emborronados por el uso del acero. En su segundo, más certero con la tizona, y nuevamente teniendo la zocata como fundamento de su faena, pudo cortar una oreja, ante el fervor de los presentes.

Valenzuela ha pasado como un huracán de emociones. Su primera faena tuvo en el alegre recibo con el percal atisbo de lo que vendría luego en banderillas y muleta; un corolario de suertes, aprovechando a plenitud las bondades del astado, por ambos pitones. El certero volapié, casi entero, sin puntilla, desató la pañolada que sin inmutarse manifestó el palco. Ante el que cerró plaza, un burel de complicada embestida, supo domeñarle primero y luego lucirle, en tandas tanto por la diestra y siniestra que contaron con la entrega unánime del soberano, que incluso le costaría una espectacular voltereta de la que se repuso afortunadamente sin consecuencias. Nuevamente la receta toricida efectiva y sin puntilla, para la solicitud de los máximos trofeos que la presidencia fiestera consideró en conceder.

En el intermedio del festejo actuó el rejoneador Francisco Javier Rodríguez, quien el sábado en este mismo ruedo había salido a hombros en loor de multitudes. Esta vez no pudo ser, pues el morlaco se aquerenció en tablas al sentir los hierros, lo que aunado a su escaso recorrido, hizo que su lidia fuera laboriosa y escasamente lúcida. Tras dos viajes con la hoja de peral, echó pie a tierra y de certero golpe con el verduguillo le despachó.

En resumen el balance del festejo fue el siguiente: Lleno de “no hay billetes” en los tendidos del destartalado coso portátil La venezolana, para la lidia de cuatro toros del hierro de Campolargo (uno para rejones) y uno de Rancho Alegre, correctos de presencia y dispar juego en su conjunto. Javier Cardozo, palmas y oreja. Eduardo Valenzuela, dos orejas y dos orejas y rabo. Francisco Javier Rodríguez, palmas tras aviso. En banderillas destacó el subalterno Salvador Moreno, y en varas, René Quintana.

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