El novillero de Fuenlabrada corta una importante oreja con un gran
novillo de El Montecillo, que lidia también un buen y bonito tercero para Lama
de Góngora; el peor lote, para Posada de
Maravillas.
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE
En otra época, la faena de Francisco José Espada hubiera valido
la Puerta Grande. Por no irnos muy lejos, en los 90. Un faenón, oiga, que dicen
los portales taurinos. A un gran novillo, cierto. De tan brava y profunda
embestida que quien no esté capacitado para torear como Espada se queda
con el culo a la intemperie. Es el chaval de Fuenlabrada una renombrada figura
del toreo en tarde de clavel y todavía le están pidiendo la segunda oreja. Pero
al gentío se le pone duro el criterio ante el anonimato, y F.J. Espada
se presentaba de novillero en Madrid con el hatillo preñado de ilusiones, las
ideas muy claras y el concepto nítido.
La faena creció y creció. A más constantemente y a mejor. Desde la
derecha que presenta tan bien; la muleta planchada y el cite en la panza de la
misma. Desde el toreo en redondo que se fue rompiendo atrás, acinturado José
Espada, asentado en los talones. Y con la
mano muy baja. «Ilustrado»
perseguía los derechazos con su espléndido cuello y el hocico haciendo surcos.
Los pases de pecho abrochaban con grandeza las soberbias series a la hombrera
contraria.
Espada |
La izquierda copó por completo la segunda parte de la obra; el juego con
los vuelos; la muñeca flexible; todavía
más roto aún el chaval y lento, muy lento el toreo. El peso de lo auténtico tarda en pasar. De tan arrastrados
los flecos, «Ilustrado» los pisó,
adelantándose un paso al temple que todo lo presidía. Un cambio de mano resultó
monumental. La plaza rugía como pocas veces se escucha. La hondura es lo que
provoca, un ole expansivo que brota
desde dentro.
Espada se perfiló con su apellido empuñado, agarrado
el pomo con la fe que mata. La rectitud
de la estocada delanterilla desbordó de pañuelos los tendidos a la muerte
de «Ilustrado»,
que había sido completo en todos los tercios y en justicia ovacionado en
el arrastre. Como en justicia se debió
al menos pedir la segunda oreja para una faena de semejante calibre.
El otro novillo de El
Montecillo del lote de Espada, en los albores de la tarde, traía
el trazo más de utrero, pero muy bien hecho, como toda la novillada de Paco
Medina. Unos más por arriba, otros no tanto y todos con líneas de lujo.
También embistió con nobleza, aunque sólo por el pitón derecho y sin terminar
de humillar del todo. La promesa de Fuenlabrada fue quebrando el corsé en
redondo. Trazo limpio y terso. Al bonito ejemplar de El Montecillo le faltó final con sus distracciones de tirar la
toalla.
Para bonito el que sorteó Lama de Góngora como tercero: un tacazo.
Uno así de bello no se veía en Madrid desde los tiempos de Felipe Lafita
y El Torreón. Le costó un
mundo ir al caballo, y a nadie se le ocurrió cambiarle los terrenos. Para
suplir la pereza de jaco de «Chaparro» le soplaron unos 100
capotazos, aproximadamente. El mitin de la cuadrilla de Lama, desarmes y pasadas en falso
incluidos, no contaron para la joya de El
Montecillo, que tomó la muleta con bondad monástica. El torerillo de
Sevilla cuando más se ajustaba con la embestida eran en las pinturerías, las
pinceladas del cierre, aquel del desprecio o éste con su aquél. Su toreo
fundamental se aleja de lo clásico para caer en la modernidad. O sea, que entra
en lo de llevarlos muy largo y pasárselos muy lejos.
Fueron los tres novilllos de Medina con nota. El lote peor fue
para Posada de Maravillas. Uno manso y rajado y otro vacío. Resolvió con
eficacia con el acero y algunos lances dejó como recuerdo tibio. El último
cartucho de Lama tampoco sirvió para nada, sin descolgar en absoluto. Y
el frío acechaba.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Lunes, 19 de mayo de 2014. Décimo primera de
feria. Casi tres cuartos de entrada. Novillos de El Montecillo, bien
hechos, distintos remates; extraordinario el serio 4º por su bravura y
profundidad; muy bueno el precioso 3º; manso y rajado el hermoso 2º; noble por el derecho el 1; el
cuajado y vivo 5º se vino abajo; a la defensiva y sin humillar el 6º.
Francisco José Espada, de azul agua y oro. Pinchazo y estocada desprendida. Aviso (saludos). En el cuarto, estocada delantera
(oreja).
Posada de Maravillas, de marfil y oro. Media estocada tendida (silencio). En el quinto, estocada (silencio).
Lama de Góngora, de purísima y oro. Pinchazo, estocada pasada y algo tendida.
Aviso (saludos). En el sexto, tres
pinchazos y media (silencio).
Posada de Maravillas, nieto del recordado matador de toros y luego periodista taurino del Diario La Razón, Juan Posada |
Lama de Góngora, y sus detalles sevillanos |
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