David Mora corta una sola oreja al que probablemente sea el mejor toro
lidiado en Sevilla; Miguel Abellán también sorteó otro buen ejemplar muy castigado en el caballo;
Escribano sin suerte.
David Mora |
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE
Ni frotándose los ojos cuando las mulillas arrastraban a «Niñito» algunos aficionados distinguían
si había sido realidad o un sueño su embestida. La ensoñación de un toro tan
sublime cuesta creerla. Como la perfección, que también existe. Aunque la
mayoría de las veces sea onírica. «Niñito»
ya había cumplido los cinco años, pero la armonía de sus líneas elásticas, su
generoso cuello y su cara sevillana, aun con sus arrugas, hacía que su nombre
cobrase sentido. El toro de El Pilar
era una pintura encendida de rojos, una piel colorada que brillaba desde el
sol. Su larga anatomía escondía 545 kilos, que se desplazaron siempre sobre la finura
de sus cabos, como si no dejasen huella sus pisadas sobre el albero.
No hubo una duda desde que David Mora se presentó con el capote y
le voló la verónica con mejor expresión y empaque por el izquierdo; el toro
cogió la onda del lance y ya planeó majestuosamente. La media verónica por el
pitón contrario también desprendió su aquél. En estos remates el codilleo de Mora
cobra cierto sentido.
En un quite por chicuelinas a la salida del puyazo, el toro tomó dos con
gusto antes de que lo descompusiesen las más
amontanadas de David Mora. Y, tras la siguiente vara, el cinqueño
volvió a repetir en otro quite por Chicuelo
de Miguel Abellán, que por variar algo entreabrió el compás.
Mora entendió que, para hacer valer aún más la
calidad del toro pilarico, la primera serie debía ser desmayado y mirando al tendido:
«Niñito» se toreó solo. Desde entonces,
en una faena planteada en paralelo a las tablas, los derechazos
involucionaban constantemente a peor. El
siguiente mejoraba el anterior en una tanda encorvada sin rematar ninguno y en
otra acortándolos malamente, no ya en codilleo, sino con un codazo como si
atrás hubiera algún fantasma carterista aproximándose. El toro de fábula,
hicieran lo que le hicieran, seguía con su humillado son, el temple sostenido,
en clase 'business'. Los pases de
pecho se convertían en lo más largo de cada tanda y lo mejor del toreo
cortocircuitado de David Mora.
De alguna manera, por la izquierda corre más la mano, mas
inexplicablemente en cinco naturales conseguía embalar una embestida
templadísima, que pretendía otro tacto, una seda y no un látigo. Otra más
siguió los mismos parámetros de exceso de revoluciones, sin que allí surgiese
en ningún momento una reunión amistosa. Y se fue a por la espada cuando el toro
contenía otra faena dentro. Quizá mejor así. Las manoletinas también mirando al
tendido precedieron a una estocada trasera. Cómo estará la gente de 'desesperá' que pidió las dos orejas; la
cosa quedó en una por aquello del talante democrático del Reglamento. Y el toro
se arrastró sin que nadie exigiese su vuelta al ruedo en el arrastre, un algo,
un reconocimiento.
Para compensar sus estrechas sienes, «Niñito»
se enlotó con un sexto de cara muy abierta, que sacó genio y mal estilo hasta rajarse.
David Mora se tapa más con el malo y le echó valor incluso para matarlo
por derecho: la taleguilla quedó totalmente desgajada. Una gran ovación lo
despidió de la Maestranza.
El otro toro de la corrida de El
Pilar le correspondió a Miguel Abellán. Un toro muy hondo, negro
y serio. Otra forma de embestir. De las que pesan por su profundidad. Abellán,
tras el ilusionante prólogo, probablemente acusó el tiempo de retirada, y el
toro, muy sangrado, el castigo en el
caballo. La muleta retrasada ayudó poco. Un gigantesco sobrero buey de Jandilla -622 kilos- cabeceó mucho aunque afortunadamente para ya
el veterano torero de Madrid no se comió a nadie. Con la espada también notó la
inactividad.
El peor lote se juntó en las manos de Manuel Escribano, que sumó
más saludos a portagayola -seis en tres tardes-, volvió a banderillear con desigual
tino y vio impotente como sus toros se venían abajo. Alguna verónica de manos
bajas quedó en una tarde que tuvo nombre de toro.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Maestranza. Jueves, 8 de mayo de 2014. Novena de abono. Algo
más de media entrada. Toros de El Pilar y Moisés Fraile, (2º y
5º), de diferentes líneas y remates, cinqueños los cuatro primeros;
extraordinario el fino 3º por las dos manos; muy serio y sangrado el buen 4º; el altón 2º de
mejor inicio que final de viaje se vino abajo como el hondo y bajo 5º; geniudo
y rajado un 6º de abierta cara; y un
gigantesco sobrero de Jandilla, (1º bis) de muchos cabezazos.
Miguel Abellán, de blanco y plata. Media estocada muy atravesada, media estocada y
descabello (silencio). En el cuarto,
estocada atravesada que hace guardia y tres descabellos (silencio).
Manuel Escribano, de tabaco y oro. Estocada pasada algo tendida y cinco descabellos.
Aviso (silencio). En el quinto, estocada
rinconera (ovación).
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