lunes, 5 de mayo de 2014

FERIA DE SEVILLA 2014 – QUINTA CORRIDA: El agravio comparativo de Escribano

El torero de Gerena da la única vuelta al ruedo tras negarle el palco una oreja con dudoso criterio y brilla con el capote con el  quinto toro de la corrida de Jandilla-Vegahermosa, que siendo noble careció de fondo.
Manuel Escribano
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE


No se sabe a ciencia cierta si Manuel Escribano pagó ser del Sevilla Fútbol Club. Pero el caso es que la banda le racaneó la música y el presidente, una oreja. Escribano se decantó con el brindis a José Castro, presidente en libertad de sus colores, y ya las facciones béticas de la afición murmuraron por lo bajini o no tanto. Al final allí se pusieron todos de acuerdo, menos el palco: don Gabriel Fernández Rey quizá se agarró, hablando en serio, a los centímetros de caída de la espada, porque la pañolada se hacía mayoritaria y, en estos supuestos, la Ley Taurina se interpreta según los días: de levante, pares, y de poniente, nones. Debía soplar poniente porque fueron nones y hacía un calor desértico. A uno que viaja por todas las ferias de España como los turroneros, las putas y los carteristas, las tardes posteriores a las corridas de rejones, cuando las orejas se dan a espuertas con que se hundan los rejones en lo negro, le parecen un agravio comparativo. El último domingo mismamente en la Maestranza con un marcador de cinco, una manita de 'peludas'.

En ese ni tuya ni mía que podría sostenerse hasta la eternidad con el señor Rey, yo sí la hubiera concedido a Manuel Escribano, que se fue a portagayola, lanceó con lucimiento, banderilleó con especial mérito al quiebro y además toreó con tempo, sitio y pulso por la mano izquierda a un aleonado jandilla que lucía dos puntas como no ven los caballeros rejoneadores ni en las  películas de Cañero. Que por qué no siguió por esa mano deletreando el toreo al natural es otra cuestión. A lo peor por provocar al maestro de la batuta ciega en sones de largos derechazos, muy avanzada la faena, que precisamente fue cuando arrancó el pasodoble. El toro, paradote pero notable, respondió al planteamiento de más espacio y menos amontonamiento mejor. O sea cuando el torero de Gerena desgranó naturales muy despacio. A últimas quiso volver, pero ya el toro lo había dado todo. La  vuelta al ruedo se convirtió en premio de ley, que digo don Gabriel que con el palmarés de feria que se presiente tampoco habría pasado nada.

Por si había duda de su ambición, Manuel Escribano marchó de nuevo a portagayola, o donde interpreta que es la suerte: casi en la boca de riego. Lo que sorprendió, más allá de la larga cambiada o del extraño fugaz del toro, fue la manera de torear a la verónica con los brazos absolutamente dormidos, yertos, caídos, mecido el lance. Una lentitud pasmosa también en la templadísima embestida del perfecto jandilla de Vegahermosa. ¡Ay, si dura! ¡Qué hechuras y qué manera de colocar la cara! Pero el mal general de la corrida de Borja Domecq, se resumió en el fondo, el motor, la duración, lo que algún cursi llamaría la durabilidad. Escribano enganchaba los viajes con la muleta al hocico, mas a aquella ensoñación de toro, humillado por los flecos, se le hizo demasiado pese a los tiempos muertos que extendieron la tarde.

Al síndrome de persianas bajadas de los nobles jandillas se le sumó el síndrome de Sevilla que sufre Sebastián Castella yle  pesa como una losa. Cuesta entender que un tipo que viene toreando con la izquierda extraordinariamente bien, como ha demostrado en Valencia o Castellón tarde un mundo y parte del otro en ofrecérsela al cornalón, cariavacado y frágil cuarto que  embestía por esa mano como aparentaba, como una vaca vieja. Puede que los inicios fueran mejores que los finales, pero, coño, vaya usted a comparar con el bruto cuajado de sorda guasa, siempre punteando, apoyado y frenado en las manos, que se despachó como aperitivo. La espada no le falló como tampoco su cuadrilla.

Lo cierto es que el acero respondió a los matadores. También a Iván Fandiño, torpón y enredado en sus quites a los toros de  Escribano. El último, de noble pitón derecho antes de cerrar la tienda, que al menos le dio las opciones que le negó el anterior, demostró lo que un compañero sostiene: que Fandiño cita con el palillo de la muleta más que con los vuelos. Pena de  progresión.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Maestranza. Lunes, 5 de mayo de 2014. Séptima de abono. Bastante menos de tres cuartos de entrada. Toros de  Jandilla y Vegahermosa, serios por delante, de diferentes hechuras; cuajado un hondo 1º que reponía con guasa sobre las  manos; paradote pero bueno el redondo 2º; rajado y sin poder el más fino 3º; cornalón y cariavacado un frágil 4º de buen pitón  izquierdo; de armónicas líneas un templadísimo 5º que se desfondó; bueno por el derecho el bizco 6º también sin rematar.
Sebastián Castella, de caña y oro. Estocada un punto pasada (silencio). En el cuarto, estocada trasera y descabello. Aviso  (silencio).
Manuel Escribano, de azul turquesa y oro. Estocada desprendida y fulminante (petición y vuelta al ruedo). En el quinto, estocada  trasera (saludos).
Iván Fandiño, de azul marino y oro. Estocada algo atravesada (silencio). En el sexto, espadazo. Aviso (silencio).
Sebastián Castella
Iván Fandiño

No hay comentarios:

Publicar un comentario