Oreja de ley tras una
profunda faena del salmantino a un feo y
buen sobrero de El Vellosino; se queda en
el umbral de la Puerta Grande con un geniudo sexto.
Juan del Álamo |
ZABALA DE LA
SERNA
Fotos: EFE
A Juan del Álamo se le
entornaron las bisagras de la Puerta Grande. En cada cabezazo geniudo del último
toro que se esperaba con ansiedad, en cada pinchazo luego, cuando las luces de
la esperanza ya se habían apagado. Del
Álamo pasó de ofrecer una formidable dimensión con la profunda faena a un destartalado,
viejo y buen sobrero de El Vellosino a mostrar la cara
abrupta del valor a puro huevo con las
ariscas acometidas del último de Martín-Lorca.
El torero charro se quedó sólo a escasos minutos de que el malo hubiera durado,
aun en malo, para que le hubiera arrancado la oreja que faltaba. Pero el cabrón
empeoró como una tormenta en alta mar, imposible el oleaje por el izquierdo,
por donde a Juan de Salamanca ya le había pegado una seca voltereta al rematar
una trinchera: sonó durísima la caída sobre el cuello. Después ya todo fue
oscuridad en una tarde de lucidez espléndida. Que Del Álamo toreó también superior con el capote a la verónica a
sus toros.
Ya con el de Martín-Lorca que fue devuelto Juan del Álamo sacó los brazos y meció una embestida que venía tan
templada que en el caballo se derrumbó. Maldita la hora, pensó. Porque el toro
en la seriedad de sus hechuras se hacía un tacazo: chato de expresión, acodado de cuerna, amplio de
pechos, bajo y redondo de armonías. Cuando apareció el feo sobrero de El
Vellosino camino de su sexto cumpleaños en julio, había que morderse la
lengua para no soltar algún exabrupto más contra sus andares corretones por todo el inmenso ruedo venteño.
Un puyazo corrido tomó en la querencia y
otro en el polo diametralmente opuesto.
Del Álamo se dobló toreramente en el prólogo de faena, una apertura con son hacia
los medios. Y allí el pase del desprecio desprendió una chispa y se atisbó la
firmeza del tipo. La derecha puesta y dispuesta enganchó los viajes y los vació
muy atrás y por debajo de la pala del
pitón. Las Ventas pegó un estirón hacia el cielo. Como Juan del Álamo en su toreo ligado, profundo, despatarrado y roto.
Cumbre la siguiente tanda, rubricada con una trincherilla. El sobrero ya no
parecía ni tan feo ni tan destartalado por su manera de descolgar y estirarse.
El tono únicamente bajó al natural. Por ahí no es que le costase al toro, es
que no quería. La ronda de redondos de despedida y a cámara lenta reventó la plaza
del todo en un ole continuo y hondo como los muletazos. Y agarró la espada con
la mente clavada en el morrillo y no se le escapó un estoconazo de libro. Oreja
unánime, inapelable y de una importancia
trascendental. Aunque ya veremos. La temporada pasada Juan del Álamo cortó una por cada tarde
que pisó Las Ventas, que en total sumaron tres. Para menda, que se regresó ex
profeso de Gijón, la faena del 15 de agosto, fecha también de la resurrección de
Montalvo,
merecía las dos. O lo hubiera sido en un día como hoy. Y si no es por el
malparido último, el de peores líneas de una corrida de Martín-Lorca bien
hechurada en su seriedad, y desgraciadamente con más bondad que fondo, si no es
por ése, decía, Del Álamo sale a
hombros con fuerza por la bendita y rocosa Puerta Grande.
Que no pase ni una línea más sin destacar la suerte de varas que
protagonizó el joven Óscar Bernal
con el rabioso sexto. Y de paso que valgan estas letras para hacer honor a la
Feria de Sevilla que se han marcado los Bernal,
una dinastía de categoría a caballo.
Al elegante y educado Ángel Teruel
y al enfibrado Miguel Tendero, que
sustituía al convaleciente David Galván, les faltaron toros. Y a lo peor
también descararse un poquito más con los dos que en su escasa duración -el
hondo primero y el bajo y astifínisimo
segundo- valieron para dejar cosas como las miguitas de Pulgarcito, que luego le sirvieron para encontrar el camino a casa. / Diario El Mundo de España
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Sábado, 10 de mayo de 2014. Segunda de feria.
Media entrada larga. Toros de Martín-Lorca,
serios de muy diferentes pero buenas hechuras; el hondo y grandón 1º duró poco en
su obediencia; el amplio 4º manseó y se paró; al astifino y bajo 2º también le faltó gas; un
veleto y cinqueño 5º lastrado de los cuartos traseros y sin poder; geniudo un 6º de abierta cara y peores
líneas; y un sobrero de El Vellosino
(3º bis), un feo cinqueño pasado que embistió con nobleza y muy descolgado por el derecho.
Ángel Teruel, de rosa y oro.
Estocada delantera (silencio). En el
cuarto, pinchazo y estocada contraria y
atravesada que hace guardia (silencio).
Miguel Tendero, de azul añil y oro.
Pinchazo y estocada (silencio). En el
quinto, dos pinchazos y estocada
(silencio).
Juan del Álamo, de rosa pálido y oro.
Gran estocada (oreja). En el sexto, cuatro
pinchazos y estocada. Aviso (gran
ovación de despedida).
Ángel Teruel |
Miguel Tendero |
El récord de Juan del Álamo
Juan del Álamo ha cuajado una importantísima actuación en la plaza de toros de Las Ventas
y ha puesto fin a la “maldición” del 10 de mayo, una
fecha en la que a lo largo de la
historia han escaseado los triunfos. Estos son los datos de lo logrado por
el salmantino.
- Hacía 66 años que un
matador de toros no cortaba una oreja el 10 de mayo en Las Ventas. Ese
mismo día, en 1948, Gitanillo de Triana paseó un
trofeo y Parrita abrió la Puerta Grande.
- En los últimos 21 años sólo
dos novilleros habían cortado oreja
el 10 de mayo: Juan Carlos García (1993)… Y el propio del Álamo en 2010.
- Si cortar una oreja en
Madrid es difícil… Juan del Álamo
lleva cuatro corridas consecutivas “tocando
pelo” en Las Ventas.
- Ha sido la segunda vez que Juan del Álamo corta una oreja a un sobrero en Madrid. El año pasado también lo logró Uceda y en 2012 Morenito de Aranda. / www.datoros.
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