Importante faena del maestro de Chiva
al bruto cuarto de Victoriano del Río sin el refrendo de la espada; corrida
desigual y muy baja de casta y poder que tuvo sus mejores toros -de contada
duración- en el lote del confirmante David Galán.
Enrique Ponce, cinco años despues... |
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE
Sin acudir a Platón,
Enrique Ponce dictó una lección de
ética. La ética y la hombría de Ponce.
Eso es lo que ovacionó la inmensa mayoría que desbordaba la Monumental por las
tejas cuando se deshizo el paseíllo; las mismas virtudes que volvieron a
ovacionar a la muerte de un toro grande, hondo y bruto.
La ética de regresar a Madrid cuatro años, once meses y 30
días de incesante dolor; la hombría de plantarle cara a un torancanazo de casi
600 kilos cuesta arriba que todo lo que había hecho en los capotes era
abandonarlos con la testa por las nubes. O distraerse en su abandono de la
suerte.
El brindis al público no había Cristo Rey que lo entendiese.
El maestro de Chiva sabría. La determinación fue manifiesta en los doblones de
gobierno, en el gesto de quebranto, en el trincherazo de cierre de la obertura.
Enrique Ponce se había enchufado
adrenalina. La fibra y el descaro que recorrían pulso y muleta bajo el «7», allí donde habían chiflado el
caluroso recibimiento sin más motivo probable que la maldad.
Enrique Ponce |
La derecha poncista tocó fuerte y apostó por el tal «Baderno», que en otras mentes toreras
no hubiera tenido cabida. El toro de Victoriano del Río sólo contaba a su
favor con la prontitud y la obediencia al mando abajo en el enganche. Claro que
el mando hay que ejercerlo. Las dos tandas de redondos emanaron un valor que ha
marcado 25 temporadas con sordina; la ética y la hombría. De todos los
muletazos salía el bruto por encima del palillo. Que tocase la muleta las menos
veces fue otro ejercicio de ingeniería, como un cambio de mano, no tan bueno ni
tan caro como el que enlazó con un molinete e incedió los tendidos. Enrique Ponce quiso hacer el toreo
desmayado con los cabezazos de la bestia por allí pajareando como cuervos de
mal agüero. Y siguieron cuando la muleta pasó a ser ofrecida con la zurda
descarada. Nunca se entregó la embestida ni en la vuelta al toreo en redondo.
Otros doblones de despedida con la estética y el arrebato de meterse mucho con
el toro y una trincherilla de bandera.
Ponce quiso
matarlo a ley. Miren, hablando a calzón quitado y en castellano sin pulir: hay
que tener muchos cojones para quitarse de la cabeza la cornada de Valencia
también en la rectitud del volapié. Un pinchazo en lo alto precedió a un
espadazo, desgraciadamente de efectos retardados. Con los descabellos se
esfumaba la oreja presentida. La lección de ética y hombría ahí quedaba.
Sebastián Castella |
La corrida de Victoriano del Río la conformaban
toros de muy diferentes hechuras, alguno sin remate y lavado como una tabla de
planchar como el tercero o feo como el quinto con el hierro de Cortés.
Ninguno de estos dos le valió a Sebastián
Castella para nada. Uno por ser huérfano de poder en aquella culatilla que
hacía sentadillas; el otro por no contar con la madre clase en sus desacompasados
movimientos de manso rajado. La falta de fuerza y casta -tantas veces de la
mano en su ausencia- enfermó también al primero del lote de Ponce hasta pararlo.
David Galán |
Confirmaba la alternativa el hijo de Antonio José Galán, recordado en estos días en los que el mundo
entero sigue conmocionado por el arrojo de Iván
Fandiño para matar sin muleta. David
Galán tuvo la suerte del principiante y la ayuda celestial tras nueve años
de matador de toros: en su bolita se encerraron los dos de Victoriano del Río que
subieron la pobre nota media aun con sus limitaciones de duración. El toro de
la ceremonia, burraco y suelto de
carnes, una pintura, humilló por la mano derecha con el gas preciso y la
calidad de la que careció la corrida; y el sexto también sacó una nobleza sin
derroche para al menos hacer feliz al dispuesto, tosco y nuevo Galán. Demasiado para lo poco que
torea.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Jueves, 15 de mayo de 2014. Séptima de feria.
Lleno de «no hay billetes». Toros de Victoriano
del Río y uno de Toros de Cortés
(5º), de diferentes hechuras y remates; lavado y degollado un 3º sin poder; sin
fuerza también el manso y apretado 2º, que se paró; bueno por el derecho pero
sin gas ni final un 1º suelto de carnes; grande y hondo un 4º bruto sin entrega
pero pronto y con mejor inicio que final de viaje; feo, largo y sin cuello el
manso y rajado 5º; entipado y con cara un noble 6º de contado fondo.
Enrique Ponce, de purísima y oro. Pinchazo, media
estocada trasera y tendida y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo,
estocada y tres descabellos. Aviso (saludos).
Sebastián Castella, de malva y oro. Bajonazo (silencio). En el
quinto, estocada (silencio).
David Galán, de blanco y oro. Estocada caída y nueve
descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada un punto contraria.
Aviso (saludos).
Brindis de maestro a Premio Nobel
El regreso de Enrique Ponce -que
dedicó a Vargas Llosa su primero- en la séptima tarde de la Feria de San
Isidro, en el día del Patrón, logró colgar el primer "no hay
billetes" en taquillas y llenar la plaza de rostros conocidos.
Brindis de Ponce al Nobel de Literatura 2011, Mario Vargas Llosa, junto a su esposa Patricia. |
Cinco años después, Enrique
Ponce volvió a la Monumental de las Ventas. Y su esperado regreso, el día
del Patrón, provocó que se colgase en taquillas el primer «no hay billetes» de la Feria de San Isidro. Lo atractivo del
cartel, con Sebastián Castella y David Galán como compañeros de terna
del maestro de Chiva, llevó también el color a los tendidos, en los que se
dejaron ver también por primera vez en el ciclo muchos rostros conocidos en
torno al acontecimiento.
Uno de los nombres más ilustres presentes en el callejón de
la plaza fue el del Nobel de Literatura, Mario
Vargas Llosa, acompañado por su mujer. Para ellos fue el brindis de Ponce en su primer toro. «Por
nuestra amistad y por tu constante defensa de la Fiesta; y para Patricia,
porque detrás de un gran genio siempre hay una gran mujer», les dijo. Vargas Llosa no dudó después en
promocionar el toreo en los micrófonos de Canal Plus. «Hay que defender la Tauromaquia
a cara descubierta como una de las grandes creaciones de nuestra cultura y que
ha enriquecido todas las artes a lo largo de la Historia», afirmó.
Otros amigos de Ponce
que quisieron arroparle en su vuelta fueron Ramón García, Agustín Díaz Yanes y Miguel Báez, 'Litri', muy
pendientes en todo momento de la lidia, al igual que el maestro Paco Camino, Nieves Álvarez y Yolanda González, Lucio, Terelu Campos,
José María Cano, Miguel Ángel Gil Marín, el futbolista Gabi o Adolfo Suárez Illana,
que repitió en Las Ventas después de recibir el brindis de su amigo Padilla un día antes y que llegó
acompañado de su hijo y de su suegro, el ganadero Samuel Flores. «Tengo un miura anunciado pero voy a
lidiarlo para ver si le corto el rabo», dijo en referencia a la segunda
operación del cáncer de cuello a la que será sometido en los próximos días.
En el día de San Isidro no podían faltar en la plaza
representantes políticos como Ignacio
González, Salvador Victoria y Pío
García Escudero, presidente de la Comunidad de Madrid, consejero de
Presidencia y Portavoz del Gobierno regional y presidente del Senado
respectivamente.
En un ambiente de clavel en la solapa, los rostros conocidos
también se pasaron por el novedoso espacio Tendido 11, que tuvo en esta ocasión
sabor femenino gracias a la hija de José
Bono, Ana Bono Jr., acompañada por Mónica
de Tomás, musa de Elio Berhanyer;
Carmen Lomana y Yeyes Dols, hermana del torero José
María Manzanares. / LUCAS PÉREZ - Foto:
EFE
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