sábado, 17 de mayo de 2014

FERIA DE SAN ISIDRO 2014 – SÉPTIMO FESTEJO: Lección de ética y hombría de Enrique Ponce


Importante faena del maestro de Chiva al bruto cuarto de Victoriano del Río sin el refrendo de la espada; corrida desigual y muy baja de casta y poder que tuvo sus mejores toros -de contada duración- en el lote del confirmante David Galán.
Enrique Ponce, cinco años despues...

ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE

Sin acudir a Platón, Enrique Ponce dictó una lección de ética. La ética y la hombría de Ponce. Eso es lo que ovacionó la inmensa mayoría que desbordaba la Monumental por las tejas cuando se deshizo el paseíllo; las mismas virtudes que volvieron a ovacionar a la muerte de un toro grande, hondo y bruto.

La ética de regresar a Madrid cuatro años, once meses y 30 días de incesante dolor; la hombría de plantarle cara a un torancanazo de casi 600 kilos cuesta arriba que todo lo que había hecho en los capotes era abandonarlos con la testa por las nubes. O distraerse en su abandono de la suerte.

El brindis al público no había Cristo Rey que lo entendiese. El maestro de Chiva sabría. La determinación fue manifiesta en los doblones de gobierno, en el gesto de quebranto, en el trincherazo de cierre de la obertura. Enrique Ponce se había enchufado adrenalina. La fibra y el descaro que recorrían pulso y muleta bajo el «7», allí donde habían chiflado el caluroso recibimiento sin más motivo probable que la maldad.

Enrique Ponce
La derecha poncista tocó fuerte y apostó por el tal «Baderno», que en otras mentes toreras no hubiera tenido cabida. El toro de Victoriano del Río sólo contaba a su favor con la prontitud y la obediencia al mando abajo en el enganche. Claro que el mando hay que ejercerlo. Las dos tandas de redondos emanaron un valor que ha marcado 25 temporadas con sordina; la ética y la hombría. De todos los muletazos salía el bruto por encima del palillo. Que tocase la muleta las menos veces fue otro ejercicio de ingeniería, como un cambio de mano, no tan bueno ni tan caro como el que enlazó con un molinete e incedió los tendidos. Enrique Ponce quiso hacer el toreo desmayado con los cabezazos de la bestia por allí pajareando como cuervos de mal agüero. Y siguieron cuando la muleta pasó a ser ofrecida con la zurda descarada. Nunca se entregó la embestida ni en la vuelta al toreo en redondo. Otros doblones de despedida con la estética y el arrebato de meterse mucho con el toro y una trincherilla de bandera.

Ponce quiso matarlo a ley. Miren, hablando a calzón quitado y en castellano sin pulir: hay que tener muchos cojones para quitarse de la cabeza la cornada de Valencia también en la rectitud del volapié. Un pinchazo en lo alto precedió a un espadazo, desgraciadamente de efectos retardados. Con los descabellos se esfumaba la oreja presentida. La lección de ética y hombría ahí quedaba.

Sebastián Castella
La corrida de Victoriano del Río la conformaban toros de muy diferentes hechuras, alguno sin remate y lavado como una tabla de planchar como el tercero o feo como el quinto con el hierro de Cortés. Ninguno de estos dos le valió a Sebastián Castella para nada. Uno por ser huérfano de poder en aquella culatilla que hacía sentadillas; el otro por no contar con la madre clase en sus desacompasados movimientos de manso rajado. La falta de fuerza y casta -tantas veces de la mano en su ausencia- enfermó también al primero del lote de Ponce hasta pararlo.



David Galán
Confirmaba la alternativa el hijo de Antonio José Galán, recordado en estos días en los que el mundo entero sigue conmocionado por el arrojo de Iván Fandiño para matar sin muleta. David Galán tuvo la suerte del principiante y la ayuda celestial tras nueve años de matador de toros: en su bolita se encerraron los dos de Victoriano del Río que subieron la pobre nota media aun con sus limitaciones de duración. El toro de la ceremonia, burraco y suelto de carnes, una pintura, humilló por la mano derecha con el gas preciso y la calidad de la que careció la corrida; y el sexto también sacó una nobleza sin derroche para al menos hacer feliz al dispuesto, tosco y nuevo Galán. Demasiado para lo poco que torea.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Jueves, 15 de mayo de 2014. Séptima de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de Victoriano del Río y uno de Toros de Cortés (5º), de diferentes hechuras y remates; lavado y degollado un 3º sin poder; sin fuerza también el manso y apretado 2º, que se paró; bueno por el derecho pero sin gas ni final un 1º suelto de carnes; grande y hondo un 4º bruto sin entrega pero pronto y con mejor inicio que final de viaje; feo, largo y sin cuello el manso y rajado 5º; entipado y con cara un noble 6º de contado fondo.
Enrique Ponce, de purísima y oro. Pinchazo, media estocada trasera y tendida y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo, estocada y tres descabellos. Aviso (saludos).
Sebastián Castella, de malva y oro. Bajonazo (silencio). En el quinto, estocada (silencio).
David Galán, de blanco y oro. Estocada caída y nueve descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada un punto contraria. Aviso (saludos).

Brindis de maestro a Premio Nobel
El regreso de Enrique Ponce -que dedicó a Vargas Llosa su primero- en la séptima tarde de la Feria de San Isidro, en el día del Patrón, logró colgar el primer "no hay billetes" en taquillas y llenar la plaza de rostros conocidos.
Brindis de Ponce al Nobel de Literatura 2011, Mario Vargas Llosa, junto a su esposa Patricia.
Cinco años después, Enrique Ponce volvió a la Monumental de las Ventas. Y su esperado regreso, el día del Patrón, provocó que se colgase en taquillas el primer «no hay billetes» de la Feria de San Isidro. Lo atractivo del cartel, con Sebastián Castella y David Galán como compañeros de terna del maestro de Chiva, llevó también el color a los tendidos, en los que se dejaron ver también por primera vez en el ciclo muchos rostros conocidos en torno al acontecimiento.

Uno de los nombres más ilustres presentes en el callejón de la plaza fue el del Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, acompañado por su mujer. Para ellos fue el brindis de Ponce en su primer toro. «Por nuestra amistad y por tu constante defensa de la Fiesta; y para Patricia, porque detrás de un gran genio siempre hay una gran mujer», les dijo. Vargas Llosa no dudó después en promocionar el toreo en los micrófonos de Canal Plus. «Hay que defender la Tauromaquia a cara descubierta como una de las grandes creaciones de nuestra cultura y que ha enriquecido todas las artes a lo largo de la Historia», afirmó.

Otros amigos de Ponce que quisieron arroparle en su vuelta fueron Ramón García, Agustín Díaz Yanes y Miguel Báez, 'Litri', muy pendientes en todo momento de la lidia, al igual que el maestro Paco Camino, Nieves Álvarez y Yolanda González, Lucio, Terelu Campos, José María Cano, Miguel Ángel Gil Marín, el futbolista Gabi o Adolfo Suárez Illana, que repitió en Las Ventas después de recibir el brindis de su amigo Padilla un día antes y que llegó acompañado de su hijo y de su suegro, el ganadero Samuel Flores. «Tengo un miura anunciado pero voy a lidiarlo para ver si le corto el rabo», dijo en referencia a la segunda operación del cáncer de cuello a la que será sometido en los próximos días.

En el día de San Isidro no podían faltar en la plaza representantes políticos como Ignacio González, Salvador Victoria y Pío García Escudero, presidente de la Comunidad de Madrid, consejero de Presidencia y Portavoz del Gobierno regional y presidente del Senado respectivamente.

En un ambiente de clavel en la solapa, los rostros conocidos también se pasaron por el novedoso espacio Tendido 11, que tuvo en esta ocasión sabor femenino gracias a la hija de José Bono, Ana Bono Jr., acompañada por Mónica de Tomás, musa de Elio Berhanyer; Carmen Lomana y Yeyes Dols, hermana del torero José María Manzanares. / LUCAS PÉREZ - Foto: EFE

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