El torero de Orduña bordea el
triunfo con el único toro potable de una mala y mentirosa corrida de
Jandilla-Vegahermosa; Joselito Adame resolvió los problemas con valor y El
Fandi, con mucho oficio.
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE
Pocas, muy pocas veces se recuerda que a un torero, después
de una Puerta Grande y una heroicidad como la de Iván Fandiño el otro día, no se le salude con una ovación en su
regreso a Las Ventas. Vamos perdiendo las costumbres de la buena educación. Los
aplausos de reconocimiento se los habría de volver a ganar a pulso a la muerte
del quinto de la mala corrida de Jandilla. Mala, sí, sin mayores rebuscamientos
en la moderna terminología taurina moderna. Y mentirosa además, porque su
vinagre remontado, su cosa correosa y chunga no se percibía arriba en los
tendidos.
El gordo, hondo, colorado y mencionado penúltimo fue el
único paliativo de la jandillada de
guasa. Su sincera nobleza sin clase, rebrincada en los inicios de faena, la
entendió bien Fandiño, encajado y
siempre vaciando los muletazos por debajo de la pala del pitón. El también
planteamiento en paralelo a tablas en los terrenos de sol más protegidos del
viento. Las serias y también sinceras series morían limpias con el torero
acinturado. Entre ellas, el toro amagó con irse varias veces. Pero volvía con
bondad. Por la izquierda también comió en su mano. La última tanda de redondos
exprimió ya a fondo al jandilla antes
de un puñado de manoletinas. Un pinchazo y la muerte lenta por la travesía de
una estocada algo contraria se interpusieron entre Iván Fandiño y la más que probable oreja.
Fandiño había
catado otra vez lo poco mullido del ruedo venteño con la absurda voltereta que
le pegó el flojo, engatillado y estrecho primero de su lote cuando insistía
tozuda y tontamente en prolongar con la izquierda una faena que toro y público
pedían finalizar a gritos. La corrida de Jandilla, sobre todo en su parte
inicial, tuvo también como nota negativa su presentación. Una escalera, a la
postre también sin categoría en su estampa, donde no hubo dos toros iguales ni
parecidos.
Joselito Adame |
Si el que estrenaba el turno del matador de Orduña cerraba
la cara arremangado de pitones, el siguiente de Joselito Adame la abría de la manera más simplona. Sería lo único
que tuvo de simple el cabrón. Qué complicado y duro fue. Joselito le presentó la muleta muy en largo en la boca de riego; el
viento casi la ponía en horizontal. El jandilla,
a galope tendido, no obedeció: si el hidrocálido no se quita, se lo hubiera
llevado puesto en lugar de la muleta. «Igual
ha sido por culpa de Eolo», pensó la gente. Qué va. Repitió el jandilla la mala pasada de venirse por
dentro. Para evitar el aire, José Adame
se atrincheró entre el «4» y el «5» y tragó ricino por el pitón derecho.
Por el izquierdo, la embestida parecía dormida. Un seco derrote al palillo
cambió los pareceres. El mexicano, que había entrado en sustitución de Miguel Abellán, le bajó la mano en
redondo muy mandón. Desde aquí en adelante hasta el arrimón de coda sobró como
un tiempo extra que Adame se trae de
México. Lo mató por arriba y lo sacaron al tercio.
El Fandi, a toro pasado |
De guinda de la jandillada,
un toro basto que embestía bruto, con los pechos por delante, como a saltos. Adame no acertó con la apertura de
estatuarios como elemento corrector: en cuanto le ofreció la derecha, un
pechugazo o un hocicazo le arrebató la herramienta de la mano. Y para no
desvariar de sus hermanos se arrancaba recto y por dentro.
El Fandi cumplió con un oficio no valorado de tío curtido. No
se valoró porque, ya digo, no se vieron los problemas de la corrida. El
astifinísimo cuarto no embestía tres veces del mismo modo. Miraba y medía y se
quedaba por debajo haciéndose el longui, pero ojo a la guasa de la tía tomasa.
O a mí ya se me hacía que todos guardaban una bala siempre en la recámara, sin
entregarla ni cuando se le exigía. Fandila
lo había dado todo en banderillas y en dos largas cambiadas de rodillas. Más fue
la contundencia de su espada lo que más brilló. También para darle mulé al toro
que inició la maldad.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Viernes, 16 de mayo de 2014. Octava de feria.
Lleno. Toros de Jandilla y Vegahermosa, de muy diferentes hechuras
y remates, una escalera, los tres primeros sin plaza; mentiroso y con guasa el
1º; sin fuerza el engatillado 2º; malo el complicado 3º de abierta cara;
desigual y mirón un 4º muy astifino; gordo y hondo un 5º noble pero sin clase;
el basto 6º embistió bruto y a saltos.
El Fandi, de vainilla y oro. Estocada algo tendida y
dos descabellos (silencio). En el cuarto, estocada (silencio).
Iván Fandiño, de grana y oro. Media estocada tendida
(silencio). En el quinto, pinchazo y estocada punto contraria. Aviso (saludos).
Joselito Adame, de azul cobalto y oro. Estocada. Aviso
(saludos). En el sexto, pinchazo y estocada desprendida. Aviso (silencio).
Se guardó un minuto de silencio por el 94º aniversario de la muerte de Gallito en Talavera de la Reina.
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