miércoles, 28 de mayo de 2014

FERIA DE SAN ISIDRO 2014 - VIGÉSIMO FESTEJO DE ABONO: Una tarde de perros y locos

Decepcionante corrida de Baltasar Ibán que acabó con las esperanzas de Fernando Robleño, Luis Bolívar y Rubén Pinar en un festejo de mucho viento, lluvia y sol.

ZABALA DE LA SERNA

Tarde de perros. Viento, lluvia, sol y nubes oscuras que jugaban a las sombras chinescas con las marcas de los charcos secos sobre el ruedo venteño. Cambios de la primavera de Madrid. Sonaron clarines y timbales para despejar la plaza y el cielo; quedó el aire como eterno polizón de este barco sin velas. Molestó por momentos en la muleta de Fernando Robleño. Guapo el toro de Ibán. Perfecto de armonía, en tipo y serio. Como virtudes, la humillación desde el principio, la nobleza y la fijeza; como defectos, sus quejas en banderillas, un tranco de menos y la cortita duración. Robleño apuntó su decisión ya con el capote y durante toda la faena; una serie de naturales de ganar el paso no halló eco. La espada echó un manto de silencio.

Regresaron los nubarrones y el agua para recibir a un cinqueño castaño de una expresión tremenda que delataba la agresividad que llevaba dentro. Luis Bolívar lo lució en el caballo, pero el toro alcanzó la muleta tardeando más cuando atacaba aquello se tornaba en una violenta tempestad de saltos. El viento complicaba aún más las cosas a un Bolívar dispuesto que encajó un par de arreones directos al cuerpo.

De algún modo reaparecía Rubén Pinar después de pasar un invierno K.O. toreando en el campo. Resbalaba la lluvia por las negras puntas del más altón tercero, que se picó en la querencia y no se empleó ni humilló. Ni en petos ni capotes. Pinar muleteó con oficio.

Nada seguía un guion de locos. Ni el clima ni los patrones de hechuras de lo de Ibán: el cuarto, un tío, también se iba por arriba. Derribó en el caballo. Y luego fue otra vez en largo pero se quitó el palo de mala manera. Lo ovacionaron. Fernando Robleño abrió faena sentado en el estribo. En contrapicado la visión del pequeño torero de gran corazón. Por el palillo embestía el torazo muy anclado al piso. Agua por dentro; ya no llovía. Se tapó para colmo la muerte con el descabello.

Apareció el sol otra vez para alumbrar a un quinto simplón de cargado tren delantero, muy elevado el punto de la cruz y las fuerzas contadas para sus 550 kilos. Una costalada en banderillas escenificó los malos pronósticos. Fuera de tipo en sus formas y en su fondo. Bolívar lo intentó con mimo. Pero se tumbó a la bartola el toro. Abrevió el colombiano.

Desapareció el viento con el castaño, acapachado, bajo y serio sexto, que desarmó a Pinar con el capote. Acudió pronto al caballo. Sensacional el oportuno quite de Bolívar cuando Cervantes perdió pie. Rubén no encontró material con las rácanas, toponas y desinfladas embestidas. No se extendió el torero de Albacete.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Miércoles, 28 de mayo de 2014. Vigésima de feria. Casi tres cuartos de entrada. Toros de Baltasar Ibán, cuatro cinqueños, muy serios y de muy diferentes líneas; humillador y noble pero a menos y falto de un tranco el entipado 1º; de agresiva expresión y violento el hechurado 2º; el más altón 3º no humilló ni se empleó; un tío el zancudo 4º, que no descolgó y se paró; sin fuerza ni fondo el grandón y simplón 5º; bajo y desinflado el topón 6º.
Fernando Robleño, de blanco y oro con cabos negros. Dos pinchazos y estocada (silencio). En el cuarto, media que se tragó entera y varios descabellos. Aviso (silencio).
Luis Bolívar, de rioja y oro. Media y varios descabellos (silencio). En el quinto, media tendida y descabello (silencio).
Rubén Pinar, de verde hoja y oro. Media y dos descabellos (silencio). En el sexto, estocada (silencio).

No hay comentarios:

Publicar un comentario