viernes, 30 de mayo de 2014

FERIA DE LA SALUD – SEGUNDA CORRIDA: La terna, por encima de una mala corrida en Córdoba

Curro Díaz corta la única oreja en una accidentada tarde en la que Ferrera, que dio una vuelta al ruedo, y Jiménez Fortes, fueron volteados.
Jiménez Fortes
CARLOS CRIVELL

Los tendidos desiertos de la plaza de Los Califas cantaban una triste realidad, la de un coso y una afición que recuerda el glorioso tiempo pasado y está a la espera de una recuperación que se antoja complicada. La primera de la Feria fue suspendida por la autoridad por falta de toros. Todos contentos. La autoridad, porque cumplió con lo debido. La empresa, porque con las entradas vendidas era mejor cortar por lo sano.

La terna de la segunda era extraña, si como tal debe entenderse el conjunto de tres matadores tan diferentes. Pero el mayor atractivo era presenciar el juego de una de Núñez en tiempos del monopolio Domecq. Seis toros, seis anatomías y un mismo comportamiento. Con la nobleza por bandera, salvo el bruto sobrero sexto, la falta de fuerzas y de casta fue el argumento general de la corrida. No, no era la corrida esperada. La terna tapó muchas carencias del encierro.

Antonio Ferrera fue la entrega y la variedad en este tiempo de madurez que vive el que nació en Ibiza y es extremeño de hecho; Curro Díaz obsequió a la parroquia con un ramillete de muletazos preciosos en el quinto; Fortes se arrimó y puso de nuevo la nota emotiva de su fragilidad.

El toreo de pellizco y cante grande lo firmó Curro Díaz en el quinto, un toro basto de seiscientos kilos, que como sus hermanos fue noble y sosito, aunque los muletazos del torero de Linares le hicieron parecer un toro de lujo. La cadencia y plasticidad de los muletazos sobre la diestra fueron una manifestación de clase. El toro, apagado y bondadoso, colaboró para que pase a pase, fue casi imposible ligarlos, Díaz forjara una labor hermosa e intermitente. El postre fue lo mejor. Las trincherillas y los de la firma levantaron al tendido. Lo mató bien y tocó pelo con fuerza. Antes, con el primero de su lote, más parado que uno de Guisando, apenas pudo dibujar algún pase suelto.

Antonio Ferrera solo pudo estar solvente con el primero, toro alto y flojo, muy aficionado a mirar al diestro, que no se dejó torear. Con el cuarto se pudo admirar la nueva etapa de este Ferrera reconvertido, lidiador, templado y poderoso. Lo recibió con lances variados que remató más allá de la boca de riego. Puso banderillas con facilidad y su habitual aparato escénico. Se lo brindó a El Cordobés, naturalmente Benítez, con el detalle de que interrumpió el brindis ante la acometida del animal. Lo resolvió de rodillas con buen sentido. Acabado el brindis, Ferrera lo sacó con pases por alto hacia el centro al estilo cordobesista. Le acompañó el temple en una faena con mucha decisión, tocando fuerte para provocar a un toro reservón. Se quedó en la cara del animal al final de un circular y fue enganchado sin consecuencias. La faena prosiguió con temple, alardes, torería y una espada horrible que se llevó el premio.

Jiménez Fortes reapareció con los puntos frescos de su reciente cogida en Madrid. Como casi toda la corrida, este de González se movió poco. Saúl se plantó delante con valor indudable, pero muy metido en los terrenos del animal. Surgieron pases sueltos de buen trazo, aunque la impresión es que el toro pedía más distancia. Y como una sombra negra que le persigue, cuando se tiró a matarlo fue enganchado de forma aparatosa. La taleguilla quedó hecha trizas. El torero se libró. El descabello se atascó.

El sexto fue un sobrero que salió por uno devuelto por su manifiesta invalidez. No se entregó nunca. A estas alturas, el palco ya había tomado por costumbre el cambio con dos pares de banderillas, como si Córdoba fuera una plaza de pueblo. El malagueño hizo una demostración de valor ante los parones y miradas del animalito, un prodigio de brutalidad. No le resultó fácil el temple, pisó el sitio de la verdad, pero todo fue una lucha sorda ante quien no quiso prestar ni una embestida clara. Fortes, a su aire, con su faena prometida, con su valor y la voltereta de rigor. Así es este torero. Nuestro respeto.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Córdoba. 30 de mayo de 2014. Segunda de Feria. Un cuarto de plaza. Seis toros de González Sánchez Dalp, el sexto lidiado como sobrero por uno inválido, bien y desigualmente presentados, flojos, nobles, salvo el sexto, y muy bajos de casta.
Antonio Ferrera, de negro y oro, pinchazo, estocada baja y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo, estocada caída y dos descabellos (vuelta tras aviso).
Curro Díaz, de rosa y oro, estocada (saludos). En el quinto, estocada (una oreja).
Jiménez Fortes, de azul marino y oro, estocada y cinco descabellos (saludos tras aviso). En el sexto, pinchazo, estocada contraria y seis descabellos (silencio tras aviso).

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