miércoles, 7 de mayo de 2014

FERIA DE SEVILLA 2014 – SÉPTIMA CORRIDA: La gran derrota de todos

El Cid da una vuelta al ruedo sin gas con toro importante en una desigual pero seria corrida de Garcigrande y Domingo Hernández en la novena de abono.

ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE

Se está produciendo en esta Feria de Abril en mayo una de las mayores derrotas de la historia del toreo, una derrota de todos, olvídense ya de los bandos, de consecuencias inimaginables. La pésima gestión de la crisis de empresarios y figuras, figuras y empresarios, Pagés y el comando G del comandante Morante, ya ha superado con mucho el tramo de no haber envuelto el polvorón con algunos nombres para entrar de plano en el nivel del absoluto abandono. La afirmación de que algunos toreros iban a tener la ocasión de matar las corridas que matan las figuras se ha desprendido de la bata de la verborrea para quedar desnuda una mentira con las piernas muy cortas. Y para colmo de males se está confirmando una sospecha que venía de largo: el equipo de campo de Canorea y Valencia es de una ineptitud sólo comparable a la de sus jefes.

Es cierto que la ganadería de Domingo Hernández y Garcigrande se la pelean en la élite a codazos y que El Juli siempre se lleva el balón como los niños en el colegio. Como no menos verdad es que con las figuras no se hubiera desembarcado una corrida con las hechuras, el tipo y el sello, sobre todo el sello, yo me entiendo, de la de ayer. Y ya puestos tampoco se desencamina de la certeza que a Julián  López el cuarto toro no se le va ni con alas.

Un hermoso, extenso y guapo cinqueño de Domingo Hernández que se enceló en el caballo y que  embistió encastado y por abajo a la muleta en los medios de entonces. El Cid toreó allí con largura y vibración, pero a la salida de las emotivas series se lo dejaba ir (para respirar) en lugar de retenerlo o bascularlo hacia los terrenos que la Puerta del Príncipe ensombrece pronto. Claro, que habría mayor  exposición... En la querencia de sol, cerca de chiqueros, donde quiso 'Raspocino' embestir, Cid siguió la faena, que el verbo torear se aproximaba más a lo que había hecho antes. En lo de Hernández se da  mucho esto de quererse seguir con cuerda otro rato largo una vez marcada la querencia. Y en el Cid  también se da no poco lo suyo: uno para allá y otro para acá y muchos pases del desprecio mirando al tendido de ladrillos vistos. Le pidieron una oreja con la fuerza de una gaseosa abierta de varios días. Tal y como fue la vuelta al ruedo. Toro para haber apretado y apostado de verdad.

En el anterior de su lote, un serio primer toro castaño de Jandilla, también cinqueño, Cid toreó más centrado cuando lo enganchó por delante y se dejó de desmayos para que pasara a su aire. Porque el jandilla tuvo, sin excelencias, un buen pitón derecho. Pero le faltó final. Y al Cid todo lo demás.

A D.H. también representó un toro larguísimo y altón de inexpresiva cara y 590 kilos. Pecó de blandear mucho en su noble condición. El estilo sin estilo de Daniel Luque no ayudó precisamente: cada muletazo surgía diferente. En altura, toque, trazo, velocidad y tacto. ¡Ay, el divino secreto del temple! Cuando el que perdió la vertical fue el torero, al ser barrido por la culata, el garcigrande no le caló de milagro. Prácticamente lo empujó. La ovación que finalmente saludó en el tercio -cualquier momento de emoción se agradece- no se repitió con un quinto, feo como pocos de la camada Garcigrande, que  constantemente se frenó apoyado en las manos.

No mucho más bonito aparentaba un tercero badanudo, y tocado arriba del descarado pitón izquierdo, que topaba amoruchado y brusco al palilllo de la muleta de Arturo Saldívar. Firme faena que en una serie diestra y resuelta con una espaldina espabiló la típica indiferencia de este público cuando no conoce. Y sin conocer de verdad se quedó con un cuajado sexto que se defendió agarrado al piso para confirmar la enésima y gran derrota de todos: la devastación que se cierne como el reinado de Mordor sobre la Tierra Media de la torería. Un largo tiempo de oscuridad se presiente.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de la Maestranza. Miércoles, 7 de abril de 2014. Novena de abono. Media entrada larga. Toros de Domingo Hernández y Garcigrande, de diferentes hechuras y seriedad; muy largo e inexpresivo un 2º  blandito de buena condición; un 3º bajo y tocado arriba del izquierdo que topaba brusco; un notable 4º cinqueño que humilló mucho y con transmisión, incluso en su querencia; el feo y voluminoso 5º se frenó  sobre las manos; el cuajado 6º se defendió; y uno de Jandilla, el cinqueño y serio 1º de buen pitón  derecho sin final.
El Cid, de coral y oro. Estocada contraria atravesada y descabello (silencio). En el cuarto, estocada  desprendida y descabello (petición y vuelta al ruedo).
Daniel Luque, de negro y oro. Pinchazo, estocada perpendicular y desprendida y descabello (saludos).  En el quinto, media estocada (silencio).
Arturo Saldívar, de verde esperanza y oro. Media estocada pasada y tendida y dos descabellos  (silencio). En el sexto, pinchazo y media estocada (silencio).

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