HERIBERTO MURRIETA
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Parecía una pega cualquiera pero el toro «San Isidro Labrador» de la ganadería de Rancho Seco, que había rejoneado el
caballista Emiliano Gamero, le dio la cornada mortal a Eduardo del
Villar en la plaza campechana de Seybaplaya.
Un toro de rejones lleva las astas aserradas y cuando hiere, el orificio
de entrada de la cornada llega a ser muy
grande. El toro causó destrozos en órganos vitales. En la imagen que por intercesión de Juan Álvarez
nos facilitó Roberto Tapia, se observa cómo Eduardo se derrumba repentinamente. Una fotografía
del portal coneltoro.com muestra al joven forcado con la mirada perdida,
luchando por su vida, instantes después del percance.
Durante nuestra investigación periodística de la tragedia, por lo menos
cinco fuentes dignas de crédito nos
dicen que la ambulancia tardó en llegar y que no había dentro de ella personal ni
equipo médico, únicamente el chofer de la unidad. Una ambulancia sin personal
ni equipo médico es un carromato absurdo. Si a eso agregamos que los accesos y
las salidas de la plaza estaban bloqueados, llegamos a la conclusión de que la
atención médica fue tardía. Sus compañeros le iban dando respiración de boca a
boca en la ambulancia y Eduardo llegó vivo al Hospital General de
Especialidades Javier Buenfil Osorio
de la ciudad de Campeche, donde falleció.
Estas carencias y mala organización demuestran que nuestra Fiesta sigue
en pañales y que increíblemente se dan festejos sin el servicio médico
elemental. Cuesta trabajo entender que Emiliano Gamero y Federico
Pizarro hayan aceptado torear en Seybaplaya bajo esas condiciones.
Eduardo tenía 27 años de edad. Aunque se llamaban cariñosamente
hermanos, en realidad Eduardo era sobrino de nuestro querido amigo Gerardo
del Villar. "Edu"
era hijo de Alejandra, hermana de Gerardo, fallecida en un
accidente hace algunos años.
En 1995, Eduardo le quitó la chaquetilla a su tío y tomó la estafeta
como forcado. Bragados y entrones éstos Del Villar. Debutó pegando toros
en Santa Clara, Estado de México, el 12
de octubre de 2005. Su última pega en la Plaza México fue el 14 de julio
del año pasado a un novillo de la ganadería de Marco Garfias.
La noche del lunes, durante el velorio en el rancho familiar de
Huapalcalco (Tulancingo), un gentío se arremolinó para despedir al guerrero
caído haciendo lo que más disfrutaba en la vida. Nos platican que hubo lágrimas
y aplausos cuando terminó de proyectarse en Canal Once el sacudidor tráiler del
documental que Juan Prieto está realizando sobre forcados. En el avance,
las palabras de Eduardo suenan a premonición de lo que le iba a suceder.
Un abrazo muy cariñoso a toda la familia Del Villar Cervantes.
Robo a Joselito
Con entrega absoluta, Joselito Adame le hizo una faena con mucho
mérito al sobrero de Torrealta, la semana pasada en
Madrid. La estocada fue entera, en todo lo alto. Había ganado a ley un trofeo. La petición fue
mayoritaria y cuando la mesa estaba puesta para la concesión de una merecida
oreja, el juez Justo (más bien injusto) Polo Ramos, por sus pistolas,
la negó. Un auténtico robo. Qué poco criterio. Bien pudo presentar Joselito
una denuncia en la Comisaría de Ventas.
Durante aquellos momentos en que los pañuelos blanqueaban la plaza de
Las Ventas, la televisión le echó encima
un close-up al torero de Aguascalientes. Alcanzamos a leer sus labios, mascullando una grosería, pero en todo
momento su actitud fue la correcta: nada de mendigar el premio o abrir los
brazos suplicantes, nada de berrinches ni pataletas. Salió al tercio, saludó
respetuosamente a la prepotente autoridad y emprendió una vuelta al ruedo con
fuerza, entre aclamaciones. Esa actuación le valió tomar la sustitución de Miguel
Abellán, dos días después.
En esta segunda actuación, mucho mérito tuvo plantarle cara a un toro
áspero en medio de un viento inclemente. Hasta se pasó temerariamente la muleta
a la izquierda. Vamos a ver si logra tocar pelo el día 30.
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