El cirujano jefe de Las Ventas explica a ELMUNDO cómo vivió la trágica
tarde de este martes y recuerda en primera persona las otras dramáticas
suspensiones de 1975 y 1979.
Hacía 35 años que en Madrid no se suspendía un festejo por percances de
los tres toreros. Fue el 28 de mayo de 1979 cuando Paco Alcalde, Ortega Cano
y El Niño de Aranjuez fueron heridos con toros de Victorino Martín y Marqués de Domecq. Dos días antes
había ocurrido lo mismo con Rafael de Paula, Manolo Cortés y Ruiz
Miguel como protagonistas ante toros de El Torero y Garzón.
El tercer y último precedente se remonta al 25 de mayo de 1975 en un mano a
mano en el que fueron heridos Ruiz Miguel y Antonio José Galán y
en el que después el sobresaliente Juan de la Mata sufrió una gravísima
herida en el tórax.
En los tres casos, al igual que ayer, el doctor Máximo García Padrós,
cirujano jefe de la enfermería de Las
Ventas, vivió el drama en directo. «Me
han dicho las fechas, pero los datos son
más cosa de estadísticas. Han pasado tantos toreros por aquí que sinceramente no
recuerdo todos los detalles. Sí recuerdo la primera porque la herida de Juan de
la Mata fue muy grave», afirma García
Padrós a ELMUNDO poco después de explicar con aparente
tranquilidad cómo se vivió la tarde de ayer en la enfermería.
«No hubo ningún caos; el
equipo médico está sobradamente preparado para que sucedan este tipo de contratiempos y controlamos bien
la situación», explica, si bien reconoce las complicaciones
de la cornada sufrida por David Mora. «Fue muy seria. Llegó con cinco de tensión a la enfermería pero
logramos estabilizarle. La rotura de la femoral fue muy profunda y por este
motivo perdió mucha sangre, un litro y medio dentro, más todo lo que ya había perdido
en el ruedo. Hubo que transfundirle dos unidades de concentrado de hematíes y gelafundina.
Después le operamos de otra cornada en la áxila que llegó hasta el húmero».
Mientras tanto, el trabajo se le acumulaba con la llegada de Nazaré
y Fortes. «En los dos casos se podía esperar a que termináramos con
Mora, pero ninguno de los dos podía continuar. Nazaré tiene afectado el
ligamento lateral y el menisco y pese a que él quería salir, su rodilla estaba
demasiado inestable como para continuar la lidia. Fortes no tenía hemorragia.
Se le podía haber atendido en la sala de recuperación pero preferimos esperar a intervenirle en el quirófano".
El caso de Fortes fue de suerte, aunque suene raro decirlo. El
malagueño fue cogido tres veces y sufrió
dos cornadas. «Lo suyo pudo ser mucho
peor. La cornada del muslo la frenó el fémur y la del glúteo la paró la pala
iliaca. De no haber sido así las consecuencias podrían haber sido mucho peores»,
finalizó. LUCAS PÉREZ – Diario El Mundo / Foto: El Mundo de
España.
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