domingo, 1 de junio de 2014

FERIA DE SAN ISIDRO 2014 – VIGESIMOCUARTA DE ABONO: La torería de Aguilar y el caballo resucitado

El torero madrileño corta la única oreja con una inteligente faena al mejor toro de una escalera de Montealto otro domingo desastroso de Taurodelta que se encadena con las jornadas dominicales de Peñajara, Couto y Escolar.
ZABALA DE LA SERNA

A las 20:00 horas, 60 minutos después del inicio de la corrida, habían sucedido muchísimas cosas, y todas accidentadas, en sólo dos toros. La más impactante para el público dominguero fue el infinito empleo en el caballo de un toro con tendencia a búfalo. Derribó después de un tiempo encelado y cobrando lo suyo; la caída de jinete y jaco fue durísima. Afortunadamente para el picador la mole no le cayó encima; desafortunadamente para el equino el toro se ensañó con su corpachón una eternidad. La gente desarrolla ante estos sucesos una ñoña sensibilidad que se echa en falta con los toreros.
Lo cierto es que el caballo se hacía tan bien el muerto que colaba. El derribo sobre el cuello ya había sido como para palmar. Algunos monosabios coleaban al toro como si los hubiera enviado Toribio; otros trataban de desatar los arneses del peto. Cuando a punta de capote Raúl Ruiz consiguió llevarse a «Lirio», que así se llamaba el macho, y el caballo se levantó como Lázaro, la plaza se puso en pie en una atronadora ovación. Los tendidos se asomaban al callejón a reverenciar al héroe que había aguantado una paliza como Rocky en la primigenia de la saga: el caballo redivivo.

Pasado el episodio, «Lirio», con su morrillo como una pelota de básquet y su chato hocico, quedó como para tirar la toalla y echarse después de vaciarse por completo. Alberto Aguilar pudo dibujarle una trinchera y recordar el buen saludo a la verónica.

Antes, el feo toro de apertura de otro domingo de Taurodelta, que los prepara con el esmero del dinamitero la carga, se partió un pitón contra el burladero. Y fue una pena porque en el capote de El Capea había metido la cara con notable aire. Corrió turno y salió el remiendo cinqueño de Julio de la Puerta, estrecho de sienes, bajo y hechurado, tardo pero con ganas de embestir. Sobre todo por el pitón derecho. Capea se equivocó de terrenos -no era toro para los medios- como en su día se equivocó de profesión.

Berlanga tituló 'Los jueves, milagro' una soberbia película de su genial carrera, Taurodelta ha logrado encadenar tales despropósitos los domingos isidriles que ya piensan para el año que viene sacarlos de abono en una miniserie que se llamará 'Los domingos, desastre'. Repetirán escaleras de escolares, peñajaras, coutos y montealtos...

Como tercero apareció un espécimen encogido, descoordinado y arrollando como si no viera. Otro pañuelo verde. Sebastián Ritter adelantó también turno. Igual le dio: el de Montealto traía las faldas de barro. A Ritter sólo se le ha visto el valor en Las Ventas con toros parados. Hasta que salió el infernal sexto...

El sobrero de Julio de la Puerta reservado para el cuarto puesto estaba en las antípodas de su primo: descarado, descastado y malandado. El Capea se alargó mucho para nada.

Menos mal que Alberto Aguilar recitó una faena toreramente dicha y templada con un quinto de buena condición pero lastrado de los cuartos traseros. «Rencoroso» se recuperó de una costalada y luego repitió a su altura en la inteligente muleta de un Aguilar crecido y creído, suelto de muñecas y acinturado. Todo con una diferencia de escalas bestial entre el inmenso toro y el bajo torero. Torería en los tempos y en la coda; «Rencoroso» siempre abandonaba las telas olvidando lo que dejaba atrás. No hacía honor a su nombre. A.A. lo mató perfecto. La oreja caía con inmaculada justicia.

A Ritter, que sustituía a Ureña, para uno que se le movió lo hizo como el encanallado último, sobrero de El Ventorrillo de afiladas puntas. Otra cabronada. Se escapó de milagro. Vendido el pobre colombiano. Los nervios le fallaron con el descabello. El mal estilo del ventorrillo hijoeputa le tapó la muerte. El tercer aviso cayó a la vez que el toro.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Domingo, 1 de junio de 2014. Vigésima cuarta de feria. Menos de tres cuartos de entrada. Toros de Montealto, una escalera indecente de hechuras; el 2º con aires de búfalo se desangró; el lidiado como 3º sin fuerza ni poder se desfondó; notable pero lastrado de los cuartos traseros el altón 5º; y dos de Julio de la Puerta, el 1º bis, estrecho de sienes, bajo y bueno por el derecho, y el sobrero lidiado como 4º, descarado, descastado y malandado; otro sobrero de El Ventorrillo (6º), cinqueño, complicado y malo.
El Capea, de coral y oro. Media estocada tendida y dos descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo, media y varios descabellos (silencio).
Alberto Aguilar, de nazareno y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el quinto, estocada (oreja).
Sebastián Ritter, de rioja y oro. Estocada (silencio). En el sexto, media atravesada y muchos descabellos. Tres avisos (pitos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario