Importante confirmación de alternativa del matador jienense, que se jugó
la vida frente a un 6º que le cogió de forma dramática; mansa y mala corrida de
Cuadri que promedió 610 kg.
José Carlos Venegas |
LUCAS PÉREZ
Fotos: EFE
Con 610 kilos de promedio en la báscula, no era difícil acertar con el
pronóstico de la corrida de Cuadri
anunciada por Taurodelta este lunes para abrir la última semana de San Isidro.
Un cierre torista del ciclo que tuvo como primer plato una corrida tan grande
como descastada, tan parada como desesperante y que sólo tuvo en el segundo un
ejemplar de aprovechable movilidad que no salva el fracaso en conjunto.
Complicada labor para la terna. Más aún para un torero de poca
experiencia como José Carlos Venegas,
que se jugó la vida en su confirmación de alternativa y que dejó huella con el
valor como principal arma. Lo demostró frente a un lote de muy diferente
condición. Se presentó como matador en Madrid, con «Ribete», con sus 613 kilos a cuestas y con unos pitones tan
escasos como podridos. Una escoba era el izquierdo. Si luce otro hierro,
todavía se escucha la bronca. Sacó
nobleza el cuadri por el derecho
mientras se movió y mostró firmeza Venegas, que guardará para el
recuerdo de este día un buen puñado de fotografías ajustado a la mole, que
tendía a acostarse por el izquierdo y al que pasaportó de una gran estocada al
segundo encuentro.
La angustia llegó en el que cerró el festejo, al que se castigó poco en
el caballo y con el que volvió a iniciar sin probaturas la faena. «Macetero» se arrancaba con fiereza y
embestía con violencia a la muleta de un Venegas que no se arrugó. Al
rematar una vibrante tanda de derechas, el jienense se quedó en la cara del
toro que le levantó los pies de forma dramática. Un milagro que sólo un corte
en la ceja le quede al torero como recuerdo de tan complicado trance. Volvió a
la cara del toro y lo puso todo de su parte para alcanzar la gloria. No la
consiguió en forma de orejas, pero sí el reconocimiento de una plaza que le ovacionó
camino de la enfermería al abandonar la plaza.
Con pies salió el segundo, cómodo de cabeza como muchos de sus hermanos
y con el que cambiaron el orden habitual en banderillas Fernando Sánchez
y David Adalid. Dos pares puso el primero y uno el segundo. Ambos
encontraron el calor de un público entusiasmado que les obligó a saludar. De
caer un par arriba, se cae la plaza. En la muleta, el toro embistió con ritmo
movilidad, con mejores inicios que finales y que transmitió pese a no humillar.
Javier Castaño, que comenzó encajado con dos derechazos de gran desmayo,
no encontró el acople con el de Cuadri
ni la conexión con el público, que terminó de parte del toro, aplaudido en el
arrastre.
Se estrelló de salida con las tablas el «Comandante» cuarto. Lo atemperó Castaño con un breve y
templado recibo de capote. 'Agarrado al
piso', desentendido y sin celo al final de los muletazos, se cruzó con él y
le dio espacios un Castaño que lo intentó sin éxito y que se encontró de
nuevo con la frialdad del público. Para colmo vio como justo después de dejar una
estocada, -antes no-, saltaban al ruedo dos antitaurinos que terminaron de
amargar su actuación. Le queda la de Miura
en el cierre del domingo.
Hondo y largo fue el tercero, que manseó en el caballo haciendo sonar el
estribo en el peto y que pronto se paró. En realidad nunca se movió. Lo cual es
lógico con ese peso, esa morfología y esa falta de casta. Si lo hizo alguna
vez, moverse, fue para buscar con sentido y siempre por arriba el cuerpo de un
esforzado Iván García, que tampoco lo tuvo fácil para matar al buey.
Si difícil fue encontrar lucimiento en su primero, imposible lo era
frente al quinto, otro buey con la cara
por las nubes con el que nada pudo hacer el mostoleño salvo desesperarse antes de acabar con su vida.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Lunes, 2 de junio de 2014. Vigésimo quinta de
feria. Tres cuartos de entrada. Toros de
Hijos de Celestino Cuadri, de fondo noble y a menos el amplio 1º; un 2º
con movilidad y transmisión que no humilló; manso y complicado el hondo y alto
3º; deslucidos 4 y 5º y violento y con
peligro el 6º
Javier Castaño, de blanco y oro. Estocada casi entera (silencio). En el cuarto,
estocada atravesada y suelta y dos
descabellos (silencio).
Iván García, de corinto y oro. Cuatro pinchazos y descabello (silencio). En el
quinto, estocada corta desprendida y dos
descabellos (silencio).
José Carlos Venegas, frambuesa y oro. Pinchazo y gran estocada. Aviso (ovación). En el sexto, media estocada y dos descabellos.
Aviso (ovación con saludos).
Iván García |
Antitaurinos anglosajones saltando al ruedo cuan valientes, mientras ya habia estoqueado el cuarto del festejo a cargo de un dubitativo Javier Castaño |
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