Desoreja con una faena explosiva a un encastado y duro toro de Adolfo Martín;
vuelve a salir a hombros 12 días después; Ferrera y Urdiales, por encima de una
mansada.
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE
Miguel Ángel Perera detonó la
Puerta Grande. Pura dinamita la faena. Explosiva y concentrada como un bloque
de C-4. Sin aliento ni tregua. La casta de sierra del adolfo contra el poder del temple y los redaños que hundían la
profundidad de la estatua en la arena. La carga del espadazo reventó al toro
por dentro. Como si fuera la última
escena de 'Tiburón', de Spielberg. En mil pedazos estallaron
los pañuelos por toda la plaza. La presidencia sacó los suyos, los dos a la
vez, a la velocidad que Billy el Niño desenfundaba y enfundaba
su colt. No sabía la masa qué pedía ya. En Madrid se conserva la estúpida manía
de no dejar los moqueros asomados, como si fuera la ordinariez de tender las
bragas en el patio del vecindario. El cerrojazo ya había sucedido, como hace 12
días para el mismo tipo: 12 días, cinco orejas y dos Puertas Grandes. La
conquista absoluta de las murallas de Las Ventas.
La
faena de Perera contuvo una
emotividad bárbara. Una verdad acongojante. 'Revoltoso'
respondía a su nombre con tralla, pero humillaba como ninguno. Talla XXL además
en la escalera de Adolfo. Un tío que arreaba con todo. El torero lo arrastró a
los medios para quitarlo de los terrenos de tablas por donde tanto había
apretado. A 'tironsitos', que decía
el Papa
Negro. 'Tironsitos' lo que
tiraba el toro, que tiraba con todo. Plantado MAP en la espera de la mirada, la muleta planchada en la derecha y
las series que crecían y pulían las aristas de las embestidas; el trallazo en
la mitad de muletazo lo encajaba el tipo con
fondo de campeón para vaciarlo por abajo. Cumbre la siguiente tanda. De
pasarse todo el lomo por la bragueta. Miguel
Ángel Perera atemperaba la maquinaria, la reducía de velocidades y
potenciaba al toro a los ojos de los que creían contemplar un gran toro.
La
fase del toreo al natural deslumbró. Por el poder de nuevo. Por la profundidad.
Por la manera de romper la embestida sin
tope en la cintura ni en la muñeca. Máximo aguante porque las acometidas tendían
a vencerse contra el cuerpo. En la madre de aquellas dos series de izquierdas
se encontraba la llave de Madrid. Los tendidos bramaban porque sentían en los
estómagos puñetazos y no pellizcos ni mariposas; había una autenticidad sin
dobleces en la ligazón, en el atalonamiento, en los vuelos con la presa cosida
en la palma de la mano. Hasta que 'Revoltoso'
desarrolló su peor parte por esa izquierda que olfateaba las corvas y ya se
metía descaradamente. Y de ahí al espadazo y a lo ya contado. Más largo el
cuento que la faena misma.
Este
sexto había venido a rescatar a su manera una mansada de órdago de Adolfo
Martín. No hubo toro que no barbease tablas, que no amagase con saltar
al callejón, que no se frenase de manos... Al quinto, que no repitió dos veces
en su nobleza, le dieron por bueno. Mas el bueno fue Diego Urdiales, que le ganó siempre el pitón contrario al unipase
para torear con una y otra mano, con la cintura y el pecho. Muy puro y
enfrontilado. Añoranzas del currovazquismo.
Le pegaron una ovación en el arrastre al adolfo que los pinchazos robaron al
riojano. Aun así no se enteraron.
Como
tampoco valoraron cómo anduvo Antonio
Ferrera con el caballón primero con cara de mulo simplón, que rebañaba con
un peligro silente para la plebe. Ferrera
lo tapó todo a su altura. Todo y más le consintió a esa dormidera morucha que
había asado en banderillas. En banderillas precisamente cogió algo de aire un
cuarto de imponente cara. Dos agujas como guadañas. El extremeño banderilleó con
enorme exposición. Pero como su estilo no cala en el Foro prefieren reservar
las ovaciones a monosabios que sujetan un caballo... Bascularon manso y faena
hacia la querencia. Algo humilló en los inicios de viaje; AF anduvo con él a gorrazos de profesional curtido.
Urdiales a un impresentable y dormido
cornipaso y Perera a una sardina de
finas puntas y su correa les trataron de hacer todo bien, cuando su manso
deslucimiento no lo merecía.
Hasta
que 'Revoltoso' mordió el polvo y el
soberbio triunfador de San Isidro detonó la Puerta Grande...
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Martes,
3 de junio de 2014. Vigésima sexta de feria. Lleno aparente. Toros de Adolfo Martín, tres cinqueños, muy
desiguales de hechuras y remates, una escalera; altón y feote un 1º de sordo
peligro siempre frenado y rebañando; bajo, cornipaso y sin seriedad un 2º
dormido, vacío y deslucido; bajo, degollado y sin culata un 3º de finas puntas
que topaba y se metía apoyado en las
manos; de imponente cara un 4º que humilló algo más en los inicios de
viaje lo poco que duró; apretado, serio, noble sin repetir dos veces el 5º; un
tío el 6º, encastado y humillador con muchos problemas por resolver.
Antonio Ferrera, de
nazareno y oro. Pinchazo y estocada delantera algo atravesada (silencio). En el
cuarto, dos pinchazos y estocada caída (silencio).
Diego Urdiales, de
verde botella y oro. Media estocada delantera y atravesada (silencio). En el
quinto, dos pinchazos hondos y descabello. Aviso (silencio).
Miguel Ángel Perera, de
azul turquesa y oro. Estocada un punto contraria (saludos). En el sexto, gran estocada
(dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.
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