El extremeño corta una oreja a
cada toro de su lote y sale a hombros en una interminable función de 150
minutos y escaso contenido artístico.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Santander
En el día de Santiago, santo patrón de España y Santander,
toros de Sampedro remendaron la corrida de Miranda y Moreno. Tan extraordinaria
sensación causó en 2016 que la Comisión Taurina le guardó aquella vez tras un
año de ausencia. Aquel bravo «Bendecidito» aún se recuerda en la faena
melómana de Enrique Ponce. Que arrasó con los trofeos del serial.
Pasado el ecuador de la tarde, una hora y cincuenta minutos
después -increíble pero cierto-, Miguel Ángel Perera dominaba con su gobierno.
En su bolita, dos toros en las antípodas. El acapachado y bajo parche de
Sampedro y un tío de Miranda y Moreno. El problema del tipo de toro que quieren
Santander y sus autoridades es una ecuación por resolver.
El templado galope del bonito sampedro lo aprovechó Perera
con la cadencia de sus lances a pies juntos. Hasta los medios y más allá. El
desarme del cierre no hizo justicia al mecido saludo. Apenas nada cobró el toro
en el caballo. Ni falta que hacía. MAP despejó el ruedo para interpretar un
quite por saltilleras que derivaron en gaoneras bien traídas. Lejos del
chicotazo al uso. La extensa faena exprimió las bondades de la embestida. A
falta de finales, cuando se rebrincaba sin terminar de salirse de los vuelos.
Ese empuje último que no se daba. Desde los cambiados pendulares, Miguel Ángel
fue amo y señor. Por una y otra mano el limpio trazo. Hasta que explotó en el
epílogo pererista. Terrenos de cercanías y circulares. Y una coda por
luquecinas como abuso de poder ya. El efecto retardado de la estocada trasera
acarreó un aviso. A la muerte le acompañó la oreja.
Subió las hechuras del cuarto de Miranda y Moreno un abismo
invertido. La armonía, en su cara. La emoción se desató con su brava pelea en
el caballo. Francisco Doblado aguantó en su montura el brío de los riñones. Un
puyazo enorme con la dificultad añadida de la rectificación. Sobradamente
sangrado quedó el toro en el voraz encuentro. Luego lo acusaría. Miguel Ángel
Perera consintió atalonado, firme y sereno. Esa templanza. Sin exigir lo que no
podía exigir a aquella obediencia que pesaba. Decreciente y a menos. Qué
importantes sus manos. Incluso para haberlas sentido en los otros toros que no
eran suyos. De nuevo el incendio de las distancias reducidas cuando ya no había
recorrido. Y el espadazo desprendido que valía el premio que significaba la
puerta grande.
El lote completo de Miranda y Moreno cayó en manos de
Cayetano. Un toro exigente y otro con el celo reducido y mansito. El de la
exigencia requería mando. Y el escasito y fácil también. Enganchar por delante.
La tauromaquia periférica y defensiva de Rivera manda poco. No por tocar mucho
se manda más. Su pareja de baile careció del ritmo que tampoco halló. Y aun así
pinchó una posible oreja y perdió otra que el palco, comprensiblemente, frenó.
Álvaro Lorenzo toreó con compás al lindo tercero. Que
pertenecía a Sampedro. Prometió más de lo que hubo. Su tardo pero bondadoso y
humillado comportamiento acabó anclado. La suavidad de Lorenzo, vista en las
dos primeras series en redondo, no sacó más de donde no había. Y, sin embargo,
alargó la faena sin topes.
El último, pese a dañarse, apuntó la clase que no había
aparecido en los cuatro de Miranda y Moreno. La continuidad que no brotaba
surgió cuando más echaba los vuelos al hocico. Duró mucho la académica labor.
No se rompieron los moldes. Un pinchazo y una estocada pasada. Un aviso y 150
minutos de función.
A hombros elevaron a Miguel Ángel Perera para bajar el
telón.
MIRANDA Y MORENO | Perera, Cayetano y Lorenzo
Toros de Miranda y Moreno,
de desiguales hechuras, y dos bastante parejos de Fernando Sampedro (1º y 3º); bueno el 1º sin terminar de salirse de
los vuelos; tardo y parado el 3º; exigente el 2º; de escaso celo el manejable
5º; a menos el 4º muy sangrado; con clase el 6º.
Miguel Ángel Perera, de caldero y oro. Estocada trasera. Aviso
(oreja). En el cuarto, estocada caída (oreja).
Cayetano, de tabaco y oro. Dos pinchazos y estocada
algo contraria. Aviso (silencio). En el quinto, estocada tendida y descabello
(petición y saludos).
Álvaro Lorenzo, de tabaco y oro. Tres pinchazos y estocada
desprendida. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada trasera. Aviso
(saludos).
Plaza de Cuatro Caminos. Miércoles, 25 de julio de 2018. Cuarta de
feria. Casi lleno.
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