En Valencia, un nombre acabó
flotando sobre todos, Polope se llama, ni el apellido es corriente. Será o no
será, pero si llegase a ser, ¡bomba!, premio gordo. Un quite por chicuelinas el
tercer día resucitó -digamos removió- todos los sentidos, como siempre sucedió
cuando aparece alguien con rango y puso al personal en estado de alerta.
JOSÉ LUIS BENLLOCH
En vísperas de Julio. Valencia. Cuando más aprieta el calor
y se suspira por aquella feria que fue, la gente anda/andamos ilusionados con
dos, tres, cuatro chicos de la Escuela. Está bien, muy bien. Para eso están las
escuelas, para ilusionar. Y si además de la ilusión se llega a la realidad
pues… pues como si jugases al póquer y ganases. O más. ¿Y si no?… Si no que nos
quiten lo bailao estos días, te dices. La realidad es que en Valencia, con el
telón de la Fira como fondo, mezcla de nostalgia y esperanza, vimos,
disfrutamos y sufrimos, la gente que viene y hasta la que difícilmente vendrá,
sumamos, restamos y salen motivos para la ilusión y no solo por los chicos de
Valencia. Molina, Jordi, Miguelito, D’Alva, Hoyos, León… y un nombre que acabó
flotando sobre todos, Polope se llama, ni el apellido es corriente. Será o no
será, pero si llegase a ser, ¡bomba!, premio gordo.
Un quite por chicuelinas el tercer día resucitó -digamos
removió- todos los sentidos, como siempre sucedió cuando aparece alguien con
rango y puso al personal en estado de alerta. Primero el quite, no es la
primera vez que logra algo parecido, y de ahí en adelante fue un recital de
detalles, inspiración, naturalidad, reunión, ¿quién dijo que los artistas no
dejan que le pasen cerca?... Será o no será este Polope, a nadie se le escapa
que antes ha de pasar mucha agua por el río, pero si es, es la bomba.
Con la
fórmula de clases prácticas, se ha superado la barrera de la viabilidad
económica. Si sin taquilla y, por tanto, sin recaudación, los festejos menores
son más viables que abriendo una taquilla, algo está rematadamente mal
estructurado en el negocio del toro
El certamen se puede calificar de gran éxito. Diputación y
empresa, Gaspar y Simón, se deben apuntar el tanto. Cuando es, es, a cada cual
lo suyo. Por el ruedo de Valencia han desfilado dieciocho aspirantes a
fenómeno, porque si no es con ese objetivo, ser un fenómeno, para qué si no
alguien va a intentar la aventura de ser torero. Entre todos ellos, llegados de
las tres naciones en las que se dan toros en Europa y también desde México, han
aparecido varios con muchas posibilidades de serlo. Nada definitivo como queda
dicho porque en esto del toro lo que un día parece blanco puede acabar siendo
un fiasco y al revés. Lo único cierto es que la experiencia de esta promoción
ha tenido excelente acogida; que la propia Fira se ha enriquecido y ha ganado
contenido; y que de pronto, con la fórmula de clases prácticas, se ha superado
la barrera de la viabilidad económica de los festejos menores que tanta falta
hacen. El hallazgo es tremendo: si con entrada libre, es decir, sin taquilla y,
por tanto, sin recaudación, son más viables que abriendo una taquilla, algo
está rematadamente mal estructurado en el negocio del toro, pero es lo que hay.
En
Valencia, un nombre que acabó flotando sobre todos, Polope se llama. Ni el
apellido es corriente. Será o no será, pero si llegase a ser, ¡bomba!, premio
gordo. Un quite por chicuelinas el tercer día resucitó todos los sentidos…
Lo dicho es una demostración más de que la realidad tiene
una fuerza superior a la legalidad y acaba superándola. También en los toros o,
sobre todo, en los toros. Y que la innovación se hace imprescindible. Más vale
palmar en la pelea, abriendo nuevos caminos, que por inanición escondido en una
trinchera o en el agujero de unos derechos inviables. Ahí están las clases
prácticas como prueba. Sin taquilla pero también sin cargas sociales, ni
fiscales, sin nóminas, sin, sin, sin… sin todo eso que las hacían inviables se
dan con excelentes resultados. E incluyo las funciones de las cuadrillas que
asumen los alumnos de la escuela, que son una extensión de las enseñanzas que
los chicos reciben en la escuela. En Valencia los ha habido que han entrado con
contacto con el toro más de lo que hubiesen hecho en toda la temporada. Todo
ello sin menoscabo de la calidad del espectáculo. Ahora solo queda que la
realidad imponga o encuentre fórmulas para las novilladas con picadores y
acabar con ese cuello de botella entre las sin y las con. Y si no, mal, muy
mal. Es lo que está sucediendo. Que se dan muy pocas novilladas picadas, que
muchas de las que se dan, se dan al margen o por debajo, entiéndase, del camino
recto y que los chicos cuando más necesitan torear es cuando menos campo
encuentran. Tanto es así que la temporada de novilladas se ha reducido a
mínimos, de agosto a septiembre y sobran días. Y así, al milagro necesario para
hacer un torero hace falta sumarle otro milagro, el de poderlo mostrar.
Un apunte final. Por conciertos como este de Valencia la
gente de fútbol moviliza veedores, cazatalentos, aparecen cámaras, les dan
sitio en las parrillas de la tele y lo convierten en un suceso. En el toreo,
así nos va, salvo excepciones, los más interesados en que aquello dé frutos se
llaman a andana. Ni caso. Y los medios, la mayoría de los ansiados medios
generalistas, por los que tanto suspiran las figuras, ni puto caso, ni una
línea y si se puede ser suspicaz diría que a la espera de una desgracia para
echarle encima titulares. Pero las figuras se pirran por ellos.
POSDATA.-
Se despejó el galimatías jurídico de Zaragoza. Antes sucedió en El Puerto.
Parece que el toreo, también en lo administrativo, está abonado a la angustia.
En el último suspiro y de momento, pero se aclaró, habrá Feria del Pilar 2018.
Era el primer objetivo. En los próximos meses y con tiempo por delante, los
jueces dirán lo que tengan que decir, pero de momento luz verde y paso a la
gestión taurina. Ahora toca aprovecharla. / Redacción
APLAUSOS
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