SALVADOR FERRER
@salvaferrer78
Diario EL MUNDO de Madrid
Al reclamo de la corrida de Fernando Cuadri la plaza
congregó una aceptable entrada. Viernes de julio, periodo vacacional, calor
insoportable en la ciudad y las vicisitudes que se les ocurran que cambian el
sino de las ferias. Los toros herrados con la "H" invertida portaban
en este serial juliano la escasa bandera torista que le queda a la Fira de
Julio, antaño la más importante de la temporada española y en su época una
feria agrícola, comercial y ganadera. Hoy, ni rastro. Ni ciudad en fiestas ni
nada. La supervivencia de la feria es un milagro y el único que la ha
resucitado de verdad en los últimos tiempos se llama José Tomás. Lo demás es
terreno para la nostalgia. Además de nostalgia, en la memoria siempre ocupará
un lugar privilegiado una tarde cumbre de Rafaelillo ante el toro «Trastero», un cuadri bravo de verdad.
Dos orejas y una obra guardada en el disco duro de la memoria colectiva de la
afición valenciana.
A «Junquero» lo ovacionaron de salida. Un
hombre. Rematado, serio, bien hecho, con sus pechos generosos y su culata
redonda. Tuvo fijeza y codicia el cuadri en el recibo capotero de Rafaelillo,
que fue más funcional que estético pero tuvo su torería y capacidad lidiadora.
Cambió mucho el toro y la mansedumbre y la violencia afloraron enseguida.
Hachazos, el viaje corto, recortado e incierto, rajado, huyó a toriles.
Imposible hasta para Rafael Rubio, diestro en el arte de lidiar toros
complicados.
El cuarto, renqueante de los cuartos traseros, evidenció
cierta nobleza. Rafaelillo le pegó tres o cuatro naturales con el alma.
Desmayado, sentido y torero. Codilleados, además. Parecía que se podía
construir una buena faena cuando sobrevino la cogida. Un segundo y !zas!, una voltereta y una cornada en el
gemelo. La media rosa se empapó de sangre pese a las manos que taponaban el
boquete. Las cornadas legitiman a estos héroes de medias rosas y manoletinas.
Siempre es oportuno reivindicar la singularidad del torero y su especie, el
único artista que se juega la vida en el proceso de creación de su obra con una
materia viva, animal, cambiante, imprevisible...
Pepe Moral hizo el paseíllo desmonterado. Debutó como
matador de toros y de buenas a primeras dejó dos verónicas y una media por el
pitón derecho de soberbio trazo y personal hondura. Se desmonteraron Juan
Sierra y Miguel Ángel Sánchez. Con la diestra también vino lo mejor en la
muleta. Siete derechazos a base de tragar, consentir y esperar a un toro que,
cuando iba, traía su carbón. Áspero y afligido, faena y toro se fueron
apagando.
Con la cornada de Rafaelillo se enfrió el ambiente. Suele
pasar cuando cae un hombre herido; el público, aficionado, espectador o turista
toma conciencia de la profundidad y del dramatismo de ponerse delante. El
quinto, un torazo de 580 kilos, imponía lo suyo. Agreste, montaraz su conducta.
Nula entrega. Ni una vez humilló, se entregó o se empleó. Pepe Moral se puso y
lo enseñó si es que quedaba alguien sin enterarse.
Varea, en los presupuestos estéticos y conceptuales del
torero artista, se presentó en Valencia con los toros que pastan en Comeuñas.
De Castellón y Almazora vinieron 9 autobuses para ver a un torero que en
tiempos de novillero era considerado como un diamante en bruto. El tercero se
partió un pitón en un encontronazo con el varilarguero. En su lugar, saltó al
ruedo un hermano que nunca se empleó. Parado y tardo, y sin ritmo alguno. Le
costó estar a Varea, casi inédito. Dos naturales.
El sexto vino a ratificar el desencanto y la decepción de la
corrida. Un tipo como Fernando Cuadri, un ganadero señor y un señor ganadero,
escribió Zabala de la Serna en su día, no merece estos sinsabores y más en
Valencia, que es plaza talismán. Ni se pudo picar en toriles. Con buen
criterio, el presidente sacó el pañuelo rojo. Banderillas negras, antaño de
fuego. No se recuerda tal circunstancia en esta plaza en muchos años. Varea se
dobló con torería por abajo en el prólogo. En el nudo fue todo un querer,
pudiendo a veces y otras no.
CUADRI | Rafaelillo, Moral y Varea
Toros de Herederos de Celestino
Cuadri, incluído el 3º bis, de irreprochable presentación, muy en el tipo
de la casa, de seriedad imponente aunque de desigual y decepcionante conducta;
violento y manso el 1º, áspero el 2º, infumable el deslucido 3º, manejable el
4º, imposible el 5º, pitado en el arrastre, y manso de solemnidad el 6º.
Rafael Rubio Rafaelillo, de nazareno y oro. Pinchazo y estocada
(silencio). En el cuarto, pasó a la enfermería en la que fue intervenido de una
cornada en el gemelo.
Pepe Moral, de tabaco y oro. Tres pinchazos y estocada
(silencio). En el quinto, pinchazo, estocada, media estocada y seis
descabellos. Aviso (silencio).
Varea, de verde botella y oro. Pinchazo sin soltar, media atravesada y cinco
descabellos. Silencio. En el sexto, pinchazo y estocada baja (vuelta al ruedo
tras leve petición).
Plaza de toros de Valencia. Viernes, 27 de julio de 2018. Segunda de
feria. Menos de media plaza.
PARTE MÉDICO DE RAFAELILLO
Herida por asta de toro en región posterior lateral de pierna derecha,
tercio medio de 20cm de longitud. Atraviesa la piel, tejido celular subcutáneo,
fascia, desgarra de forma longitudinal y produce una rotura en el músculo
gemelo externo. Se interviene bajo anestesia local más sedación. Se realiza
Friedrich muscular, lavado de la cavidad, cierre de la fascia, drenaje de
penrose por extremo declive y cierre de piel. Pronóstico: grave Es trasladado a
la Clínica de la Salud.
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