Santiago Martín nació el 18 de
julio de 1938; Cuenta con el récord de Puertas Grandes de Las Ventas y con la
admiración de todo el mundo del toro por ser un torero de época.
GONZALO I. BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Diario EL MUNDO de Madrid
"Para mí el toro ha sido un compañero. El mejor
colaborador a todos los niveles, porque es el que me ha dado la oportunidad de
querer a mis amigos, a mis compañeros, de respetar a otros toreros. Por eso el
cenit de la relación, de la consideración, del respeto..."
Dice Santiago Martín 'El Viti' en su carta al toro ideal del
libro Sonajero (Espasa, 1998) de Felipe Garrigues. La carta del maestro
salmantino, titulada 'Torear es amar', está llena de sentimiento hacia el toro:
"Yo nunca he soñado con toreros, he soñado con toros..., lo que tenía que
hacer con los toros..., la manera de torearlos. Él ha sido el que me ha
inspirado todas mis pasiones, todos mis afectos, gracias a él yo he sido un
hombre en todas mis vertientes, físicas y mentales. El toro siempre ha sido un
amigo, enemigo nunca".
El Viti este miercoles cumple 80 años. Santiago Martín:
referente del toreo clásico, estandarte de la escuela castellana, pura
elegancia torera. Nació en Vitigudino (Salamanca) en 1938, en el seno de una
familia sencilla. Muy joven se puso a trabajar y en cuanto pudo, a torear.
Recorrió capeas y tentaderos por toda la geografía charra hasta que en 1956 se
fundó por primera vez un traje de luces en Ledesma. Su distinguido toreo llamó
la atención desde sus inicios a los taurinos de la época. Además de su particular
elegancia, su toreo se consolidó por auténtico. Las verónicas brotaron sobrias
de sus muñecas pero la media abrochaba con arrebato toda la mesura capotera. Su
personalidad dividió a la afición entre caministas y vitistas aunque al mismo
tiempo se admirara a toreros como Ordóñez o Antoñete. Otro de los rasgos de su
carácter de figura fue el de la independencia, siempre con su amigo Florentino
Díaz Flores que supo defender sus intereses en todo momento y así obtener el
respeto de todos los profesionales. La única vez que se ligó a una casa
empresarial fue en su reaparición, en el año 1976, cuando le apoderó Balañá.
El trazo limpio, el temple, la solemnidad de su toreo se
veía tornada por un gesto extraño en su brazo. De novillero sufrió una fractura
en el codo izquierdo (en Ceret Francia) que le acompañó durante toda su vida
(el primer percance de los numerosos que padecería a lo largo de su trayectoria
siendo su bautismo de sangre en San Sebastián el año de su alternativa). Del
defecto se generó una virtud. Y no hubo nadie que interpretara como El Viti el
pase de pecho, barriendo el lomo, de pitón a rabo. Y su sedoso e inigualable
afarolado.
El día que cumplió 22 años se presentó en Las Ventas como
novillero. Aquella tarde supuso un impacto y dio comienzo a un idilio que el
tiempo no ha logrado disipar. Su Majestad (como se le conocía por sus iniciales
S.M.) sumó cuatro orejas y dos Puertas Grandes haciendo el paseíllo en dos
ocasiones como novillero en 1960. Las Ventas le hizo suyo. Tomó la alternativa
en su ruedo de manos de Gregorio Sánchez y de Diego Puerta con toros de Alipio
Pérez Tabernero. La sobriedad castellana encajaba con el fielato de pureza que
imponía Madrid a sus ídolos.
En cifras totales logró 36 orejas y cruzó en 14 ocasiones la
Puerta Grande.
Le costó entrar en Sevilla. La Maestranza siempre guarda un
recelo a los toreros de Despeñaperros parriba. Pero el fino paladar de la
afición se entregó al Viti en 1966 en la faena al toro de Samuel Flores. Un
autor escribió: "Fue como levantar un monumento al temple en el corazón de
La Maestranza", otro creó la bella frase: "Una encina en La
Maestranza". Volvió a crujir Sevilla a lo largo de su carrera (24
actuaciones y 12 trofeos obtenidos) inmortalizando toros de Lisardo Sánchez, Martín
Berrocal, Manolo González.
En Pamplona también encontró una legión de partidarios.
Vicente Zabala Portolés firmaba en el año 1976 (año de la reaparición del
salmantino) las siguientes líneas en ABC tras una faena inolvidable a un toro
de Álvaro Domecq: "El toro iba engolosinado en la muleta del diestro,
feliz, si es que los toros pueden ser felices, de haber caído en sus manos.
[...] El Viti toreó esta tarde dominando. Los muletazos 'conmovían porque el
torero vibraba, sentía, transmitía lo que estaba ejecutando. El arte 'de torear
no es fuerza ni astucia, ni tan siquiera maña. El Viti llevaba al toro
materialmente cosido al trapo, pero con una gallardía y un temple que la
técnica se engrandecía y alcanzaba las alturas de la belleza. Gran faena la de
El Viti, que a ratos se parecía a aquellas inolvidables de dos o tres ferias
sevillanas que tanto cartel le han dado entre la afición hispalense. El publico
la jaleó de principio a fin." Las peñas corearon aquello de "El Viti,
El Viti, El Viti es cojonudo, como El Viti no hay ninguno".
Si se ha recordado su fácil verónica, su arrebatada media,
sus personales pases de pecho y afarolados y la autenticidad aplomada de sus
derechazos y naturales cabe destacar en la tauromaquia del maestro su
contundencia estoqueadora. Supo marcar de forma magistral los tres tiempos a la
hora de ejecutar la suerte aunque al volapié encontró la maña de dar un pequeño
salto para librar le pitón. En la suerte de recibir, nadie pudo estoquear
tantos toros ni tan despacio ni tan de verdad.
"Otros lo han hecho mejor que yo, como Camino y Rafael
Ortega. Sí me salía bien la suerte de recibir. Fui eficaz más que gran
estoqueador" -confesaba con su característica humildad a Zabala de la
Serna en 2011-.
El final de la carta que firma en el libro 'Sonajero' habla
del temple. Ese misterioso don que hace eterno al que ha nacido con él como al
maestro Santiago Martín 'El Viti': "El toreo es calma, el toreo es temple.
El temple se tiene aquí..., en el corazón. Templar es acallar y emocionar [...]
Si no has sentido un escalofrío en la piel, es que allí no se ha templado. Y el
toro se da cuenta. Para mí el temple es un placer que yo siento al ver que el
toro también está sintiendo placer. Siente placer al notar que está siendo bien
toreado y entonces colabora. Pero no se puede llegar a esa comunicación si no
se ama...".
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