Yo lo confieso siempre. Para mí hay tres Antonios que marcan
mi pasión por la Tauromaquia. Estos Antonios son: Ordóñez, Bienvenida y
Antoñete. A partir de ahí, el máximo respeto a todos los demás, porque hay
grandes toreros y hasta grandes héroes. Por ejemplo, y nunca sale en los
cuadros de honor, ahí aparece un tal Francisco Ruiz Miguel, al que le vi cortar
un rabo a un miura en Sevilla y luego salir triunfante en una carrera en la que
toreó y mató lo que ahora no aguantaría ningún cuerpo sin reventar.
Hay muchos toreros importantes en la larga historia de los
últimos cincuenta años. Ese Viti, ese Puerta, ese Litri, ese Aparicio, ese
Mondeño (torerazo, gay, fraile y residente en París)... Muchos toreros de
época. Ahí está Paco Camino, “El niño sabio de Camas”, ojo a su capote -tampoco
olvidemos a su amigo Diego Puerta-, su enorme torería con la muleta y su espada
perfecta. Esa foto de Cuevas está ahí para cantar al verdadero y limpio
volapié. Esa espada y esa raza de Jaime Ostos, cosido a cornadas y gestos de
torero bravo. Ese Andrés Vázquez por las capeas y por las ferias grandes
abriendo triunfos en Madrid con lo que le echen. Hay muchos toreros grandes.
Espartaco, Paco Ojeda, Dámaso, Paquirri y un larguísimo etcétera. Hasta llegar
a los noventa. Ahí revienta Enrique Ponce. Pocos recuerdan que en abril de 1991
(sí, el año del César) mató un corridón de Cuadri antes de San Isidro con un
(casi) desconocido colombiano llamado César Rincón y un Ponce que todavía no
había roto en figura grande. Ese año el colombiano reventó cuatro puertas
grandes. Una de ellas mano a mano (en la corrida de Beneficencia) con Ortega
Cano. Tres orejas para cada uno con toros de Samuel Flores.
LA SUERTE ES DECISIVA EN EL TOREO... PARA BIEN Y PARA MAL
La historia grande del toreo continúa con muchos más
nombres. Pero un día, a Chenel, a un servidor y a veintitantos mil más en Las
Ventas de Madrid nos entró el temblor de la épica viendo a un chaval de
Galapagar llamado José Tomás robarle al imposible cuatro naturales
impresionantes.
No se
pueden saltar las reglas que dan misterio, justicia y verdad al toreo. Un día
quitamos el sorteo, o lo maquillamos, y a partir de ahí otro misterio menos. Así
va perdiendo la Fiesta eslabones de seriedad histórica
Y ahí creció un grandísimo torero, un figurón que puso a
cavilar a los tres tenores y al de la banda de música. 1997, 1998 y 1999 fueron
años espectaculares de José Tomás, valor, personalidad, triunfos y máxima
figura del toreo. Solo se le escapó vivo (profesionalmente) Ponce, que no
sucumbió al terremoto José Tomás. Luego vino la retirada. Nunca ya mejoraría
sus años perfectos, aunque hubo tardes inolvidables. Luego la burbuja se
hinchó. Se deja ver muy de tarde en tarde y eso funciona y multiplica su cartel
y su morbo. Más aún tras la tremenda cornada que sufrió en México. Y ahora de
vez en cuando aparece en silencio y llega la conmoción. Mide sus escasas
apariciones y es como si de cuando en cuando pusieran caviar en la mesa de los
toros. Caviar caro, caviar rentable, caviar imposible de analizar. Lo de
Algeciras ahí está. Reventón. Todos los ricos de veraneo, aficionados que hacen
un esfuerzo, la plaza llena. Estupendo. Mano a mano con Miguel Ángel Perera.
Vale. Pero lo que no vale es: “Yo me traigo cuatro cuvillos y el compañero
cuatro jandillas”. La Fiesta es un misterio y un sorteo de suerte o desgracia.
Todo es suerte, o lo contrario, en la Fiesta. La suerte de lidiar, la suerte de
picar, la suerte de quites, la suerte en el sorteo, la suerte en el último
tercio, la suerte de matar... Y así podríamos desmenuzar todas las suertes de
un oficio donde la suerte es decisiva para bien y para mal. Y obligatoria. Y ni
es reglamentario ni es ejemplar lo de “yo me traigo cuatro cuvillos y los
cuatro son para mí; tres y el sobrero”. No se pueden saltar, ni se deben
saltar, las reglas que dan misterio, justicia y verdad a esta Fiesta. Mala
cosa. Un día quitamos el sorteo, o lo maquillamos, y a partir de ahí otro
misterio menos. Y lo ha consentido. Así va perdiendo la Fiesta eslabones de
seriedad histórica.
SOLO LA SERIEDAD ES EL FUTURO, NO DEMOS CARTAS AL ENEMIGO
Luego, quien tuvo retuvo. Y JT hizo cosas muy bellas y
toreras con su primer cuvillo, al que más cuajó. En los otros dos los momentos
claves estuvieron más dispersos. Y dos cosas que no me agradan. Una: que
aquello de Algeciras, junto a gente normal, se convirtiera en una orgía de
ricos que presumían de haber pagado un dineral para encontrar una buena
entrada; y dos: que a más de no sortear con la normalidad reglamentaria, la
excitación emocional estuviera por encima de la razón taurina. Tomás dejó
muletazos y lances de gran belleza porque tiene torería y personalidad y yo no
olvidaré nunca su etapa competitiva con otras figuras a pecho descubierto. Ahí
fue muy grande. Pero estas galas irritan al buen aficionado cuando ves o lees
crónicas que dicen, porque es verdad: “Mató de estocada muy trasera y caída, lo
cual no impidió que le otorgaran las dos orejas”. ¿Esto qué es? Las figuras
sortean todas. Los Rafaelillos de turno matan miuras y cuadris y si la espada
no está en el hoyo de las agujas como mucho escuchan palmas. Estos
desequilibrios son los que no aguanto. Estos y otros. Ni yo ni cualquier
aficionado normal. Me molesta la historieta, la multiplicación de la realidad y
los trucos no permitidos en la Fiesta. Por lo demás, larga vida a JT. Si me
preguntan por mis seis toreros preferidos, JT está ahí. Pero no en estos
banquetes sino en tiempos en los que pasó por encima de casi todos. Con uno no
pudo: Ponce. Y no deben de ser ni amigos. Mira, ese sería un buen mano a mano.
Pero con sorteo. Y te repito: está entre los seis que más me han gustado y he
disfrutado. Que quede claro. Que la luz del enorme foco tomasista no
ensombrezca la seria, honda, profesional y triunfal actuación de Miguel Ángel
Perera. No fue el convidado de piedra, ni mucho menos. Ni desentonó ni estuvo
por debajo. Creció esa tarde y se dio el gusto de ese mano a mano con la
leyenda. Y ahora, cuando todo vuelva a la normalidad, cuando las tardes de
toros cumplan todos los requisitos que hacen grande e imprevisible este
espectáculo, si algún día se vuelven a cometer atropellos de ventajas, que sea
para que Javier Castaño mate una de Cuvillo, para que Octavio Chacón mate una
de Zalduendo, etc. Y que no sorteen... se armaría la de San Quintín. Te digo
una última cosa: en el toreo, la misma ley ha de ser para todos. Luego las
figuras tendrán las corridas más agradables. Eso es legal. No sé si del todo
lógico. Pero es legal. Lo ilegal es convertir las suertes del toreo
(intocables) en un capricho o en un trágala. No demos cartas al enemigo. Solo
la seriedad es el futuro. Y eso está reglamentado. Cúmplase. Pero para todos. / Redaccion APLAUSOS
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