La firme solvencia de Rubén Pinar
y una gran estocada impulsan la única vuelta al ruedo. Rafaelillo y Moral se
estrellan sin opciones.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de
Madrid
Foto: EFE
Desgraciadamente, y a pesar de todo, la corrida de Miura no
pudo lidiarse completa: un toro se lastimó en el enchiqueramiento una vez
sorteado. Y hubo de reemplazarse por el sobrero de Fuente Ymbro. Que fue
titular. El clásico cierre de San Fermín venía cojo. Y gafado.
Al de Ricardo Gallardo habría de fiar Rafaelillo -la primera
vez en su carrera que se enfrentaba a un hierro diferente al de Zahariche en
Pamplona- las posibilidades de éxito. Pues el castaño miureño -largo y alto,
tan ancho y basto de palas como de sienes- fue deslucido y complicado al
máximo. Y con el poder contado para desarrollar. Los cabezazos, los medios
viajes, el ataque por el palillo. Ni con las inercias que concedió se
desplazaba. La apuesta por el pitón izquierdo más abordable (sic) no dio frutos
y sí dos desarmes desabridos. Imposible por el derecho. Resolvió con habilidad
con la espada.
Rubén Pinar sintió que su suerte podía ser otra con las
embestidas iniciales de un cárdeno miureño más fino. De pitones y hechuras.
Kilométricas, por cierto. Descolgó en los mandones lances del saludo a la
verónica. Pero en banderillas cambió a peor. Ángel Otero -soberbio- y Víctor
Manuel Martínez solucionaron con poderío las dificultades. Que crecieron a
medida que avanzó la faena de Pinar. Desde los doblones de apertura, repuso el
toro apoyado en las manos, rebrincado, soltando la cara. Y ya totalmente
agarrado al piso a izquierdas. La recia solvencia del albaceteño de Tobarra
contó con la contundencia de la espada.
El larguísimo tercero tuvo una movilidad muy loca y sin entrega.
No paró. Pepe Moral lo recibió con dos largas cambiadas. Y galleó por
chicuelinas hacia el caballo. Ahí faltó un puyazo en firme para quitarle la
correosa repetición. A Moral le sacó el aire. Pese a su preparación física.
Venía el miura sin ir metido en la muleta, sin permitir casi la colocación. Y
aun así el sevillano le esbozó naturales de enorme mérito, en esa escuela que
dejó Manolo Cortés. Pasar, al menos, pasaba. Cuando lo despenó de una estocada,
el torero resopló.
Si Rafaelillo libró un par de largas cambiadas al anterior
de su lote, al de Fuente Ymbro -el más pesado de la miurada con sus 620 kilos-
le echó las dos rodillas por tierra a la verónica. La hondura del atacado
torazo de Gallardo era portentosa. Una brutal carrocería sin motor. Solamente
con su nobleza no podía, asfixiado en su tonelaje. Otra vez Rafael sin opciones
en una faena de mucho y sordo metraje.
La huesuda y agalgada anatomía del quinto miura carecía de
seriedad. Ni por la cara. Impropio no sólo para Pamplona, sino para cualquier
plaza de primera. A su altura y dándole sitio, con cabeza preclara y oficio
curtido, Rubén Pinar le extrajo lo que daba y lo que no. Aquella inocuidad
simplona terminó anclada. Sin inercias nunca puso de su parte. Pinar lo
pasaportó con admirable rectitud. Un solo golpe de descabello y la rapidez de
las mulillas en el arrastre le birlaron la oreja. Paseó una sincera vuelta al
ruedo.
El tremendo aparato del último imponía. Tampoco humilló.
Ninguno a fin de cuentas. Otro con el poder limitado -sin que perdiese una
mano-, ese que habita en los cuartos traseros, en la bravura que no existió.
Entre las complicaciones y el deslucimiento se movió la miurada. La descarada
retranca del violento «Aguilito» arruinó las posibilidades de
Pepe Moral. Que pasó un quinario para darle muerte.
Bajó el telón San Fermín 2018 con la mayúscula decepción de
Miura como amargo postre.
MIURA | Rafaelillo, Pinar y Pepe Moral.
Toros de Miura, de desigual
presentación en las hechuras de la casa; complicados y deslucidos, de escaso
poder y descastados; no humilló ninguno; y uno de Fuente Ymbro (4º), atacado de
kilos y desfondado.
Rafaelillo, de celeste y oro. Estocada contraria casi
entera y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada (silencio).
Rubén Pinar, de grana y oro. Estocada casi entera
(saludos). En el quinto, estocada y descabello. Aviso (petición y vuelta al
ruedo).
Pepe Moral, de sangre de toro y oro. Estocada
(saludos). En el sexto, pinchazo, media estocada muy baja, estocada y
descabello. Aviso (silencio).
Monumental de Pamplona. Sábado, 14 de julio de 2018. Última de feria.
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