jueves, 19 de julio de 2018

ENTREVISTA PREVIA DE LA FERIA DE LA MADELEINE - Emilio de Justo: "Han sido años difíciles, llenos de olvido y ostracismo"

El torero de Cáceres, convertido en la gran novedad de la temporada, regresa este viernes a la plaza que lo catapultó, tras proclamarse triunfador absoluto de la Feria de Burgos y salir reforzado de su paso por Pamplona: "Quiero ser un torero importante. Lo tengo entre ceja y ceja desde que era un niño y me preparo a diario para lograrlo".

MARÍA VALLEJO
@m_vallejo_ 
Diario EL MUNDO de Madrid
Mont de Marsan (Francia)

De novillero pisó grandes escenarios hasta llegar a una alternativa de lujo. Talavante doctoraba a Emilio de Justo en presencia de Cayetano allá por 2007 en Cáceres. Tres temporadas después, un seco parón lo desterró del circuito. En el ostracismo de toda una década, De Justo perpetró la reconquista que hoy los públicos celebran como gran revelación. Durante años forjó el cuerpo y alimentó la esperanza en las corridas de napalm de los pueblos de Colombia.

Como el Cinderella man de Ron Howard (2005), en silencio, asido a la fe en sí mismo y con su infatigable vocación a cuestas. De Justo se mantuvo en pie esperando lo imposible. "Era algo impensable. Partía de menos cero", dice al recordar el teléfono mudo. El milagro llegaría de las Galias. En Ortez, la primera oportunidad; en Mont de Marsan, el golpe definitivo. Las dos orejas de un toro de Victorino desempolvaron el nombre de Emilio de Justo, que este viernes regresa a la plaza que lo catapultó convertido en el descubrimiento de la temporada.

Proclamado triunfador absoluto de la Feria de Burgos, reforzado tras su importante paso por San Fermín, "feliz y motivado para afrontar lo que está por llegar".

- ¿Qué puertos quedan en su hoja de ruta para esta temporada?
La columna vertebral está en Francia. Mi ilusión es confirmar alternativa en Nimes. De momento, estoy anunciado en Arles, hago doblete en Dax y este viernes regreso a Mont de Marsan. Son tardes que afronto con gran motivación porque quiero mantener el bonito cartel he logrado en Francia durante los últimos dos años.

- Desde su presentación como matador de toros en 2016 (Ortez), Francia lo ha acogido en sus ferias. ¿Qué papel juega el país vecino en el impulso de su carrera?
Le debo gran parte de lo que he conseguido. Es el país que me ha rescatado y que me ha dado la oportunidad de demostrar lo que llevo dentro como toreo. Desde mi debut en Orthez, donde corté dos orejas a una corrida de Hoyo de la Gitana, y el triunfo de Mont de Marsan ese mismo año con toros de Victorino, comencé a entrar en la ferias importantes del país. Los éxitos comenzaron a sonar en España y, poco a poco, eso me ha permitido ir metiendo la cabeza en sitios como Vistalegre, Madrid, Burgos, Pamplona, Huesca y Azpeitia.

- En Pamplona cayó de pie...
Se juntaban muchas cosas para que el triunfo no fuera fácil. Era mi debut y, además, la primera vez que lidiaba una corrida de José Escolar. Pero salí a la plaza con las ideas claras, sin renunciar a mi concepto ni hacer concesiones para la galería. Lo bonito de aquella tarde es logré gustar siendo yo en todo momento. Fue muy emocionante.

- Dicen de usted que es un guerrero de los grises, pero también le gusta abandonarse en la cara de los toros.
Ese es mi concepto y mi forma de concebir el toreo. Parto siempre del clasicismo, la pureza y la verdad. El tipo de corridas al que me estoy enfrentando no siempre te permite expresar el toreo clásico. Por eso, cuando he tenido que dar la cara con entrega y disposición, lo he hecho y, cuando un toro me ha permitido pegar 15 o 20 muletazos interpretando mi concepto, lo he hecho también.

- Esa entrega de la que habla destaca especialmente en su forma recia de entrar a matar.
He encadenado una racha bastante buena con la espada. Ataco con rectitud y me tiro con la mayor verdad posible. Es la única forma que tengo de matar bien los toros. Creo que la entrega y la verdad son siempre un buen camino, y seguiré exigiéndome cada vez más para alcanzar mis metas.

- ¿Cuáles son esas metas?
Llegar a ser un torero importante. Es el sueño que tengo entre ceja y ceja desde que era un niño. Para ello vivo y me preparo todos los días.

- ¿Cómo logró mantener su sueño a flote durante los once años que estuvo parado?
Gracias a dos cosas: afición y vocación. Podré haber tenido mil defectos y lagunas como torero, pero mi afición y mi vocación por la profesión han sido grandísimas siempre. Eso ha sido lo que me ha traído hasta aquí. En mis primeros años de matador de toros, quizá tuve la madurez y la experiencia suficientes para afrontar retos como Madrid, en los que te juegas todo a una carta. Las cosas no rodaron y, cuando me quedé fuera, nadie creía en mí. Pero seguí luchando. Me marché a Colombia a torear, un país que me ha dado aliento en los momentos más duros, y firmé algunas corridas en los pueblos de Extremadura. Así me mantuve hasta que, en el invierno de 2015 a 2016, apareció Luisito [su actual apoderado]. Él ha sido clave en esta aventura que, aunque parecía imposible, ha comenzado a dar frutos.

- Detrás de la revelación que celebran los públicos, hay más de una década de lucha callada...
He pasado años muy difíciles, llenos de ostracismo y olvido. Detrás de todo eso, hay muchísimo trabajo y sacrifico. Pero ser visto como una novedad ha jugado a mi favor. Salvo Madrid, no había toreado en ninguna plaza importante y eso crea una cierta expectación que para mí es positiva.

- Si tuviera que empezar de nuevo, ¿volvería a ser torero, después de haber pasado por tanta dureza?
Por supuesto. Ser torero es lo más grande que hay para mí en la vida y, si naciera mil veces, mil veces volvería a intentarlo. Creo no existe una profesión más apasionante ni más auténtica que ésta y soy feliz por haberla elegido.

Mont de Marsan, ejemplo de equilibrio y respeto

Del abrazo de los ríos Douze y Midou nace uno de los pulmones más sanos y fuertes de la tauromaquia francesa. Tras la explosión taurómaca de San Fermín, figuras, ganaderos y toreros revelación marcan en rojo la cita con Mont de Marsan. Uno de los grandes puertos del circuito galo, junto con Nimes, Arles y Dax. Que en la penúltima semana de julio torna su tranquilidad medieval en una eclosión de toreo incesante. Hasta dos veces al día llenan el coso francés los 30 mil habitantes de la ciudad durante las cinco jornadas que componen su Feria de la Madeleine. Año tras año, reivindicación de la pasión febril de sus gentes bajo dos denominadores comunes: equilibrio y respeto.

Sus carteles, este año ilustrados por "El matador" de Botero, combinan siempre la presencia de grandes figuras, matadores destacados en la temporada y hierros de encaste diverso. El Juli, Talavante, Ponce, Castella y Roca Rey harán el paseíllo este año en la feria francesa -comienza este miércoles-. Que espera también a toreros revelación como Emilio de Justo y Octavio Chacón, cuida a los nuevos valores con la programación de dos novilladas e incorpora una nota torista con las corridas de La Quinta y Dolores Aguirre.

Un equilibrio aristotélico que, dicen, define a la afición de Mont de Marsan. En maestrante silencio durante la lidia. Y enjuiciando todo cuanto acontece en el ruedo desde un profundo respeto hacia toro y toreros.

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