En adelante si quiere seguir será
por concurso público
Después de más de 60 años
dirigiendo los destinos de la plaza de toros se Bilbao, a la que llegaron por
primera vez en 1950, como la consecuencia de la entrada en pérdidas de las
Corridas Generales. De forma ininterrumpida llevan ya 63 años, los que van de
1957 a la actualidad, aunque no siempre tuvieron el mismo papel: de empresarios
netos pasaron a ser asesores externos, según evolucionaban las cifras del
negocio. Pero en los tiempos de don Pablo Martínez Elizondo y en los de su hijo
Manolo, debe reconocerse que Bilbao vivió una etapa dorada. A partir del
próximo otoño, si los actuales gestores de la Casa Chopera --tercera y cuarta
generación-- quieren seguir en Bilbao, tendrán que ganar un concurso público,
en libre competencia con otros empresarios.
Redacción. Servicio
de Documentación
Las próximas Corridas Generales de Bilbao serán las últimas en la que de forma directa
aparezca como organizadora --con
distintas formas mercantiles-- la Casa Chopera. Será el abono 65 de los que han
montado en la capital vizcaína, pero será el último que organice por
adjudicación directa de la propiedad del coso. A partir del próximo otoño, como
la plaza saldrá a concurso público --ya
regido por la Ley de Contratos Públicos--, convocado por el Ayuntamiento, si
quieren continuar será ya compitiendo con otras empresas en las ofertas,
asumiendo los riegos de las pérdidas o el beneficio de las ganancias.
Como es natural en tan dilatado periodo, se localizan luces
y sombras en la gestión. Pero siempre han destacado dos figuras muy relevantes
en el empresariado taurino: don Pablo Martínez Elizondo y su hijo Manolo
Chopera, que es quien durante más temporadas estuvo al frente de la plaza.
Desde su juventud muy ligado al mundo del toro –comenzó
siendo monosabio en la antigua plaza de donostiarra-- don Pablo Martínez
Elizondo (Tolosa, 1894-Pamplona, 1968) se inició siguiendo con sus hermanos
Antonio y Manuel las actividades de su padre, don Severino, que destacó como
contratista de caballos y transportistas de toros de lidia. De ahí dio el salto
a la organización de espectáculos taurinos, en lo que llegó a ser un número 1.
La crisis de los años 40 y 50
En Vista Alegre comienzan a raíz de la crisis de
espectadores y de ingresos que sufren las Corridas Generales en la última parte
de la década de los años 40. Cuando en 1949 la Junta Administrativa entra en
pérdidas --150.000 pesetas de las de
entonces--, para las dos temporadas siguientes acuerdan con don Pablo la
organización del abono. Remonta en algo la captación de espectadores, pero no
lo suficiente, entre otras cosas por la climatología adversa del año 1951.
Fue entonces cuando la Junta aceptó la propuesta por dos
años de lo que se denominó Grupo Club Cocherito –integrado por destacados
bilbaínos que militaban en este club--, gracias al cual la Plaza de Vista
Alegre sale de su profunda crisis. De un
aforo cubierto del 45,1% en 1951, se pasó a más del 85%. Pero cambiante de criterios, para las
temporadas de 1954 y 1955 la Junta se ajustó con la entonces Empresa de Madrid.
Fue a partir del concurso privado que se organizada en el
otoño de 1955 cuando ya la plaza pasa a estar gestionada por los Chopera de
forma ininterrumpida desde 1956 hasta este 2018. Hay que tener en cuenta que la
plaza bilbaína era de titularidad privada, por lo que tenía una gran libertad a
la hora de contratar la gestión: no estaba
obligada a cumplir las normas de la contratación pública.
Pues bien en ese concurso de naturaleza privada que convoca
la Junta Administrativa, surgió una gran
polémica. Se presentaron 12 plicas diferentes y la propiedad no elige a la que
ofrecía una cifra más alta –que era la de Grupo Club Cocherito--, sino que
decide otorgársela a los Chopera, aunque su oferta era inferior en 380.378
pesetas y se había calificado como 4ª entre todas las ofertas. La decisión
generó una sonora polémica en la prensa local, encabezada por La Gaceta del
Norte, mientras su entonces competidor silenciaba el asunto.
A partir de aquel mes de noviembre de 1955 las Corridas
Generales han sido cosa de la Casa Chopera, cuya gestión pasó mediados los años
60 a manos de los hijos de don Pablo,
Manolo y Jesús Chopera, que en una primera etapa estuvieron acompañados
por sus primos José Antonio y Javier Martínez Uranga, hasta que ambas ramas
familiares separaron sus negocios.
Cuando cambia la propiedad
Pero llegó la crisis. No era
nada particular de la Casa Chopera: era la crisis y la inestabilidad que
afectó al conjunto de la Tauromaquia de la época. Cambiaron las circunstancias en América y
Francia, pero sobre todo en España, donde
se vive una etapa compleja a partir de mediados de los años 70, que si
políticamente tuvo el gran acierto de la Transición, para el mundo del toro
trajo no pocos motivos de preocupación.
Aunque de forma algo más tardía, en esa dinámica la crisis
se agudizó en Bilbao, coincidiendo con la nueva etapa política, que entre otros
efectos provoca que la Plaza de Vista Alegre pase a ser propiedad en un 50% del
Ayuntamiento, que hereda el Antiguo Hospital Civil --de naturaleza privada y
copropietario del coso con la Casa de Misericordia--, que había entrado en
trance de desaparecer, entre otras cosas por unas inversiones de alto riesgo,
que acabaron por no poder asumir. Para evitar semejante pérdida, que para la
vida de Bilbao era y es muy principal, la titularidad del centro hospitalario
se traspasa a la Corporación municipal, que sin habérselo propuesto se
encuentra con esa propiedad compartida.
Modificada en su mitad la Junta Administrativa, a quien
correspondía desde que los promotores de la plaza la donaron a finales del
siglo XIX, pierden en gran medida su influencia los representantes de la
sociedad de Neguri –que hasta entonces eran mayoritarios--; lo que queda de los
antiguos gestores pasan a tener que trabajar conjuntamente con los
representantes políticos del Ayuntamiento.
No es cosa de entrar aquí
en la memoria histórica de todo aquel proceso, que no resultó ni fácil
ni siempre acertado. Pero es lo cierto que los sucesivos alcaldes de Bilbao
--desde Jon Castañares, José María Gorordo, Josu Ortuondo…, hasta llegar al
recordado Iñaki Azkuna-- fueron muy
respetuosos y apoyaron la gestión de
Vista Alegre, de la que pasaron a ser Presidente natos.
Pero ya las cosas no podía ser como hasta entonces: la mitad
de la Junta Administrativa quedaba ya pendiente de las sucesivas mayorías
municipales que fueran saliendo de las urnas. Con todos ellos se fue
entendiendo la Casa Chopera, para mantener la gestión.
La crisis
Sin embargo, con anterioridad, a finales de los años 70, la
Plaza –mejor dicho: las Corridas Generales-- habían entrando en crisis. Lo que
antes eran beneficios ahora se convierten en número rojos. Todo ello era fruto
no sólo a las nuevas circunstancias políticas, sino sobre todo a lo que la
historiadora Laura del Rey definió como “el
decaimiento social” de la afición a los toros en la villa vizcaína.
Por entonces regía el último contrato suscrito por Manolo
Chopera y la Junta Administrativa, según el cual en 1976 la empresa abonaba a
la propiedad un canon de 13 millones de pesetas, más el 33% de la recaudación
bruta que excediera a los 30 millones. Se firma para cinco años, con un
sucesivo incremento del canon, que para la temporada última, la de 1980,
alcanzaba los 14 millones, además del referido 33%.
Pero los números no cuadraron. Por eso, las condiciones del
acuerdo de la Junta Administrativa con la Casa Chopera se modifican: la Junta
pasaba a ser la entidad mercantil responsable a todos los efectos de las
actividades taurinas, en tanto los Chopera pasaban a ser los asesores externos
–con distintas denominaciones según las etapas-- de la Plaza, por lo que se les
retribuye con un % variable en función de los ingresos registrados en taquilla.
En una buena medida, esta nueva fórmula de gestión discurrió
ya bajo la responsabilidad de los hijos de Manolo Chopera, Oscar y Pablo
Martínez Labiano, que se hicieron cargo a comienzos de los años 2000 de los
negocios familiares cuando enferma el
mítico empresario.
En el contrato actual, que comprende las cinco temporadas de
2014-2018, la Empresa Chopera tiene estipulado por su labor como asesores un ingreso suelo mínimo de 72.000 euros, en
el caso de que el porcentaje que le corresponde sobre los beneficio de
explotación de los toros no llegara a
alcanzar esa cifra. Pero se incluyen los
posibles incrementos sucesivos en función de resultados.
Se trata del contrato del que años más tarde el alcalde de
Bilbao se lamentará, porque contiene una cláusula indemnizatoria a percibir por
la empresa Chopera en caso de una resolución anticipada. Aunque no se ha hecho
pública la cantidad, el edil bilbaino aseguró que se trataba un importe tal que
financieramente no podía afrontarse. Es por lo que la decisión del cambio de
gestión se tuvo que demorar en dos años, hasta dejar que expirara aquel
contrato, algo que ocurrirá a finales de la actual temporada.
El nuevo concurso público
La corporación municipal ya tiene preparado el borrador de
la convocatoria del nuevo concurso público, materia que dirige en la actualidad
el concejal Tomás del Hierro, que vino a sustituir en esta responsabilidad a
Ricardo Barkala, cuando éste fue nombrado presidente del Puerto de Bilbao.
Del concurso tan sólo se conocen dos factores importantes:
que se regirá por la Ley de Contratos Públicos y que la empresa que resulte
ganadora se deberá hacer cargo de los gastos de reparación y mantenimiento de
las instalaciones del coso. Aunque no se han difundido, es el propósito del
Ayuntamiento establecer algunas salvaguardas sobre la prioridad que se concede
a la explotación taurina de la Plaza y sobre el mantenimiento de las
tradiciones de la capital vizcaína. Lo demás ya queda pendiente del contenido
de las plicas que concurran a esta convocatoria pública.
Aunque en la actualidad no gocen de su mejor imagen en la
capital vizcaína, ni sus apoyos en algunos sectores de la Junta Administrativa
tengan ya peso suficiente, nada impide
que los hermanos Pablo y Oscar Martínez Labiano --con el grupo mexicano de
Alberto Bailleres, o sin él-- opten a continuar en Vista Alegre. Lo que ya no
será posible de reeditar es el régimen anterior: ahora ya no habrá libre y
directa adjudicación, sino que tendrán que competir con todos los demás
empresarios que se interesen por la Plaza. Pero para ellos mantener Bilbao será
muy importante, porque hoy por hoy es la única plaza verdaderamente relevante
en la que están presentes.
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