lunes, 23 de julio de 2018

LA PÁGINA DE MANOLO MOLÉS - Manada de políticos


En este país en el que estropeamos tantas cosas es un orgullo el comportamiento humano y profesional de muchos de los que se visten de luces, de oro y de plata. Por cierto, y de paso, no me gusta nada el azabache ni para matadores ni para banderilleros ni menos aún para picadores. Con lo que les costó a sus antepasados a caballo igualarse con los matadores de a pie con sus chaquetillas de oro y con sus nombres en los carteles, a veces más visibles que los de algunos espadas. Hay tradiciones que se deben conservar y no traicionar la historia. Pero somos especialistas en joder los grandes hitos de este país. O los grandes negocios. Benlloch lo conoce: ¿sabes cuándo empezó la ruina de criar con esmero las mejores naranjas del mundo en mi tierra de Valencia? El día que en lugar de comer naranjas la gente se pasó a beberlas. Y ahí daba igual la calidad. El paso siguiente a peor fue los zumos sintéticos y el olvido de la naturaleza. Hemos pasado de una sociedad rural a una sociedad que bienvive o malvive en las grandes ciudades. Los niños de ahora no tienen ni idea de que de ese huevo que se están comiendo podría nacer un gallo o una gallina. Mejor no contárselo porque si se lo explicas ya no prueban nunca más un huevo frito. Ese vivir a espaldas de la realidad del campo es malo para casi todo. Y también para la Fiesta.

EL TOREO ES LO MÁS PURO QUE TODAVÍA REALIZA EL HOMBRE

Si del filete de carne hemos pasado a la hamburguesa, no pasemos del gran espectáculo de la emoción a la mojiganga. El toreo mantiene los valores éticos e históricos de los creadores. Y eso hay que dejarlo claro como valor real aunque vayamos contra corriente en la escala de méritos. Ahí está la entereza de Padilla. Juan no es un loco ni un majareta. Yo le conozco bien desde el Hiroshima de Zaragoza donde estalló una amistad y un conocimiento de la épica de esta fiesta. Y aquí caen casi todos. En tres días, en Pamplona, Ureña al hule y Javier Castaño, otra vez con la cruz a cuestas. Mientras, en Arévalo, el rayo de la muerte peinó la cabeza de Padilla. Tres bombas en un momento. Y ahí están. Habla con ellos y verás cómo responden. Ejemplares como profesionales, como hombres, como artistas. Las enormes virtudes del toreo cada vez más distantes en otros mundos, conceptos, sentimientos y autenticidad. Por eso el toreo no es sólo grande, ejemplar, admirable, único y distinto. El toreo es lo más puro que todavía realiza el hombre de estas calendas y este siglo.

Esta feria es necesaria, incluido el pasmarote del alcalde. ¡Qué políticos, Dios mío! Qué incultura, qué veletas, qué cebollos. Pero ahí está otro San Fermín. La feria en la que participa todo un pueblo, todo un país y, desde Hemingway, todo el mundo. Y donde conviven los tendidos de sol y sombra...

Y aquí el pan es pan y el vino, vino, aquí se cocina la Tauromaquia como cocinaba tu abuela. Sin trampa ni cartón. Por eso que nuestros enemigos sean los indocumentados, los falsos animalistas (el perro en la cama y el abuelo o el padre en la residencia o en la calle). Reviso los tuits de los anti. Están organizados. Desde América y desde Europa. Y echan mierda más por interés económico del que viven que por convicción; porque no tienen ni zorra idea de lo que es el toreo. Apenas tienen seguidores pero son muchos. La mafia que engorda con ese falso pero rentable animalismo pone la pasta. Y un día daré el nombre de las empresas pro animalistas. Hacen a pelo y a pluma. Usted también es cliente aunque no tenga animal de compañía.

LA INJUSTICIA SE CEBA CON JAVIER CASTAÑO, UN PEDAZO DE TORERO

Pamplona es una de las ferias clave. Ahí tuvo mucho que ver el talento de Miguel Criado “El Potra”. Grandes entradas, grandes los toros (mucho más para los que matan las duras que para las figuras) y, junto al reconocimiento a las figuras con las ganaderías más embestidoras, esta feria tiene el toro montaraz para los que todavía no tienen silla en el gran banquete de los cuvillos o los victorianos. Por eso quiero que a más del reconocimiento a las figuras, se valore de verdad lo que exponen los que matan lo de Escolar, lo de Cebada Gago, lo de Miura, etc.

Me alegro de todos los éxitos porque en esa plaza sale el toro, pero siento un respeto imponente por ese Padilla, que matando miuras hizo cartel, vida y un dinerito cuando no había otra cosa en Pamplona. Ahí arrancó contratos y ahí pudo palmar. Pero yo, que le conozco, digo que el suyo es un ejemplo de superación. Cosido a percances, nunca maldijo su oficio. Al contrario. Ama esa dualidad de dolor, de felicidad, de torería en el año último de la bandera pirata. Y donde es más grande es en la lidia de la vida. Pero hay toreros que te alegra ver cómo crecen sobre escalones movedizos, no fáciles. Ahí está Emilio de Justo, con el buen gusto de un toreo que cumple las normas de la belleza y la torería y creciendo con ganaderías que no todos quieren ni pueden. Ahí están todos los acartelados. Pero el rayo de la injusticia se ceba con un pedazo de tío y de torero: Javier Castaño. En Sevilla le olvidaron (ahí mató un montón de miuras y volvió con el cáncer fresco como un héroe), reapareció y hasta luego Lucas. En Madrid estaba anunciado en la única corrida suspendida y no pusieron ni la lona, joder. En Pamplona: tabaco. Y no el de fumar, sino del que echa el humo del maltrato y la mala suerte.

Esta feria es necesaria, incluido el pasmarote del alcalde. ¡Qué políticos, Dios mío! Qué incultura, qué veletas, qué cebollos. Pero ahí está otro San Fermín. La feria en la que participa todo un pueblo, todo un país y, desde Hemingway, todo el mundo. Y donde conviven en paz los tendidos de sol, donde se bebe, se canta, se ponen perdidos, miran los toros o se vuelven de espaldas. Y frente a ellos, la sombra, repleta, más tranquila, la merienda abundante y lo mejor es que en esa plaza, con ese ruido, sí, con ese estruendo, si lo que pasa en el ruedo vale la pena, hay premio y la vuelta asegurada.

Bueno, pues ¡Viva San Fermín!, supongo que conocen el final del santo. Creció y abandonó Pamplona para predicar en Francia, donde a los 24 años fue nombrado Obispo de Amiens y donde fue perseguido por los paganos, encarcelado y decapitado al estilo ISIS. Es por esto, dicen los libros, que con razón o sin ella suele relacionarse el pañuelo rojo al cuello por la decapitación de San Fermín en el martirio. La historia de Navarra es fascinante. / Redacción APLAUSOS

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