En este país en el que estropeamos tantas cosas es un
orgullo el comportamiento humano y profesional de muchos de los que se visten
de luces, de oro y de plata. Por cierto, y de paso, no me gusta nada el
azabache ni para matadores ni para banderilleros ni menos aún para picadores.
Con lo que les costó a sus antepasados a caballo igualarse con los matadores de
a pie con sus chaquetillas de oro y con sus nombres en los carteles, a veces
más visibles que los de algunos espadas. Hay tradiciones que se deben conservar
y no traicionar la historia. Pero somos especialistas en joder los grandes
hitos de este país. O los grandes negocios. Benlloch lo conoce: ¿sabes cuándo
empezó la ruina de criar con esmero las mejores naranjas del mundo en mi tierra
de Valencia? El día que en lugar de comer naranjas la gente se pasó a beberlas.
Y ahí daba igual la calidad. El paso siguiente a peor fue los zumos sintéticos
y el olvido de la naturaleza. Hemos pasado de una sociedad rural a una sociedad
que bienvive o malvive en las grandes ciudades. Los niños de ahora no tienen ni
idea de que de ese huevo que se están comiendo podría nacer un gallo o una
gallina. Mejor no contárselo porque si se lo explicas ya no prueban nunca más
un huevo frito. Ese vivir a espaldas de la realidad del campo es malo para casi
todo. Y también para la Fiesta.
EL TOREO ES LO MÁS PURO QUE TODAVÍA REALIZA EL HOMBRE
Si del filete de carne hemos pasado a la hamburguesa, no
pasemos del gran espectáculo de la emoción a la mojiganga. El toreo mantiene
los valores éticos e históricos de los creadores. Y eso hay que dejarlo claro
como valor real aunque vayamos contra corriente en la escala de méritos. Ahí
está la entereza de Padilla. Juan no es un loco ni un majareta. Yo le conozco
bien desde el Hiroshima de Zaragoza donde estalló una amistad y un conocimiento
de la épica de esta fiesta. Y aquí caen casi todos. En tres días, en Pamplona,
Ureña al hule y Javier Castaño, otra vez con la cruz a cuestas. Mientras, en
Arévalo, el rayo de la muerte peinó la cabeza de Padilla. Tres bombas en un
momento. Y ahí están. Habla con ellos y verás cómo responden. Ejemplares como
profesionales, como hombres, como artistas. Las enormes virtudes del toreo cada
vez más distantes en otros mundos, conceptos, sentimientos y autenticidad. Por
eso el toreo no es sólo grande, ejemplar, admirable, único y distinto. El toreo
es lo más puro que todavía realiza el hombre de estas calendas y este siglo.
Esta
feria es necesaria, incluido el pasmarote del alcalde. ¡Qué políticos, Dios
mío! Qué incultura, qué veletas, qué cebollos. Pero ahí está otro San Fermín.
La feria en la que participa todo un pueblo, todo un país y, desde Hemingway,
todo el mundo. Y donde conviven los tendidos de sol y sombra...
Y aquí el pan es pan y el vino, vino, aquí se cocina la
Tauromaquia como cocinaba tu abuela. Sin trampa ni cartón. Por eso que nuestros
enemigos sean los indocumentados, los falsos animalistas (el perro en la cama y
el abuelo o el padre en la residencia o en la calle). Reviso los tuits de los
anti. Están organizados. Desde América y desde Europa. Y echan mierda más por
interés económico del que viven que por convicción; porque no tienen ni zorra
idea de lo que es el toreo. Apenas tienen seguidores pero son muchos. La mafia
que engorda con ese falso pero rentable animalismo pone la pasta. Y un día daré
el nombre de las empresas pro animalistas. Hacen a pelo y a pluma. Usted
también es cliente aunque no tenga animal de compañía.
LA INJUSTICIA SE CEBA CON JAVIER CASTAÑO, UN PEDAZO DE TORERO
Pamplona es una de las ferias clave. Ahí tuvo mucho que ver
el talento de Miguel Criado “El Potra”. Grandes entradas, grandes los toros
(mucho más para los que matan las duras que para las figuras) y, junto al
reconocimiento a las figuras con las ganaderías más embestidoras, esta feria
tiene el toro montaraz para los que todavía no tienen silla en el gran banquete
de los cuvillos o los victorianos. Por eso quiero que a más del reconocimiento
a las figuras, se valore de verdad lo que exponen los que matan lo de Escolar,
lo de Cebada Gago, lo de Miura, etc.
Me alegro de todos los éxitos porque en esa plaza sale el
toro, pero siento un respeto imponente por ese Padilla, que matando miuras hizo
cartel, vida y un dinerito cuando no había otra cosa en Pamplona. Ahí arrancó
contratos y ahí pudo palmar. Pero yo, que le conozco, digo que el suyo es un
ejemplo de superación. Cosido a percances, nunca maldijo su oficio. Al
contrario. Ama esa dualidad de dolor, de felicidad, de torería en el año último
de la bandera pirata. Y donde es más grande es en la lidia de la vida. Pero hay
toreros que te alegra ver cómo crecen sobre escalones movedizos, no fáciles.
Ahí está Emilio de Justo, con el buen gusto de un toreo que cumple las normas
de la belleza y la torería y creciendo con ganaderías que no todos quieren ni
pueden. Ahí están todos los acartelados. Pero el rayo de la injusticia se ceba
con un pedazo de tío y de torero: Javier Castaño. En Sevilla le olvidaron (ahí
mató un montón de miuras y volvió con el cáncer fresco como un héroe),
reapareció y hasta luego Lucas. En Madrid estaba anunciado en la única corrida
suspendida y no pusieron ni la lona, joder. En Pamplona: tabaco. Y no el de
fumar, sino del que echa el humo del maltrato y la mala suerte.
Esta feria es necesaria, incluido el pasmarote del alcalde.
¡Qué políticos, Dios mío! Qué incultura, qué veletas, qué cebollos. Pero ahí
está otro San Fermín. La feria en la que participa todo un pueblo, todo un país
y, desde Hemingway, todo el mundo. Y donde conviven en paz los tendidos de sol,
donde se bebe, se canta, se ponen perdidos, miran los toros o se vuelven de
espaldas. Y frente a ellos, la sombra, repleta, más tranquila, la merienda
abundante y lo mejor es que en esa plaza, con ese ruido, sí, con ese estruendo,
si lo que pasa en el ruedo vale la pena, hay premio y la vuelta asegurada.
Bueno, pues ¡Viva San Fermín!, supongo que conocen el final
del santo. Creció y abandonó Pamplona para predicar en Francia, donde a los 24
años fue nombrado Obispo de Amiens y donde fue perseguido por los paganos,
encarcelado y decapitado al estilo ISIS. Es por esto, dicen los libros, que con
razón o sin ella suele relacionarse el pañuelo rojo al cuello por la
decapitación de San Fermín en el martirio. La historia de Navarra es fascinante.
/ Redacción APLAUSOS
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