martes, 31 de julio de 2018

FERIA DE SAN IGNACIO – PRIMERA CORRIDA: De Justo sigue su ascenso con un nuevo triunfo en Azpeitia

El torero de Cáceres cortó dos orejas a un exigente sobrero de Ana Romero; Juan del Álamo obtuvo un trofeo del mejor toro del sexteto y Luis David Adame se estrelló sin suerte con el peor lote.
 
EL MUNDO
Azpeitia (Guipúzcoa)

El mayoral de la ganadería de Ana Romero recogía al destrenzarse el paseíllo el premio al toro más bravo de la pasada Feria de San Ignacio; bastión norteño del encaste Santacoloma. Y en reconocimiento a aquella redonda corrida, sus pupilos levantaron este año el telón taurino en Azpeitia.

El fondito del primero había que llevarlo con oficio y a su altura. Emilio de Justo alumbró en su derecha una tanda maciza, que pareció ser el despegue de la faena, cuando el anarromero se partió la mano izquierda. Y dio al traste con el alarde técnico. De Justo se fue a por el estoque y lo despenó con un recio volapié. Palmas.

Juan del Álamo levantó frente al encastado segundo una obra basada en la ligazón suprema. El cárdeno descolgó fijo, franco y con clase por ambos pitones. Y el trazo del salmantino brotó curvo y dominador. Mató con habilidad y amarró una oreja. La ovación en el arrastre sonó con fuerza para el notable «Clavelero».

El tercero fue un manojo de dificultades: reponía, escaneaba al torero y no quería nada por el izquierdo. Luis David Adame las sorteó con mérito y la difícil tarea de buscar la limpieza y la ligazón. Que por momentos encontró. La espada atragantada silenció el sincero esfuerzo.

El entipado cuarto, «Mariguana» de nombre, salió acalambrado y vio asomar el pañuelo verde. En su lugar salió «Cunero», un sobrero del hierro titular que hizo pasar un quinario a los peones en banderillas. Morenito de Arles se desmonteró tras dejarse llegar la testa a los alamares. Tras el brindis a la familia Martínez Conradi, que lidiará en la segunda corrida del ciclo, De Justo se dobló en el prólogo y ahormó la embestida con el mando de su derecha. Tragando en el paroncito sordo que fue cada embroque. Más evidente por el izquierdo; el pitón de menor entrega. Por el derecho, los muletazos viajaron, muy templados, hasta detrás de la cadera. Un manojo de naturales, a pies juntos y dando el pecho, abrochó la medida faena. Coronada con un espadazo tan sincero que el pitonazo en el pecho le sacó el aire de los pulmones. Las dos orejas cayeron con contundencia.

La embestida dormida del quinto, manejable en su falta de entrega, nunca despertó. A pesar de los intentos de Juan del Álamo, que le perdió pasos, se la cosió al hocico por ambos pitones y le buscó las vueltas -ausentes- en una labor que llegó a los tendidos por su gran entrega. El acero lo dejó todo en fuerte ovación.

El sexto puso el sónar en rojo y se negó a pasar en la muleta de Luis David. Que tragó con valor para robarle los muletazos, cerró la obra por bernardidas a viaje cambiado y enterró el acero a carta cabal. El mal uso del descabello le impidió cambiar el rumbo de un debut con la suerte a la contra.

En la otra cara de la moneda, De Justo abandonó en volandas las plazas, como continuación de su gran ascenso.

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