sábado, 28 de julio de 2018

FERIA DE JULIO - Gitanito, pionero de la bravura moderna

Hoy se cumplen 25 años del indulto del famoso toro de Torrestrella, inmortalizado por un deslumbrante Dámaso González.
Ángel Berlanga / Redacción APLAUSOS

“Si fuera miembro de la Excelentísima Diputación Provincial de Valencia, pediría en un pleno que en la plaza de toros de esta hermosa capital se pusiera una placa con el nombre de Gitanito, número 73. Así se llamaba el toro indultado en la histórica tarde del 28 de julio de 1993”. De ese modo arrancaba la crónica de Aplausos Filiberto Mira, quien aunque nunca llegase a ser miembro de la corporación provincial sí pudo ver cumplido su deseo, luciendo en el patio de cuadrillas una placa que honra la memoria de tan sobresaliente ejemplar.

El resumen de los acontecimientos quedó resumido con varios titulares: “Rotundo triunfo de la divisa de Torrestrella”; “Genial el indultado “Gitanito”, nº 73, y soberbia actuación de Dámaso González”; “Álvaro Domecq dio la vuelta al ruedo y en hombros su mayoral junto a Dámaso González”… Y es que salvo dos toros -“no fue tan fabuloso como sus hermanos el sexto, ni tan colosalmente extraordinario el primero”, admite el cronista- los otros cuatro fueron “auténticamente magníficos por difícilmente superables en el último tercio. El cuarto -el indultado Gitanito- puede considerarse como un toro genial, pues superó la cima de embestir de ensueño”.

“Sólo un fabuloso muletero como Dámaso podía estar a la altura del genial toro. En conciencia debo calificar de soberbia la faena”

En efecto, Gitanito, de 485 kilos y de pelo negro, puso la guinda a una gran corrida. Así lo reflejó la ficha: “Seis magníficos toros de Torrestrella. Sólo hubo silencio para el arrastre del sexto. Ovacionados el primero, segundo, tercero y quinto e indultado el genial cuarto. Un rotundo triunfo de la divisa jerezana del Excmo. Sr. don Álvaro Domecq y Díez, que dio la vuleta al ruedo, con Dámaso González y el mayoral (éste salió en hombros) tras la lidia del cuarto”.

Dámaso y Gitanito acababan de hacer historia. No en vano, se trataba del primer indulto en plaza de primera con el nuevo reglamento Corcuera y, además, era la primera vez que se asomaba el pañuelo naranja en el palco presidencial en la historia de la plaza de Valencia.

DÁMASO, REY DEL TEMPLE

Dámaso González obtuvo una oreja del que abrió plaza y dos trofeos simbólicos de Gitanito. “Sólo un fabuloso muletero -como tal estimo a Dámaso- podía estar a la altura del genial toro Gitanito. Creo en conciencia que debo calificar de soberbia la faena que le cuajó el coloso manchego a tan excepcional -increíble ver un toro embistiendo tanto y tan superiormente- astado jerezano (conste todo el encierro como muy bien presentado y cumpliendo en bravo con los caballos). A Dámaso se le otorgaron las dos orejas simbólicas, como premio a una soberbia faena, hasta se le vio una estética en él muy infrecuente”, contaba Filiberto Mira.

“El matador insistía en su petición, el ganadero había dado su respaldo, y el presidente hizo lo que debía. Fue una explosión de júbilo”

José Luis Benlloch, también presente, escribió en Aplausos: “El clamor del público se hacía cada vez más patente. El matador insistía en su petición de indulto. El ganadero, como es reglamentariamente preceptivo, había dado su respaldo, y el presidente hizo lo que debía hacer: sacó el pañuelo naranja y aquello fue una explosión de júbilo. Un júbilo merecido. Se lo merecía el toro, que supo compaginar nobleza y bravura en una pelea a más, larga e intensa -si no lució más en el caballo es porque no lo hicieron lucir-; se lo merecía la plaza, que con el argumento de su generosidad para con los toreros le habían negado sistemáticamente su capacidad para valorar al toro; se lo merecía el matador, que culminaba de la mejor manera que se podía imaginar una trayectoria artística que, en Valencia especialmente, alcanzó cumbres memorables; y se lo merecía el criador de Gitanito, don Álvaro, y no sólo por criar a semejante ejemplar, sino por su trayectoria, por los muchos toros buenos y malos que han permitido dar con este Gitanito, un ejemplo, no me cabe duda, del toro bravo actual, el toro bravo que demanda la Fiesta del siglo XXI. Gitanito ha sido el héroe de la Fiesta y don Álvaro, su autor”.

Dámaso simuló la suerte suprema con la mano y Gitanito, tras ser curado en la plaza -presentaba seis trayectorias de puya-, pasó la noche en los corrales. Al día siguiente, al anochecer, fue trasladado en camión hasta la finca jerezana de Los Alburejos, propiedad de Álvaro Domecq. “El toro no llegó en buenas condiciones. Tenía mucha fiebre y tras inyectarle antibióticos se le dejó descansar hasta que se encontrara en condiciones de ser operado, cosa que sucedió el sábado”, informaba el director de Aplausos, Salvador Pascual, en su sección “Valencia taurina”.

Gitanito llegó con vida a Los Alburejos, pero una neumonía complicó su recuperación y terminó muriendo en la paz del campo. Aun así, su recuerdo sigue vivo

Debido a su delicado estado de salud no se le pudo extraer semen, que a buen seguro hubiese sido utilizado por un pionero en tales cuestiones como don Álvaro. Desgraciadamente pocos días después, según Carabias en su sección de “Noticias y comentarios” de esta revista, “se le complicó la convalecencia de las heridas recibidas con una neumonía”, muriendo en la paz del campo. Su recuerdo, no obstante, sigue vivo.

ÁLVARO DOMECQ: "FUE UN TORO QUE LO HIZO TODO AL GALOPE"

Pocos días después del indulto, el criador de Gitanito, don Álvaro Domecq y Díez, pasó por “La Entrevista” de José Luis Benlloch para hablar en profundidad de la bravura en general y del toro indultado en particular. El ganadero de Torrestrella destacó de Gitanito cualidades como “la fijeza, el galope, la prontitud, el venir de largo… esas virtudes las conservó siempre. Esa uniformidad es importantísima. Fue un toro que lo hizo todo al galope”.

“Le dije a mi sobrino, ¡atención que el toro tiene calidad! Y cuando un toro tiene calidad, si tiene fuerza y pulmón, lo tiene casi todo”

Gitanito era nieto del 144-Ingresado, toro con el hierro de Jandilla que, a su vez, era el padre del histórico Bienvenido -también del hierro de la estrella- que había indultado en Murcia, el año anterior, Enrique Ponce. “En Fallas del año pasado se había lidiado un hermano de madre, que fue bueno sin importancia, pero este toro era hijo de un semental que está dando en los tentaderos una proporción muy alta de becerras buenas. Hasta ahora sólo le había lidiado un hijo el año pasado en Linares, que le correspondió a Espartaco y fue extraordinario. A otro hijo, este por inseminación artificial, le habían perdonado la vida en Quito. Con esos precedentes era lógico pensar que Gitanito podía ser un gran toro, pero no es recomendable pronosticar”. De la madre, confesaba: “No existe. La mataron en un pueblecito de Alicante, la echaron a las calles y tengo entendido que se comía el mundo. Fue una vaca extraordinaria. La vendí por vieja”.

Don Álvaro recordó durante la charla el momento exacto en que descubrió que estaba ante un toro excepcional: “Me llamó la atención la calidad de su galope al ir hacia el caballo. Se lo dije a mi sobrino, ¡atención que el toro tiene calidad! Y cuando un toro tiene calidad, si tiene fuerza y pulmón para resistir la lidia, lo tiene casi todo”, decía, y ahondaba: “Yo selecciono mucho la calidad, esa es la clave, claro que para seleccionar calidad hay que tenerla. Calidad en el galope. Mi sobrino Borja utiliza un término muy bonito, “nació al galope”, eso significa que el toro está parado y de pronto en lugar de dar un paso, sale galopando, y eso es un factor de gran calidad que se debe tener en cuenta, como se debe valorar mucho la fijeza; el toro que anda pensando en todos pero no en el que tiene delante, no es bueno, el toro debe estar pendiente de quien le incita”.

El ganadero valoró también el recorrido de Gitanito: “Yo escribo en muchos apuntes, “le faltó un paso”. Me refiero a esos toros que van muy bien, pero que les falta un pasito más para llegar más lejos. Fíjate lo difícil que es dar con la tecla adecuada. Sobre todo dar con el equilibrio”. Aun así, don Álvaro lo logró muchas veces.

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