viernes, 27 de julio de 2018

FERIA DE SANTIAGO – TERCERA CORRIDA: Apoteosis en Santander: El Juli hace el toreo y Ponce lo escenifica

Los dos veteranos maestros salen a hombros, por distintos registros, con Ginés Marín, que se sube al carro del triunfo haciendo de tripas corazón.

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Santander

El alegre ambiente que se respiraba en la abarrotada plaza de Cuatro Caminos de pronto lo apagó un castaño de Garcigrande. Triste prólogo. Como su bravura. Dentro de sus bajas hechuras, predominaba el tren delantero sobre la culata. Desde su bonita cara, perdía la vista distraídamente.

A Enrique Ponce se le cruzaba y le buscaba la espalda con el capote. Manuel Quinta lo "arregló": dos puyazos en uno. En los picos opuestos de cada paleta, los trancazos. Sangró el garcigrande hasta las pezuñas. Mariano de la Viña y Jaime Padilla sainetearon con las banderillas cuando les apretó. Decoraron su piel como un árbol de Navidad. Bien repartidas las guirnaldas de los palos. Ponce se entretuvo en quitar la más incómoda en el principio de faena, la del pescuezo. Inmediatamente antes había dibujado una trinchera hermosa, un pase de la firma y otro interminable de pecho. Después, el toro se aburría de sí mismo. Gradualmente perdía el celo, si alguna vez lo tuvo, en las series diestras. Y a partir del tercero no quería saber nada. Ni siquiera dejándole siempre la muleta puesta. La paciencia infinita de EP acorraló al toro ya parado en tablas. No sacó réditos esta vez. Una estocada baja y el silencio se impuso.

Lo más prolongado del garcigrande de El Juli era su enanismo. La cabeza jibarizada ad hoc. De salida marcó la querencia. Como con los palos. Juli se encargaría de anularle los deseos con su inteligencia preclara. Sus manos potenciaron el buen fondo del juguete. El alarde del quite por zapopinas supuso el descorche de la fiesta. La antesala de la perfecta faena. Dueño de los tiempos y las distancias desde la despaciosa obertura a los medios. Allí precisamente le concedió metros y respiros entre series de derechazos a favor de obra. Ninguna exigencia en el trato. El toro acudía y se abría al tacto. Tanto, que a veces parecía que se iría. Como las miradas a la querencia del "6" aumentaban, JL lo cerró a los terrenos opuestos. El relajo de las rondas de naturales adquirió un rango superior. Regresó a su derecha, que en redondo o por circulares explotó ya sin miramientos la embestida. Un contundente espadazo pasado desbocó la pañolada. La presidencia frenó la masiva petición en una oreja, premio quizá proporcional al tamaño del torete pero no a la exactitud de la faena.

Cobró luego fuerza la teoría del agravio con el trofeo entregado a Ginés Marín por una labor desordenada y deseosa. De mucho ruedo recorrido con el manso y rajado de Domingo Hernández. Alto de agujas y de lavada expresión. Que declaró pronto su añoranza del campo charro. A Ginés no le importó para arrancar la faena de rodillas. Más para el público que para el toro en fuga. Halló mayor y mejor respuesta por el pitón derecho que por el renegado izquierdo. Por esa mano derribó al torero con los cuartos traseros; el accidente captó la atención de los tendidos. Como aguantó algún parón que otro, cerró por manoletinas y cazó una estocada caída, a la peña le dio un impulso tierno y generoso.

Y en estas estábamos cuando un toro salpicado, girón, lucero, un espectáculo de pinta y abierta testa, apareció en escena. Nunca más indicado el término. O en la escena de Enrique Ponce. Su contado poder de riñones y su tranquito chochón se protestaron. Ponce mimó al garcigrande y embaucó al público. A media alturita el entendimiento y la elegante suavidad. La teatralidad desatada a los acordes de "La Misión". EP no soltaba al noblón toro (ni a la parroquia con sus guiños). Y cuando lo soltaba salía la embestida buscando al maestro de la banda. La faena enteramente diestra -salvo una infructuosa intentona al natural- derivó en la poncina, el acabose. La gente en pie, Enrique recreado y recrecido en su papel de seductor. Un pasiego insensible osó calificar la pieza de Morricone de "música de funeral". ¡Por Dios! La rectitud del volapié acabó con un pitonazo en la ingle del valenciano. Que se dolió ostensiblemente del varetazo. El acero muy atravesado y tendido demoró la muerte. Cayó el aviso poco antes que el toro. Y se desató la apoteosis. La puerta grande descerrajada. La solemnidad de la vuelta al ruedo poncista, el agradecimiento al director de la "orquesta" y el saludo último y reverencial redoblaron la sensación operística de su (sobre)actuación.

El Juli salió también a por ella y por ella. El quinto compensaba con su porte el lote. El más cuajado de toda la bondadosa corrida de Garcigrande. Y el de nota más destacada. Y Juli toreó. Encajado, largo y sereno. Todo en serio. Y por abajo. Sin gestos ni discursos. Desde los doblones de la apertura rodilla en tierra. Faena abundante -raros son los avisos en el expediente julista- de cabal construcción. A derechas y a izquierdas, le ponía al toro -que tan bien colocaba la cara- el punto de más que en sus finales parecía faltar. Un puñado de naturales volvieron a adquirir brillo especial. Un pinchazo seguramente impidió la concesión de las dos orejas. Una bastó para salir a hombros en la celebración que también envolvió a Ginés.

Que hace de tripas corazón para estar sin estar. Como con el manejable y más liviano sexto. Algún recado soltó pero no por maldad. Unas apretadas bernadinas y una estocada firme le valieron para subirse al carro del triunfo y aparecer en la foto finish.

GARCIGRANDE | Ponce, El Juli y Ginés Marín
Toros de Garcigrande y uno de Domingo Hernández (3º), de desigual presentación; parado y sin celo el 1º; bueno el 2º; rajado el 3º; noblón el 4º; notable el 5º; manejable el 6º.
Enrique Ponce, de purísima y oro. Estocada baja (silencio). En el cuarto, estocada muy atravesada y tendida. Aviso (dos orejas).
El Juli, de tabaco y oro. Estocada pasada (oreja y fuerte petición). En el quinto, pinchazo y estocada. Aviso (oreja).
Ginés Marín, de gris perla y oro. Estocada caída (oreja). En el sexto, estocada. Aviso (oreja).
Ponce, El Juli y Ginés salieron a hombros.
Plaza de Cuatro Caminos. Jueves, 26 de julio de 2018. Quinta de feria. Lleno.

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