El torero salmantino cae herido
con una cornada en el bajo vientre y el extremeño corta una oreja y se deja la
puerta grande con la espada ante la dura corrida de José Escolar.
Gonzalo Caballero, el torero de los "cojones", con nula suerte en su lote de astados de José Escolar. |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de
Madrid
Foto: EFE
De los cárdenos de José Escolar no se volvió ninguno en el
encierro como en años anteriores, una noticia. La amplísima cuna de «Chulón» le daba el pasaporte de toro de Pamplona. Visto
por detrás, las palas asomaban por los laterales de la estrecha culata como
retrovisores de un camión. Javier Castaño lo paró muy cerrado en tablas. Y se
le venció por el izquierdo directo al cuerpo con el capote. El pitonazo rasgó
la banda entera de la taleguilla, lo desarmó y le obligó a tomar el olivo.
Nunca más volvió Castaño al envenenado lado zurdo. Cimentó la faena entera en
su derecha. Seis series con el mismo patrón de la línea recta. A mano cambiada
los remates de pecho. El toro embistió siempre apoyado en las suyas. Tan sólo
humillado a la hora de tomar la muleta. Sin maldad pero sin entrega. Que se
dañase una pezuña complicó la resolución con la espada.
Más cerrado de cara y más rematado apareció el segundo. No
se empleó en el caballo y se soltó en los dos encuentros. Emilio de Justo se
plantó con verdadera firmeza. De mando y planta. O viceversa. Limpio el trazo
autoritario. Dejándole permanentemente la muleta al escolar. Que acudía
obediente a la llamada de su derecha. Pero que la abandonaba sin terminar
descolgar. De Justo le dio el ritmo de la ligazón y potenció la imagen del
toro. Que pareció más de lo que era. Imposible al natural. La última ronda
diestra a pies juntos tuvo su aquél. Por ejecución y también por inteligencia
para aprovechar los medios viajes ya. Lo mató a ley. Y se cobró una oreja del
mismo peso que su aplomo.
El único cinqueño de la corrida de Escolar traía una
construcción en cuesta arriba. Fea estructura. Se movió mal, gazapeó cruzado,
no descolgó ni una vez y se desentendió de la muleta de Gonzalo Caballero. Tan
rajado.
Una prenda resultó el cuarto. Un sónar en sus colocados
pitones por delante. Nula fijeza y todo el peligro del mundo. Orientado,
correoso, siempre por el palillo el ataque recto. Javier Castaño resolvía con
el curtido oficio de los años. Sobre las piernas. Hasta que emprendió el
volapié con sincera y demasiada rectitud. El marrajo le tapó la salida, lo
prendió con el filo de la navaja y en el aire lo giró y lo ametralló. Como si
tirarse al plato con una M-60. De uno de los balazos, le perforó el bajo
vientre; de otro, lo desnudó por completo.
Si bien estuvo Emilio de Justo con el toro de su debut
sanferminero, mejor aún anduvo con el duro quinto. Por las complicaciones que
afrontó. Por hacerlo con tanta autenticidad. El pitón derecho, que ya había
amenazado el corbatín de Ángel Gómez en banderillas, desprendía rayos y
trallazos. Esperó y tragó con pies de plomo. Y por el más abordable izquierdo
trazó naturales de gobierno. Por abajo todo. Desde una colocación cabal.
Convencido de su poder, todavía quiso someterlo por el lado de pedernal. Pasar
el fielato con el acero se convirtió en un quinario. Un negro callejón que
tapaba las escapatorias. Se sucedieron los pinchazos excusables. La puerta del
encierro que le esperaba entreabierta queda pendiente para 2019.
El hondo sexto cerraba con sus 610 kilos el desigual y
bronco conjunto de José Escolar. Dentro de la seriedad. No dio una facilidad a
Gonzalo Caballero. Frenado y a cambayazos por la cadera. Voló por los aires
Caballero. Que resolvió con el acero la tarde de hierro. Cuando moría, los dos
toros de los albores se recordaban como malvas.
ESCOLAR | Castaño, De Justo y Caballero
Toros de José Escolar, un
cinqueño (3º), de diferentes hechuras y remates en su seriedad; 1º y 2º se
dejaron por el derecho; manso sin descolgar desentendido 3º; infumable el 4º;
complicado el 5º; difícil el 6º.
Javier Castaño, de burdeos y azabache. Tres pinchazos,
estocada atravesada que hace guardia y descabello. Aviso (silencio). En el
cuarto, estocada contraria y tendida y fue herido; remató Emilio de Justo con
una estocada (silencio).
Emilio de Justo, de blanco y oro. Espadazo (oreja). En el
quinto, seis pinchazos y descabello. Aviso (silencio).
Gonzalo Caballero, de gris perla y oro. Pinchazo y estocada
(silencio). En el sexto, estocada delantera y descabello (silencio).
Monumental de Pamplona. Domingo, 8 de julio de 2018. Cuarta de feria.
Lleno.
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