Ayer en Madrid ante el sobrero quinto
Importante demostración la realizada por el tachirense Vanegas en Madrid, ocasión que le puede abrir las puertas del toreo. Foto: LASVENTAS.COM |
@rubenvillafraz
Actuación histórica la que ha granjeado el
novillero tachirense Manolo Vanegas ayer, en el curso de la temporada en la Monumental
de Las Ventas, tras cortar una oreja, ante su segundo astado del lote, sobrero
del hierro veragueño de Aurelio Hernando.
Compartió el joven espada de Seboruco cartel
con el español Jorge Escudero (silencio tras aviso y silencio); Manolo Vanegas
(silencio tras aviso y oreja); Guillermo Valencia (vuelta al ruedo tras
petición y silencio tras aviso), con poco más de un cuarto de plaza. Se
lidiaron reses utreros de Toros de la Plata (1º, bueno, con calidad y ritmo,
ovacionado en el arrastre; 2º, noble pero sin entrega; y 6º), Herederos de
Antonio Ordóñez (3º, tardo, pero con clase y movilidad; 4º, deslucido; 5º,
blando, devuelto) y un sobrero de Aurelio Hernando (5º bis, brusco, sin
entrega).
Según reseña el portal taurino cultoro.com
sobre la actuación del espada venezolano: “Con más arrojo que brillantez le ligó las
verónicas en el saludo Vanegas al segundo, de escaso perfil pero rotundo
remate. Con alegría y fijeza se arrancó el animal en el caballo, antes del
garboso quite por chicuelinas de Guillermo Valencia. Fue severo el castigo en
el caballo y lo acusó mucho el animal en la muleta, donde quiso tomar por abajo
el trapo que le ofrecía Vanegas con suavidad pero sin pausa. Tiene valor el
venezolano, pero le faltó medir los tiempos y ofrecer respiro al novillo. Largo
fue el trasteo, sin emoción por la falta de poder del animal, que despenó
Vanegas con dos pinchazos y el descabello para escuchar silencio”.
En cuanto a la actuación que a la postre le
coronó como triunfador de la tarde, el mismo web site señala: “Un
tío por todas partes era el serio quinto, al que recibió Vanegas con dos
faroles y persiguió después para encajarse a la verónica en las idas y venidas
del abanto animal. Perdió las manos a la salida del peto y fue devuelto. De
Aurelio Hernando era el sobrero, cornicorto pero colocado, que buscó la gatera
de salida con insistencia y repitió después en el decidido saludo de Vanegas
rebrincado y tirando un feo derrote con el pitón de fuera. En línea recta y
tomando a media altura llegó al penco. El propio Vanegas protagonizó el tercio
de banderillas, culminando con un vibrante quiebro al violín. Un esfuerzo hizo
Vanegas con el costoso animal, exigente en los terrenos, que siempre lo tuvo
visto y a punto de echarle mano. Le tragó Manuel para transformar en tandas las
arrancadas reservonas que le fue robando a base de exponer. Le dejó una
estocada sensacional y cortó una oreja”.
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