BARQUERITO
Diario de Navarra
DE LAS
SIETE corridas de San Fermín vistas, la más desigual fue esta última de
Garcigrande. La más desigual en punto a hechuras y escaparate de los toros. No
hubo ni dos parecidos. Tres cinqueños y tres cuatreños. Ya está asegurada, por
tanto, la mayoría absoluta y arrolladora de cinqueños en la Feria del Toro.
Las ganaderías largas son las únicas que pueden
permitirse el lujo de lidiar corridas parejas. Hay ganaderos, de los largos,
que sienten como una obligación echar corridas parejas en las plazas de
primera, y no solo, y en las grandes ocasiones también El Juan Pedro Domecq en
ejercicio –Domecq Morenés, la ganadería de Toros de Parladé y la titular de su
nombre- es uno de ellos. Uno de los pocos.
Aunque Garcigrande y Domingo Hernández son hierros
distintos, los ganaderos son padre e hijo y casi una sola cabeza pensante. De
las ganaderías cruzadas en que una de las líneas del cruce se hace predominante
al cabo del tiempo, se dice, entre profesionales, que el encaste es Domecq, por
poner un ejemplo conocido, y que lo es “por absorción”. Los Hernández son,
digamos, un solo ganadero. Por absorción.
En la línea más pura del encaste Juan Pedro
Domecq, la de Garcigrande es la ganadería más larga, la más regular, la más
premiada y la más solicitada. Equilibrar regularidad y largura es muy difícil.
Tanto como mantenerse en el tiempo sin acusar los baches propios de la cría de
bravo. Medir la vida activa de un semental es tan importante como saber
elegirlo. Un error, solo uno, es capaz de dar al traste con el invento que sea.
Los Garcigrande se han ganado el respeto y la admiración de su gremio –de los criadores del encaste Domecq- justamente por su instinto: abierta de sementales y líneas, la ganadería no ha hecho más que ganar en calidades a pesar de ir creciendo y seguir haciéndolo en cantidad. Toros como el cuarto, el primero, el sexto y el tercero de ayer los firma cualquier ganadero. Solo que en Pamplona están mal vistas dos cosas: las corridas demasiado desiguales y los toros sin trapío ni cara, que fueron cuatro también.
Los Garcigrande se han ganado el respeto y la admiración de su gremio –de los criadores del encaste Domecq- justamente por su instinto: abierta de sementales y líneas, la ganadería no ha hecho más que ganar en calidades a pesar de ir creciendo y seguir haciéndolo en cantidad. Toros como el cuarto, el primero, el sexto y el tercero de ayer los firma cualquier ganadero. Solo que en Pamplona están mal vistas dos cosas: las corridas demasiado desiguales y los toros sin trapío ni cara, que fueron cuatro también.
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